-En las últimas semanas les deben haber hecho -a vos, Pau, y a cualquiera de los de Alucinaciones- más notas periodísticas que en los diez años que llevan tocando en otros proyectos. Teniendo en cuenta que todos son generalmente tipos de perfil bajo, ¿cómo se llevan con tanta exposición súbita?

Pau O’Bianchi (PB): -Bien, el tema depende mucho de quién haga la nota y en qué circunstancias; si la charla es amena y si se puede profundizar la clásica tarjeta de presentación, me cuelga. Me cuelga hablar de música en cualquier lado. Por ahora viene bien, han sido todas bastante entretenidas.

-¿Pensás que ese interés viene exclusivamente por el trabajo de Alucinaciones, o también por todo lo sucedido antes de la formación de esta banda?

PB: -Por lo que venía antes y por el disco de Alucinaciones. Mal o bien, ya hace tres o cuatro años que venimos haciendo música, es un todo. Pero, además, Alucinaciones es el proyecto más legible de todo el caos del que veníamos antes, de todo el ruido.

-No te ha gustado mucho que se compare el disco de Alucinaciones con Diciembra, de Tres Pecados. Contame cuál te parece la diferencia esencial.

PB: -La concepción general de la música: antes priorizábamos más lo de explotar, lo de gritar, y no nos importaba tanto hacer una canción; ahora estamos tratando de meter eso dentro de la canción y que se entienda. Estamos más libres de ciertos hermetismos que teníamos de adolescentes, más dispuestos a otras cosas. Fue un devenir, no llegamos a eso en un instante.

-¿Cómo reparten los roles? Tres Pecados era una banda aparentemente muy democrática, pero vos eras el compositor; ahora trabajás con gente como Lucas o Fabrizio, que son los compositores principales en sus otros proyectos.

PB: -Estar rodeado de más compositores permite modular más la idea boceto de un tema; antes tiraba una idea y los demás me preguntaban cómo desarrollarla, ahora ya la van desarrollando desde que la presento, y van introduciendo sus ideas. Antes no saltaba nadie a proponer una cosa distinta. Para mí es algo más relajado.

Lucas Meyer (LM): -Y cada vez más, porque los temas nuevos que estamos haciendo a veces parten de cosas que trae otro.

Fabrizio Rossi (FR): -En el proceso de hacer el disco hubo un montón de adiciones. Ninguna idea quedó incuestionable desde el principio; hicimos muchas capas nuevas de sonidos, y después borramos esas capas nuevas. Hubo mucha experimentación en relación con lo que eran originalmente los temas.

-¿Esa interacción también llegó al plano de las letras?

PB: -Sí, en este disco sí. Por ejemplo, la de “Secta de las dos lunas” la hicimos entre todos, una vuelta que nos fuimos de vacaciones juntos a Santa Isabel.

FR: -O en temas como “Cáncer pop”, que mutó como 20 veces, cada vez que la leíamos. Siempre con Pau como generador. Él es el que abre el juego; generalmente cuando a él ya le gusta una letra, es algo con lo que estamos de acuerdo todos, pero cuando tiene dudas, ahí empezamos a arrimar frases...

-Parece que las vacaciones son muy fecundas para ustedes: Pau se vino de unas con el disco de María Rosa Mística abajo del brazo, ahora me dicen que este tema también lo hicieron así.

FR: -En realidad, fueron las primeras vacaciones en que nos fuimos juntos tres o cuatro que compusimos. En las últimas... podríamos decir que generamos historias para narrar más adelante...

LM: -Bueno, también acabábamos de sacar el disco, así que más bien descansamos la parte creativa.

-A pesar d cierta centralidad en vos, Pau, tengo la impresión de que para Alucinaciones -y en cierta forma para tu generación- el concepto de “colectivo” es muy importante, al menos en lo artístico, aunque no tengan un programa estético definido ni nada.

PB: -Creo que sí es algo más bien generacional... ahora trato de recordar ejemplos similares en la música uruguaya y se me ocurre poca cosa, porque en general lo que se hace son colaboraciones. Fue algo muy natural que se dio, pero ni en nosotros mismos está muy claro. La palabra “colectivo” no es muy cómoda.

FR: -Es que al ser tan mutante todo, fue la alternativa que tuvimos para potenciarnos los unos a los otros. Nos llevamos bien entre todos, y tenemos una visión común de poder tocar sin tantos intermediarios, tantas transas. Y dentro del propio colectivo están los distintos sellos, que sí se dividen de forma más estética. La idea general es simplemente poder tocar.

