En las redes sociales no puede decirse cualquier cosa. Primero, porque alguien puede leerlo o escucharlo, y segundo, porque en los medios informáticos se tipifican los mismos delitos que en otros ámbitos. Estas conclusiones parecen extraerse de la decisión de la jueza Julia Staricco de procesar sin prisión a una persona por “instigación pública a delinquir”, por declarar en Facebook que había sido robada tres veces y que si alguien estaba pensando en armar un grupo para matar delincuentes, él se sumaba. Otras cinco personas, que participaron en el intercambio, también fueron citadas a declarar el viernes y pasaron la noche anterior detenidas, pero al día siguiente fueron liberadas. Entre ellas, una persona que intervino para cuestionar a quien había propuesto salir a matar delincuentes.

Staricco explicó a la diaria que su actuación surgió a raíz de una acción de inteligencia policial. “Inteligencia nos dio cuenta y actuamos. Yo no ando monitoreando las redes ni hubo una denuncia de nadie”, dijo la jueza. Aseguró que en este caso no se utilizó el software El Guardián, que es “para otra cosa”, sino que se llegó al conocimiento del caso a raíz del “monitoreo de las redes sociales”. Sostuvo que “no es la primera vez” que se procesan personas por lo que afirman en las redes sociales, por delitos como instigación al odio, instigación a delinquir, difamación e injurias u otros. Explicó que la instigación a delinquir se aplica por el solo hecho de enunciar algo; no fue necesario que existieran acciones concretas, por ejemplo, tendientes a conformar efectivamente un grupo para “matar delincuentes”.

El director general de secretaría del Ministerio del Interior, Charles Carrera, explicó a la diaria que inteligencia policial intervino porque llegó “una denuncia al ministerio”, y que a raíz de eso solicitó autorización a la Justicia para realizar la investigación. “No se está monitoreando las redes sociales”, aclaró.

Material de análisis

Si se monitorearan, y los procesamientos se dictaran con prisión, sin duda se agravaría el hacinamiento carcelario. En los portales de los medios de comunicación, en las redes sociales y en blogs es común encontrar personas que piden “matar a todos” los delincuentes. Germán Aller, profesor titular de Derecho Penal de la Universidad de la República, explicó a la diaria que para evaluar estos casos hay que fijarse mucho “en las palabras y los matices”, porque “una cosa es un ciudadano justificadamente molesto”, y “una cosa distinta es preconizar que se lleve a cabo una conducta de forma sistemática”. Aclaró que no conoce los detalles del caso, pero que manifestar disposición a sumarse a un grupo para matar delincuentes es “notoriamente un exceso”.

Otro tema de discusión tiene que ver con los límites entre lo público y lo privado. Aller sostuvo que las redes sociales son públicas, a diferencia de los correos electrónicos, pero cuando tienen algún filtro de privacidad, sólo podrían investigarse mediante orden judicial. La persona que realizó el comentario lo hizo en un espacio abierto en Facebook, pero algunas respuestas de quienes fueron citados a declarar tenían filtros de privacidad, y por lo tanto requerían una orden judicial para habilitar la actuación de inteligencia. Carrera aseguró que la hubo en este caso.

Gustavo Salle, abogado defensor de la persona que intervino para oponerse al primer comentario y que sin embargo también fue citada, manifestó que la citación de su cliente “fue un abuso” porque intervino “para oponerse a la idea”, y por lo tanto estuvo detenido durante una noche sólo “por haber intervenido en el intercambio”.

Amantes del fusil

Con más de 20.000 seguidores, la página en Facebook de la Guardia de Granaderos del Regimiento Guardia Republicana aparece como pasible de tipificaciones similares a la de Staricco. A modo de saludo utilizan el “Yo me atrevo”, que hace alusión a una frase identificada con la guerra antisubversiva y la tortura como método -a partir de la trilogía de Jean Lartéguy que narra las peripecias del ejército colonial francés en Argelia- y que además fue utilizada por la dictadura uruguaya: el contraalmirante Óscar Lebel contó en 2009 que el coronel golpista Alberto Ballestrino lucía un banderín con esa leyenda durante el entierro de Zelmar Michelini.

A modo de ejemplo, esto posteaba la página en febrero de 2016: “Que se dé vuelta la tortilla y que los que corran como cucacharas corridas con BAYGON sean los pichis, que huelan, respiren, y mamen el MIEDO, que rajen de noche cuando vean luces intermitentes azules y rojas aunque sean las de una ambulancia, que el honesto y el laburante que banca todo con el sudor de su frente pueda vivir en paz y tranquilidad, sin rejas, ni alarmas, ni cámaras, y que al policía se le permita trabajar con dureza y a fondo contra la lacra”. También hay referencias a los “colibríes” -en alusión a la campaña por el No a la Baja- y a la necesidad de matar a los “planchas”.

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, se refirió a este grupo de integrantes de la Guardia Republicana en su última comparecencia al Parlamento en régimen de comisión general, en febrero de 2016, y aclaró que no es una página oficial. Carrera dijo a la diaria que se pidió información a Facebook sobre las personas que están detrás de la cuenta -en su política de privacidad, Facebook aclara que puede utilizar la información de los usuarios cuando haya requerimientos legales, una investigación judicial o incluso gubernamental- y que ya se realizaron “unos cuantos sumarios” de algunos funcionarios policiales que pudieron ser identificados. “Siempre que constatamos una situación que involucra a un funcionario, le hacemos un sumario y le damos la baja”, afirmó el jerarca. Quizá por eso la página de los “boinas negras” insiste, cada tanto, con un posteo: “Se agradece no proporcionar nombres ni datos del personal policial”.