El colectivo La Pitanga elaboró un manual para que vecinas puedan identificar y ayudar a mujeres víctimas de violencia doméstica, titulado Mi vecina vive una situación de violencia doméstica: ¿Qué decirle? ¿Qué hacer? ¿Cómo ayudarla? Gabriela Carrier, una de las responsables de la redacción del material y coordinadora del colectivo, dijo a la diaria que el texto no brinda “recetas con soluciones mágicas”, sino que intenta evidenciar que “entrar” y “salir” de situaciones de este tipo “son procesos largos, penosos, de idas y vueltas”, en los que la gente del barrio puede cumplir un “rol importante”. El colectivo intenta instruir a “las vecinas [para que] se sientan habilitadas a escuchar, sugerir y acompañar”. Se aclara que el manual trata sobre mujeres con pareja heterosexual, “no por discriminación ninguna, sino porque la violencia en la pareja homosexual no está todavía integrada” a la experiencia del colectivo.

Carrier considera necesario “que las vecinas tengan información” y se “sensibilicen” sobre el tema. En ese sentido, señala que desde las políticas sociales estatales hay folletería, por ejemplo, para que las vecinas puedan identificarse como víctimas de violencia, pero “no hay material que potencie su fuerza multiplicadora” como agentes de identificación y ayuda para otras víctimas. “Nosotras nos sentíamos en deuda con nuestras vecinas, y nos pusimos al hombro esa tarea de compartir y transmitir experiencia”, aseguró. Agregó que “en numerosas oportunidades, desde los territorios, más todavía en el Montevideo suburbano, nos sentimos medio ‘abandonadas’, cuando en realidad hay muchos vecinos y vecinas dispuestas a comprometerse”. En el texto se lee que “salir, paso por paso, de una situación de violencia, es una actitud de compromiso con una misma. Salir en calidad de vecina referente es un compromiso humano con la persona que vive la situación y una actitud sumamente valiente de defensa de los derechos humanos”.

Por partes

En el manual se identifican las diferentes etapas del ciclo violento: la acumulación de tensiones, que se caracteriza por “violencia verbal y psicológica”, la explosión de la violencia, que es la “fase aguda del proceso de dominación”, la etapa de justificaciones, en la que “el agresor culpa” a la víctima y no se responsabiliza, y, por último, la etapa de “reconciliación”, para después volver a la etapa uno. Se parte de la base de que “salir” de situaciones de violencia doméstica “es difícil” porque la mujer víctima, “más que otras, tiene los estereotipos y mandatos de género muy incorporados, tiene un ‘abrigo rosado’ muy largo, muy pesado, que la ahoga, la agota, la deprime, la mata poco a poco”. Aconsejan tenerlo presente para “escuchar sin juzgar ni presionar”, “dar crédito a lo que nos cuenta”, “valorar la capacidad [de la mujer víctima] para encontrar soluciones a su situación, porque es su vida y es ella quien sabe qué está pasando en su casa, quien conoce a su pareja”. También indican que es imprescindible “respetar los tiempos y las decisiones [...] aun cuando nosotras hubiéramos manejado la situación de otra forma”, y “evitar dar consejos”, salvo que sean pedidos.

0800-4141

• El 0800-4141 es un número clave mediante el que se puede recibir información y apoyo en un horario amplio, de forma anónima y confidencial.

“La compasión, la empatía, el ‘ponerse en los zapatos de la otra persona’, la cercanía sabia o la buena distancia ‘ni tan cerca que te quemes ni tan lejos que no puedas sentir el calor’, nos van a ayudar a la hora en que se acerque una vecina, para entender lo que ella siente: vergüenza y culpa por vivir esa situación, muchos miedos de todo tipo (a que la mate, al fracaso, a no poder sola, al qué dirán, a que sus hijos le reprochen la separación), insegura y con baja autoestima, responsable del fracaso de la familia, sola, muy sola”.

