El Festival Internacional de Danza Contemporánea (FIDCU) nació hace cinco años en un panorama bien distinto. Los cambios del mapa institucional y las políticas culturales, por un lado, y de las preguntas y estéticas del propio campo artístico, por otro, hacen que sostenga la consigna de “el arte es un estado de encuentro” con más convicción que nunca, y también con sólidos y colectivos fundamentos.

Propone una mirada sobre la producción de danza contemporánea en Uruguay y otros países, con especial interés en las relaciones entre países, campos, artistas, obras y agentes culturales. Con un delicado y cambiante balance entre ser un proyecto autónomo y aliarse con instituciones de sólida presencia en el área cultural, el FIDCU es, además de una especie de megaferia de la danza contemporánea, un modelo de gestión en el que confianza y generosidad son palabras claves. La relación entre madurez en la producción y alegría adolescente en la realización también caracteriza al festival, cuya programación fue presentada en un evento performático el jueves y que se realizará del 4 al 11 de mayo en Montevideo. Sus propuestas son tan diversas como las posibilidades entre las que busca moverse la danza contemporánea, un arte que entiende que el cuerpo y sus múltiples manifestaciones son su medio y su fin artístico, y que busca expandir el significado de lo coreográfico más allá de las convenciones del espectáculo, de la composición y del individuo.

En el editorial de bienvenida, Paula Giuria Bianchi -fundadora, directora artística y productora general del FIDCU- escribió: “Cuando vemos una pieza de danza, estamos viendo una expresión sensible, simbólica, que responde a una realidad, que nos dice y nos levanta preguntas en torno a cada diferente contexto”. Habrá obras, talleres, procesos creativos, mesas redondas y creación de intersticios para lo impredecible. Desde su inicio, el festival hace un esfuerzo por gestionar espectáculos con entrada gratuita, y este año lo serán todos menos los que se presenten en salas del teatro Solís.

El FIDCU es resultado del trabajo en equipo de un grupo de gestores y artistas. La producción general está a cargo de Giuria, Catalina Lans y Vera Garat; la dirección técnica, de Leticia Skrycky, Erica del Pino y Santiago Rodríguez Tricot; la curaduría internacional, de Giuria, y la de las obras uruguayas, de Giuria, Elisabetta Bisaro y Micaela Moreno. Se suma un vasto equipo de asistentes y colaboradores, además de los apoyos y complicidades con diversas instituciones.

Brindando la posibilidad de acercarse a un campo interesado en el cuerpo y sus modos de comunicación, relación y politización, el festival propone un mapa curaturial que organiza a la vez que exhibe el territorio y las preguntas que mueven a la danza contemporánea y a las comunidades con las que esta se relaciona (o no), asumiendo sin culpas que toda selección es un recorte, con sus premisas y consecuencias estéticas y políticas.

Ocho y ocho

La programación de este año (ver www.fidcu.com) se caracteriza por reunir una multiplicidad de estéticas y de formatos: obras en la calle, duracionales, participativas, otras más “obras” en el sentido convencional, en el Solís, el Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE), el predio del Museo Juan Manuel Blanes y Punto de Encuentro-MEC. Incluye trabajos de creadores muy jóvenes junto a los de autores ya consagrados y hasta veteranos. Hay, además, coproducciones con diversos países e instituciones, que hacen del festival un espacio no sólo para la muestra sino también para la creación y el intercambio.

De lo “hecho acá”, las propuestas son ocho y presentan obras ya vistas y otras nuevas o seminuevas para el público nacional. El miércoles 4, Error 404 (de quien firma, 19.00, Punto de Encuentro-MEC), sobre las dificultades de la danza para comunicar y sus problemas con el lenguaje. El jueves 5, Al borde de la piscina (Luciano Álvarez y Norma Berriolo, 12.00, sala Delmira Agustini), en la que dos veteranos de la danza celebran la vida y poder bailar; Fardo (Victoria Colonna, 17.30, Punto de Encuentro-MEC), en el marco del Programa de Jóvenes Creadores, una exploración sobre la alteridad, el encuentro y el amor, en un solo escénico hecho a partir de Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes; y Piso, cielo, nada (Lucía Valeta y Adriana Belbussi, 22.00, sala Zavala Muniz), en la que dos mujeres investigan cuerpos en un espacio vacío (“cuerpos blandos, flexibles, refugiados, curvos, contenedores, pesados, desarmados, almados, quietos, vivos, cuerpos”, dicen). El viernes 6, Retrato de un monstruo (edición 1) (Ayara Hernández Holz y Lupita Pulpo, 21.30, Zavala Muniz), coproducida entre Uruguay y España, en la que conviven de forma opaca los performers, la escenografía, la luz y el sonido, en una tensión constante entre ser un cuerpo, tener un cuerpo e inventar un cuerpo; y entre lo que se muestra, lo que se esconde y lo que está a punto de aparecer. El sábado 7, Acto I - permanecer / trilogía antropofágica (Tamara Cubas, 17.00, Zavala Muniz), una obra de cinco horas en la que las consignas de la antropofagia cultural son dispuestas para la exploración de artistas y comunidad artística, mientras se digiere la obra de otros y quizá hasta los cuerpos de los invitados. El domingo 8, Algo de los hombres sin paz (Ruth Ferrari y Francisco Tomsich, 16.00, predio del Museo Blanes), presentación de una investigación sobre movimiento y representación codirigida por dos, pensada para siete y performada por seis, que comienza como una conversación y se convierte en una exploración coreográfica; y Un epílogo para otro teatro: True Love (Luciana Achugar, 21.00, INAE), investigación nacida en Nueva York y continuada en Uruguay, que consiste en un acercamiento al espectáculo como ritual, como comunión y como sanación, que activa visceralmente al espectador pasivo durante tres horas, y en la que se invita a que el público decida por sí mismo cómo ver la obra o interactuar con ella. El martes 10, Epifanía (Andrea Arobba, 21.30, Delmira Agustini), exploración del espacio y del movimiento por medio de las herramientas del aikido, buscando trascender los límites de las disciplinas en un trance de mutua contaminación.