PB: -Hay que tener en cuenta que nosotros nos conocimos en la época de la crisis, cuando era un huevo comprar un amplificador o armar una fecha. Especialmente para gente como nosotros, que no teníamos nada que ver con lo que era en ese momento el auge del rock uruguayo.

-Ustedes son justamente parte de la generación que hizo posible ese auge del rock uruguayo, porque fue su público, pero no me queda claro cómo se relacionan con ese rock. Musical y personalmente no tienen, que yo sepa, contacto, pero tampoco se nota una hostilidad hacia esa música, como si fueran de planetas distintos y muy separados.

PB: -Más que nada era una cuestión de identificación. Yo no me sentía muy identificado con ese boom. Estaba en todos lados, todo el mundo hablaba de eso y uno se sentía medio extraterrestre al no poder conectar... No fue una postura filosófica, no nos gustaban o conmovían, estábamos colgados con otras cosas.

FR: -En aquella época nos costaba considerarnos bandas de rock, como que el término estaba para definir eso otro. En términos formales, capaz que ninguna de las dos cosas era rock, pero había una necesidad de apartarse de lo que se llamaba “rock”. Nosotros íbamos a ver a bandas de mierda que no conocía nadie, pero era nuestra chance de socializar y de conocer gente. Ver minas... en un recital de rock normal tenías que agarrar a una muy en pedo para que te diera bola.

-Pero hablando de rock, ustedes en general partieron de hacer algo estridente y experimental, que tal vez no pueda definirse como “rock”, y después no fueron derivando hacia el rock, sino más bien hacia una especie de pop.

FR: -A mí me costaba mucho decir “pop”, o que alguien me dijera “eso es pop”; era como si me dijeran “eso es una mierda”. Me costó mucho entender que el pop me gustara, relacionaba el término con bandas como La Ley, pero después me fui dando cuenta de que otras bandas con los mismos códigos me volaban la cabeza. No era cuestión de una norma.

LM: -A mí siempre me gustó el pop. Cuando estaba en Paysandú tocaba en Alergia, que era más bien ruido, pero creo que nunca me gustó demasiado. Incluso cuando íbamos a ver a muchas bandas extremas, lo hacíamos más que nada por una cosa social. Hablan por la Espalda sí, pero del resto no recuerdo ninguna.

-Hablan por la Espalda mucho pop no tenía...

LM: -Tenía, sí.

-Ustedes siguen siendo vistos como una nueva generación musical, pero en realidad ya no son tan nuevos. Llevan más de diez años recorriendo escenarios.

FR: -Y más ahora que hay una generación nueva, y nos hace sentir que somos “Chocheando en familia”.

-Capaz que esa generación nueva los tiene a ustedes como referencia.

PB: -Sí, yo les comentaba a ellos que de pronto hay pibes de 15 o 16 años que me escriben y me mandan su disco, que lo grabaron ellos.

LM: -Es que acá sos lo nuevo con 30 años, de pronto en otro lugar lo nuevo serían estos pibes, pero acá no.

PB: -Es también una cuestión medio tercermundista, de dificultades de producción. En el primer mundo ves a flacos de 20 años que la están rompiendo, pero generalmente tienen un productor atrás y herramientas. Para nosotros fue todo un camino.

FR: -Ahora hay otra urgencia de mostrarse, grabar y subirlo a Youtube; antes, capaz que uno se pasaba diez años antes de decidir mostrarse. Nosotros a los 22 años teníamos, a lo sumo, un disco por banda, pero estos guachos tienen como 50. Podés decir que son lo-fi y que suenan como el orto, pero las canciones están ahí. Hay mucho menos filtro a la hora de exponerse.

-Pero ustedes están en un camino más perfeccionista, de demorarse tres años para pulir un disco. ¿Cómo congenian eso con un discurso más bien opuesto a comercializar la música? ¿Cómo pueden dedicarle ese tiempo de trabajo si, que yo sepa, no son precisamente millonarios? ¿Piensan que es algo que pueden mantener a largo plazo sin tener rédito económico?

