En un abrir y cerrar de ojos, se produjo anoche el triunfo aurinegro. Sin juego colectivo, el talento individual le dio los tres puntos a Peñarol, que superó 3-1 a Rentistas. Fue una victoria importante para Peñarol, con remontada incluida. Los goles del juvenil Diego Rossi y de Maximiliano Rodríguez no sólo significan tres puntos que les permiten a los carboneros seguir arriba en ambas tablas, sino que también son la tranquilidad necesaria para afrontar la recta final del torneo. La tranquilidad tiene que ver con el resultado: en juego Peñarol está lejos de su mejor versión.

Rentistas fue claro en su propuesta. Dos rígidas líneas de cuatro en defensa y mediocampo, siempre abocadas a contener o romper, mucho más que a crear, para contener el fútbol de Peñarol. No dejó jugar a Federico Valverde, ni a Diego Forlán, ni a Nicolás Albarracín, lo que provocó que Cristian Palacios fuera un navegante solitario en el ataque aurinegro. El primer tiempo, discreto y con poco juego ofensivo de ambos equipos, tanto colectivo como individual, sólo se vio alterado por el gol de Joel Burgueño.

El delantero recibió el pase corto por la banda derecha, tiró la guinda hacia adelante, acomodó visión y cuerpo, cargó, apuntó, y el tiro cruzado se metió en el arco, luego de que el jugador complicara a Gastón Guruceaga con un pique justo antes de que la pelota llegara a su posición. Tal vez fue demasiado premio, en un partido propicio para el sueño largo. Tal vez fue el premio a la audacia de patear de larga distancia, porque nunca da lo mismo intentarlo que quedarse con las ganas. Hasta ese momento fue el único tiro al arco con pretensiones que puso Rentistas. Peñarol había tenido dos: uno de Valverde y un córner que Forlán casi mete olímpico. El resto del juego, por esa muralla en el medio de los bichos colorados y por la inoperancia de Peñarol para crear, naufragó en pelotazos largos sin éxito.

El segundo tiempo comenzó con el carbonero en la labor de decodificar las claves que le permitieran, primero, mejorar su propio fútbol, y segundo, buscar goles para dar vuelta el resultado. El cambio no fue de sistema, sino de hombre: Hernán Novick por Nahitan Nández. En el primer cuarto de hora del complemento, el resultado fue el mismo: Peñarol no pudo y Rentistas siguió firme en la defensa. Como si fuera poco, a Peñarol se le sumó un infortunio más. El árbitro pitó un penal para los carboneros, en una discutida falta que protestó todo Rentistas, pero Guillermo Reyes, con gran volada hacia su izquierda, le contuvo el tiro a Cristian Palacios.

Jorge da Silva mandó más cambios, y en estos estuvo la clave del posterior triunfo. Entraron Diego Rossi y Maximiliano Rodríguez; ambos, gracias a maniobras individuales -porque Peñarol no tuvo soluciones colectivas-, dieron vuelta el partido. Fueron dos goles pegados: primero el juvenil encaró, dejó tres en el camino y le pegó rasante para empatar 1-1; luego, casi enseguida, fue Maxi el que, tras ver a Reyes adelantado, la calzó desde 30 metros y la puso llovida por encima del arquero. Ya en tiempo de descuentos, otra vez Rodríguez cargó su pierna hábil, la zurda, para poner el 3-1 final.

Con la victoria, Peñarol puede centrarse definitivamente en el torneo local. No se salvó de la mediocridad en la Copa Libertadores, quizá su máxima apuesta para este semestre del año, y busca redimir sus errores en el Clausura. Tiene asegurada la definición por haber ganado el Apertura, y sigue primero en la tabla anual, que siempre es una ventaja. Eso sí: lo hace como puede.