Del resto de América Latina llegan cinco. El miércoles 4, Límites difusos (Iván Sánchez Ramírez, Chile, 20.30, Delmira Agustini), sobre dejarse traspasar; y ¿Cómo superar el gran cansancio? (Eduardo Fukushima, Brasil, 21.30, Zavala Muniz), que busca responder a esa pregunta mediante el lenguaje corporal. El jueves 5, En la boca de la tormenta (Fabián Gandini, 19.30, Zavala Muniz), que se sitúa en la perspectiva artística y filosófica de los debates acerca de la relación entre danza, trabajo y mercancía, con el propósito de pensar la inmaterialidad de la performance como problema teórico y desde un enfoque crítico y materialista. El viernes 6, Junta (Matilde Amigo, Chile, 20.00, Delmira Agustini), un manifiesto escénico que plantea que cada sujeto es un territorio con una identidad particular, y que sus maneras de hacer son su bandera, escudo, himno, flora y fauna, traje típico y baile nacional. El martes 10, The Hot One Hundred Choreographers (Cristian Duarte, Brasil, 20.30, Zavala Muniz), medio en la web y medio en escena, en la que un coreógrafo replica la tarea de seleccionar a los 100 colegas que más lo calentaron en su vida, y de bailarlos cuestionando la lógica de los rankings y la de las formas de historización.

Desde Europa las propuestas son tres. El sábado 7, Mix-en-scene Cara A (Amaranta Velarde, España, 20.00, Delmira Agustini), una experiencia acústica y coreográfica en la que un performer-bailarín-DJ pincha en directo mientras trata de construir una sesión que versiona y mezcla fragmentos (sampleados) históricos e icónicos de la danza y la música. El domingo 8, Miguel meets Karima (Miguel Pereira, Portugal, 20.00, Zavala Muniz), que surge del (no) encuentro entre dos coreógrafos, uno portugués y otra egipcia, que se entusiasman con la idea de una creación conjunta pero a quienes se les complica la gestión y terminan haciendo dos solos, del que veremos uno. El lunes 9, All Dressed Up With Nowhere to Go (Gloria Nardin, Italia, 21.00, Zavala Muniz), que explora la situación de estar vestidos sin saber a dónde ir, la linealidad del tiempo destruida y los cuerpos como alfileres de la realidad puestos en el tejido de la performance.

Formas de formación

Además, el FIDCU ofrece talleres gratuitos -en coordinación con la Escuela Nacional de Danza, el INAE y el Centro Cultural de España- sobre la danza y otras formas de escritura artística (Diana Teocharidis, Argentina); la organización y desorganización como ejes creativos (Eugenia Estévez, Argentina); los fundamentos técnicos, coreográficos y expresivos del tango (Natacha Melo, Pablo Sosa y Evelyn Rivera); las implicaciones ético-políticas de la experiencia dancística derivadas de su arraigo en la experiencia corporal (Javier Contreras, México); y la propuesta de pensar el tiempo como dispositivo para la creación (Fabián Gandini, Argentina). También se llevará a cabo el laboratorio Movimiento Sur, a cargo de Rocío Rivera y Catarina Saraiva, para preguntarse sobre modos de criticar con sentido, y sobre el feedback y el rol de la crítica durante procesos creativos. No faltará la exploración en la calle, de la mano de Iván Sánchez y Paula Aguirre (Chile), que proponen abordar el espacio público como un territorio de apropiación colectiva, construyendo una intervención en torno a la idea de “intersticios”.

Se suman, como actividades extra (o meta) escénicas, la presentación de los libros Asymmetrical Motion, de Lucas Condró (Argentina); y la obra colectiva El libro de la danza uruguaya, que explora la escritura como coreografía conjunta. Además habrá una jornada de actividades en el Prado; mesas relacionadas con el proyecto “Pioneras de la Danza”; una charla con Cristian Duarte; la tercera edición de Artistas ETC, donde un grupo multirrubro reflexiona y trabaja sobre movilidad, asociatividad y sostenibilidad de las plataformas artísticas en América Latina; la apertura de “Bocetados”, un experimento hecho entre artistas de Argentina y Uruguay; el inicio de los procesos que realizarán en residencia los brasileños Gustavo Ciriaco y Wagner Schwartz; y una conferencia en la que Nacho Correa y Natalia Viroga analizan la práctica fotográfica y su producción en danza contemporánea.