La construcción de la planta regasificadora en Puntas de Sayago está detenida desde hace casi un año por varios motivos. Entre otros, por el retiro de la brasileña OAS y el consorcio conformado por la francesa GDF Suez y la japonesa Marubeni. Pero el principal argumento del presidente Tabaré Vázquez y de la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, para no continuar con la obra es la dependencia que implica que Argentina compre el gas, ya que si no lo hiciera, el negocio no funcionaría. Sostienen, además, que esta dependencia es motivo suficiente para evaluar la posibilidad de comprar un buque regasificador más pequeño que el originalmente planeado.

En diálogo con la diaria, Méndez desestimó el discurso del Ejecutivo. Si bien Vázquez y su par argentino Mauricio Macri llegaron en enero a un acuerdo de palabra para este comercio, las negociaciones siguen en curso. Para el ex director de Energía, sin embargo, “los números muestran” que aunque Argentina no compre, el negocio “es viable”, y las ganancias superarían los 500 millones de dólares en la totalidad de la construcción de la obra.

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Consultado por la prensa respecto de la ocupación que están llevando a cabo los trabajadores de UTE (AUTE), el presidente de la empresa, Gonzalo Casaravilla, dijo que las reivindicaciones sobre las inversiones, sobre el hecho de que los parques eólicos estén en manos de privados y sobre las tercerizaciones son “clásicas”. Respecto de estas últimas, en particular, observó que “no han aumentado” sino que se han “mantenido y están dentro de los estándares”.

También respondió al reclamo de la negociación colectiva. Dijo que esa cuestión “está en el ADN de UTE” y que, de hecho, se ha desarrollado una negociación “muy amplia, en todos los aspectos”. “Evidentemente cada uno y en cada momento -dependiendo de cómo se lleve la negociación- hace más o menos exposición pública, pero históricamente en UTE ha habido una sana negociación colectiva”, afirmó.

Además, Méndez consideró “muy difícil” que el país vecino no entre en el negocio, porque “tiene un faltante de 40 millones de metros cúbicos diarios de gas natural durante muchos momentos del año”.

Por otro lado, Méndez dijo que “no se puede” ejecutar el proyecto sin el buque originalmente planeado para este, que está siendo construido en Japón y cuenta con una capacidad de almacenamiento de diez millones de metros cúbicos. Tanto el presidente como la ministra, en sus visitas al país nipón en 2015, alertaron a la empresa constructora, MOL, del “cambio de condiciones” y de la posibilidad de que se opte por un barco de menor tamaño -decisión que atrasaría la puesta en marcha de la planta en al menos dos años-. El ex director de Energía explicó que la necesidad del barco más grande responde a “las fluctuaciones de las lluvias y el fenómeno de El Niño, ya que el sistema funciona con una gran capacidad de almacenamiento de gas natural; si no, con menor capacidad, los números de rentabilidad empiezan a caer drásticamente”.

Al día de hoy, el mercado local cuenta con unos 45.000 clientes, una porción relativamente baja de los hogares. Pero Méndez estima que la baja demanda se debe a que “no hay una garantía de suministro natural”. “Si nosotros garantizamos esta oferta, los modelos nos dan que a la larga el gas natural penetra en la matriz energética, reduce costos y se repagan ampliamente todas las inversiones”, afirmó.

Después de la ola

A pesar de que las tarifas de UTE subieron 9,85% en enero -levemente, pero aun por encima de la inflación, que en 2015 fue de 9,44%-, Casaravilla decidió responder recién ayer a las críticas que levantó este incremento. “Tras el tsunami de críticas que vinieron, optamos por sumergirnos y esperar a que pasara la ola, para salir a responder y defender lo que estamos haciendo”, explicó.

Según dijo, el alza fue fruto de la vulnerabilidad del país por falta de agua -y el insuficiente respaldo térmico-, así como de la suba del barril de petróleo. “Nos daba vuelta el barco”, siguió diciendo, apegado a las metáforas marinas. En la paramétrica de la tarifa hay 15% que corresponde a la masa salarial, 8% del impacto del Índice de Precios del Consumidor en los costos operativos, y “el resto es el barril de petróleo y, por ende, la suba del dólar”.

Fue justamente la suba del dólar la que se “comió” el ahorro de 500 millones de dólares acumulados desde 2013 por los cambios realizados en la matriz energética y que permitieron bajar los costos variables de la generación eléctrica a más de la mitad.

Por su parte, Méndez, coordinador del plan de cambio de la matriz energética, sostuvo que el cambio en las tarifas no es algo que resuelva UTE en particular, sino “un mandato del Poder Ejecutivo”. “En nuestro país, históricamente -y no es un tema de los gobiernos de izquierda-, las tarifas de los servicios públicos han sido una variable de ingresos para el Estado para llevar a cabo las políticas públicas””.

Dijo que el mensaje de UTE al Ejecutivo en diciembre era de un aumento “muy inferior” al que finalmente se resolvió. A pesar de que en términos reales las tarifas hayan bajado 16% en los últimos cinco años, Méndez consideró que “sin lugar a duda hay espacio para que haya una reducción de las tarifas mayor a la que se ha dado”.

En este quinquenio, UTE será la empresa pública con mayores niveles de inversión: 1.366 millones de dólares en los cinco años, principalmente en parques eólicos.