“Señor presidente, señorías, tomo la palabra en nombre del Grupo Parlamentario Popular para anunciarles nuestro voto en contra a la candidatura del señor Sánchez”, dice Mariano Rajoy. Mientras duran los aplausos, se encoge de hombros y pone cara de: “¡Y sí!, ¿qué esperaban?”.

Ya se sabía que las conversaciones de Ciudadanos con el Partido Popular (PP) para lograr su abstención del partido de gobierno en el Congreso no habían dado frutos, pero si a alguien le quedaba alguna esperanza, se terminó en el momento en el que Rajoy pronunció esas palabras.

El presidente en funciones se burló de Sánchez y su acuerdo con Ciudadanos: “No basta con amontonar unas cuantas ideas que suenen bien”, dijo antes de agregar: “Lo que ha traído usted aquí es un fraude, no tiene ningún programa, no tiene pacto […] es incapaz de formar gobierno”. Rajoy continuó: “Casi logra hacernos creer, señor Sánchez, que en realidad el PP había perdido las elecciones y que las había ganado un tal señor Cambio, con usted a la cabeza”.

Si hace unas semanas era Sánchez el que le decía a Rajoy “No es no” y le aseguraba que no pactaría con él un gobierno de unidad, ayer fue Rajoy el que le respondió con la misma frase para decirle que no se abstendrá de votar en su contra para permitirle ser investido presidente.

Ayer Sánchez recibió 130 votos a su favor (90 del PSOE y 40 de Ciudadanos), 219 en contra y una abstención (de Coalición Canaria). Si el escenario se mantiene (nada parece indicar que vaya a cambiar) Sánchez también perderá la posibilidad de ser investido en su segunda sesión, mañana, cuando precisa una mayoría simple de los votos. En ese escenario, España tendría nuevas elecciones, para las cuales ya se maneja la fecha del 26 de junio.

Las matemáticas le juegan en contra a Sánchez, que mañana necesitará tener más votos a favor que en contra para ser electo presidente. Parece prácticamente imposible que en apenas dos días logre integrar a un tercer partido al pacto con Ciudadanos. Por eso es de esperar que el número de votos a su favor se mantenga.

Con 350 diputados en el Congreso, si 130 votan a favor de su investidura, para ser electo necesita que los votos en contra se reduzcan a 129 (o menos) y que otros 91 diputados se abstengan. Sus opciones son: o que se abstenga el PP, que tiene 122 escaños, o que lo hagan Podemos (65) y prácticamente todos los partidos minoritarios.

Si esto ya parecía poco probable hace unos días, después de la sesión de ayer parece imposible. Sánchez recibió duras palabras de Rajoy y también del líder de Podemos, Pablo Iglesias. “Su claudicación ante la naranja mecánica es sonrojante”, le dijo Iglesias en referencia al color que utiliza Ciudadanos, partido al que acusó de ser heredero del franquismo.

Pese a esto, tanto Sánchez como el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, intentaron persuadir a Podemos y al PP al hablar ante el Congreso. “No sea tan duro con el PP. No vote con él”, le dijo Sánchez a Iglesias. En la misma línea dijo después: “Mire, señor Rajoy, digo, señor Iglesias... Es que a veces uno se confunde”.

Rivera, por su parte, diferenció entre el PP y Rajoy, a quien instó a retirarse del liderazgo del partido. “Quien no ha limpiado su casa, ¡¿cómo va a limpiar España de corrupción?!”, preguntó en el hemiciclo, para luego agregar: “Pido al PP que sean valientes para limpiar y cortar por lo sano, porque si no los españoles pensarán que votan a un partido que no es capaz de liderar la lucha contra la corrupción”. En otro momento, Rivera dijo, mencionando a la izquierda soberanista de Cataluña y del País Vasco: “Señor Rajoy, va a votar lo mismo que ERC, Bildu y Pablo Iglesias. Reflexione”.