La Pitanga

• Según los datos del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior de noviembre de 2015, 20% de las denuncias por violencia doméstica que se registran en Montevideo corresponden al Municipio F, que incluye los barrios Villa García, Manga, Bañados de Carrasco, Las Canteras, Maroñas, Parque Guaraní, Villa Española, Flor de Maroñas, Ituzaingó, Jardines del Hipódromo, Piedras Blancas, Punta de Rieles y Bella Italia. El colectivo La Pitanga funciona en la ruta 8, entre Punta de Rieles y El Monarca, y se puede contactar a través de su Facebook, o vía email a [email protected]. También están en la Policlinica Don Bosco, en el kilómetro 16 de la ruta 8, los viernes de 13.00 a 17.00.

Se sugiere acercarse a la vecina víctima “cuando se la ve permanentemente triste, bajando los ojos cuando la cruzamos, sin contestar a un saludo, evitando la conversación, caminando con la cabeza mirando al piso, con lentes de sol cuando el tiempo no lo amerita, siempre con una bufanda tapándole el cuello, encerrada en su casa, sin dejar que los niños jueguen en la vereda, el patio”. En esos casos, el colectivo plantea acercarse y decir algo así como: “Te veo triste, preocupada, ¿estás pasando por un momento difícil con tu pareja? ¿Podés vivir tu vida como querés o él te hace problemas? ¿Querés contarme?”.

También da recomendaciones específicas a la mujer que vive con el agresor. En ese caso, las medidas pueden ser “hablar con una vecina de su confianza, plantear la situación y ‘autorizarla’ a llamar a la Policía si escucha una pelea violenta; pedirle si en una urgencia ella puede recibirla; tener siempre a mano teléfonos de urgencia; dejar un bolso pronto (eventualmente en casa amiga) con documentos, ropa para ella y los hijos, medicación que necesite, algo de dinero”. En caso de hechos de violencia, se sugiere “evitar los lugares en la casa de los cuales no pueda escapar”, y explicarle a sus hijos “cuál es la actitud que tienen que tomar en caso de explosión de violencia”: ir a la casa de la vecina, llamar al 911, por ejemplo, e intentar evitar la pelea. Si ya dejó la casa, se aconseja que se le proponga “cambiar sus hábitos, horarios de trabajo, recorrido en ómnibus, borrar al agresor de sus redes sociales y grupos en whatsapp y, en urgencia, consultar un servicio especializado”.

A su vez, se estimula a la vecina a que acompañe a la víctima a hablar con un servicio especializado en el tema violencia y género. Se advierte que si la víctima “piensa hacer una denuncia policial por violencia doméstica, siempre es mejor consultar antes un servicio para preparar la denuncia, para prepararse a enfrentar la burocracia, los procedimientos pesados, complicados y para recibir todo el apoyo que se necesita para sostener una denuncia y evitar daños mayores”. Es necesario tener en cuenta que la denuncia policial “es un derecho” y la “única forma en que el juez especializado puede tener conocimiento de una situación y tomar las medidas correspondientes, incluyendo las medidas de protección”. Sin embargo, se aclara que la denuncia es parte de la resolución del problema, no la solución.

Si la urgencia de la situación no da tiempo a consultar a un servicio especializado, se sugiere que la víctima “vaya acompañada por una persona de su confianza y consulte después un servicio especializado para apoyarla y poder sostener la denuncia”. En caso de que la mujer asegure que “por ahora está todo tranquilo en casa”, recomiendan hacerle entender que es el momento ideal para consultar y evitar nuevos episodios de violencia.

El colectivo concluye que el rol de la vecina es el de la “intervención en primera línea”, porque actúa “tirando una piola” para que la víctima “ya no sea más la ‘mujer en situación de violencia doméstica’, sino la ‘persona’ [...] que hace los movimientos necesarios para hacerse valer y hacer valer sus derechos”.