Los abogados que defienden al Chapo Guzmán aseguraron la semana pasada que el capo de la droga quiere agilizar los trámites para su extradición y que estaría dispuesto a declararse culpable en Estados Unidos a cambio de negociar una pena “relativamente razonable” y de cumplirla en una cárcel de mediana seguridad. En ese país, Guzmán enfrenta decenas de cargos por narcotráfico y lavado de dinero en tribunales federales de Arizona, Texas, California, Illinois, Florida y Nueva York. El giro en la defensa del Chapo -que hace unos meses hubiera hecho lo imposible por evitar su traslado a Estados Unidos- se basa en las malas condiciones de reclusión que éste denuncia en la cárcel de máxima seguridad mexicana del Altiplano.

Las medidas de vigilancia se reforzaron después de que logró fugarse y engañar a las autoridades por segunda vez. Tras la recaptura, a principios de enero, las visitas de sus abogados y de su esposa, Emma Coronel, fueron limitadas y vigiladas. Uno de los abogados, Juan Pablo Badillo, dijo a la agencia Efe que el 15 de febrero, en la única visita que él pudo hacerle, Guzmán le contó que las frecuentes revisiones durante la madrugada y los ladridos de los perros que acompañan a los guardias no lo dejan dormir y “elevan su presión arterial”. Badillo agregó: “Me hizo saber que era una situación definitivamente insoportable que estaba minando su salud al no permitirle dormir”. Según el abogado, su encuentro con el Chapo duró 25 minutos y fue vigilado por un “guardia de seguridad enmascarado” que estaba ubicado a unos 80 centímetros de distancia.

Estas denuncias impulsaron una campaña mediática a favor del capo, que incluye los pedidos de solidaridad de toda su familia, remeras temáticas que lucen sus abogados, una huelga de hambre y una polémica entrevista a una mujer que dice ser hija de Guzmán.

La huelga de hambre fue convocada por los familiares y abogados del Chapo, que se congregaron el viernes en la puerta de la cárcel para protestar contra la situación “inhumana” del hombre que logró burlar al gobierno mexicano en dos ocasiones. Badillo, que estaba presente en la puerta del Altiplano ese día, dijo que el motivo de la protesta es “evitar que se siga torturando [a Guzmán] en la forma tan cruel y sanguinaria en que lo están haciendo las autoridades carcelarias”.

Otro de los abogados presentes, José Luis González Meza, tenía puesta una remera que decía: “Extradición, Never”. Consultado por la agencia de noticias Efe, González dijo que a la defensa le “preocupa” que Guzmán “sea tratado peor que un criminal de guerra” en Estados Unidos y señaló que teme que la extradición del narcotraficante desemboque en su reclusión en la cárcel de Guantánamo.

La hermana del Chapo, Bernarda Guzmán, pidió a las autoridades “que hagan algo justo”, también desde afuera de la cárcel, ya que “él no dañó a nadie”. En su opinión, el trato que recibe su hermano se debe a que las autoridades “están enojadas” por su fuga, hace menos de un año, del mismo penal en que se encuentra.

La respuesta del gobierno mexicano a las denuncias de los familiares llegó por parte del comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, y fue contundente: “El Estado mexicano no se va a prestar al chantaje ni a litigar en los medios lo que debe ser juzgado únicamente por los tribunales”. El referente de seguridad del Ministerio del Interior mexicano dijo que el entorno del Chapo está trabajando en una “estrategia mediática” para “desviar la atención” y “victimizar” a quien “ha dañado profundamente a la sociedad” con acciones que “han causado la muerte de muchos mexicanos”. Sales reconoció que “fortalecieron” las medidas de vigilancia tras la recaptura de Guzmán pero que éstas se aplican conforme a la Constitución, que contempla “medidas de vigilancia especial” ante casos de delincuencia organizada.

Lazos de sangre

El mismo día en que una pequeña multitud iniciaba la huelga de hambre para apoyar al Chapo, la edición estadounidense del diario The Guardian publicaba una entrevista en la que una mujer de nombre Rosa Isela Guzmán se presentaba como la hija mayor del capo. No sólo eso: en declaraciones a ese medio, contó detalles sobre la última fuga de Guzmán, habló de complicidad de algunos políticos mexicanos que tildó de “corruptos” y de la vista gorda de las autoridades en dos ocasiones en las que uno de los hombres más buscados del mundo logró sortear los controles fronterizos y viajar a Estados Unidos.

La mujer, de 39 años, dijo que “funcionarios corruptos de México” ayudaron a Guzmán a evadir un operativo de recaptura después de la entrevista con los actores Sean Penn y Kate del Castillo, en octubre, y que lo ayudaron a “introducirse clandestinamente” en Estados Unidos, para visitar a su esposa y a ella misma. También dijo que la última fuga de la cárcel del Altiplano fue “un acuerdo” con el gobierno. Sobre el posible financiamiento de Guzmán a campañas de políticos mexicanos que lo “protegían”, Rosa Isela dijo: “Si había un pacto, no lo respetaron. Ahora que lo capturaron, dicen que es un criminal, un asesino. Pero no dijeron lo mismo cuando pidieron dinero para sus campañas. ¡Son unos hipócritas!”.

Si sus declaraciones son confirmadas, los servicios de Inteligencia y la seguridad fronteriza de Estados Unidos tendrán que pasar por un examen minucioso, así como los políticos implicados y las autoridades que habrían propiciado la fuga del Chapo. Por lo pronto, la Fiscalía mexicana informó el lunes que llevará adelante “diversas diligencias” para corroborar la identidad de Rosa Isela Guzmán y darle la posibilidad de que lleve a los jueces algún documento que pruebe que políticos mexicanos recibieron fondos de su padre a cambio de facilitar su huida. El domingo, en conferencia de prensa, Alejandro Sánchez Camacho, dirigente del opositor Partido de la Revolución Democrática, dijo que “debe llevarse a cabo una investigación exhaustiva para demostrar si hubo y hay una alianza entre políticos y altos funcionarios del gobierno con las mafias organizadas” y que, si se comprueba, hay que proceder “a juicios políticos de desafuero”.

Sin embargo, en el entorno del Chapo, nadie conoce a Rosa Isela. La actual esposa de Guzmán aseguró en una carta que publicó el domingo el periódico digital Milenio que “nadie de la familia Guzmán ni el mismo Joaquín la identifican” e insistió en que las declaraciones de la mujer “no tienen sustento”.

Coronel explicó que su esposo supo de la existencia de esta supuesta hija antes de su última fuga: “Me comentó que esta mujer empezó a escribirle cartas diciendo que su mamá le había dicho que él era su papá, fue la primera vez que él escuchó de ella”. Según contó Coronel, Guzmán le contestó “por cortesía” y no la contradijo, aunque “nunca pudo recordar quién era su mamá, de nombre María Luisa”. Coronel agregó en relación a la mujer: “La invito a no prestarse para este tipo de cosas, la situación es bastante difícil y delicada para la familia y no es necesario que personas ajenas se quieran involucrar”. Sales, por su lado, dijo que las declaraciones de Rosa Isela “son señalamientos que carecen de soporte probatorio” y que buscan dañar a las instituciones. “No vamos a ceder ante especulaciones”, agregó.

Rosa Isela Guzmán, por su parte, dijo ayer que The Guardian la “difamó” y que el artículo incluye “muchas mentiras”. De todas maneras, insistió en que el líder del cártel de Sinaloa es su padre y que “en las próximas semanas” lo visitará en el Altiplano porque él “quiere verla”.