PB: -Es algo que ni nosotros mismos tenemos claro y que en la interna debatimos, porque tenemos posturas filosóficas muy distintas acerca de eso. Fabrizio es el único que vive de la música: no de la que hace él, sino de producir, grabar, hacer sonido. El resto tenemos nuestros trabajos y un campo aparte donde hacer música. En lo personal, creo que es algo que se está desarrollando, que estamos en Uruguay y que no hay que pedirle peras al olmo. A mí lo que me pasaba con el rock uruguayo era que, más que tratar de transmitirme un sentimiento, me parecía que quería venderme algo, y eso me chocaba mucho, sobre todo en plena crisis. Yo el arte lo tomo como algo muy emocional, y el laburo como una cuestión práctica; si tengo que elegir qué esclavizar en este sistema de mierda, que sea mi cuerpo y no lo que hago en música.

FR: -Si hay algo en común entre todos nosotros y las bandas nuevas, es que ninguno vive de lo que compone o produce. No le ponemos una fichita a que algún día nos podamos comprar una casa con alguna canción. No pensamos “si esta canción la pasan en la radio dos años, la gente la va a odiar, pero me voy a comprar un auto”. Ninguno estuvo expuesto a esa posibilidad siquiera...

PB: -Son muy, muy pocos los músicos que viven de su creatividad. Porque una cosa es vivir de tu creación y otra vivir de la música, aunque muchas veces se confunden.

-A diferencia de la generación anterior del under, tengo la impresión de que ustedes mantienen un mayor contacto con la tradición musical uruguaya. ¿Fue algo grupal, o cada uno llegó por su propio camino?

PB: -Creo que todos llegamos por caminos distintos. Yo me crié con dos viejas que eran fanáticas de Jaime Roos y que iban a los tablados, esa música estaba en mi casa y había cero prejuicio, tanto con lo nacional como con lo extranjero. Pero creo que en nuestra generación eso está vinculado con la evolución de internet.

FR: -Justamente, antes por la radio llegabas más fácil a lo extranjero que a lo nacional. Ahora está todo en el mismo lugar, está todo a un clic. Nosotros también tuvimos cierto rechazo a las bandas locales que cantaban en inglés, a todo el britpop uruguayo, que era más cheto, parecido a Oasis, y que tocaba en los mismos lugares que nosotros. El rechazo no era tanto a que fueran chetos, sino a que cantaran en inglés. Al menos, en mi caso, no les entendía un carajo.

PB: -Ahora también hay un análisis más profundo de la música uruguaya, podés ver más documentales, leer más libros. No solamente tenés la música que podés bajarte de la web, sino que también podés saber más sobre los autores, las bandas de cualquier época. Quieras o no, eso genera escuela. Antes era más fácil saber algo sobre Sonic Youth que sobre [Eduardo] Mateo. Y hay toda una historia que ahora estamos viendo con más claridad y valorando más. Es algo que está cambiando; puede ser que la música uruguaya no sea a lo primero que se va, pero hasta los más jóvenes están yendo hacia ahí.

LM: -Yo siento que, dentro del rock reciente, nuestra generación es la que más ha ido hacia la música uruguaya para adaptarla. Creo que es de lo mejor que hemos hecho, más allá de que no me guste mucho diferenciar entre lo que es nacional y lo que no.

FR: -En verdad, hippies candomberos hubo toda la vida, y te puedo nombrar a mil artistas que están en eso y que no tienen nada que ver con Esquizodelia [el sello discográfico de Alucinaciones en Familia y bandas aledañas]. Tal vez la novedad fue acercarlo más a lo experimental-rockero.

LM: -Es que la gracia de estas bandas, para mí, ha sido la de asimilar el candombe sin necesariamente hacer un candombe. Que estén influenciadas en un mismo nivel por Jaime Roos, Bob Dylan o Joy Division.

PB: -Lo que está zarpado de ahora es que antes una estética -por ejemplo, ser rockero- implicaba también una filosofía, vivir como un rockero, y hoy en día no es tan así. Hoy en día una estética es una estética, y una forma de pensar es otra cosa.

-Bueno, aunque hay muchos elementos autobiográficos, no hay mucho contenido “social” en las letras de la banda.

PB: -Sí, creo que siempre fuimos del afuera hacia el adentro, y no tanto lo contrario. Es algo que recién ahora estoy haciendo. Para mí la música era esencialmente para desahogarme... aunque son 400.000 factores a la vez. Es más fácil que vaya hacia lo espiritual, a algo que trascienda lo que soy. Como creador, no me siento alguien que esté completamente seguro de todo lo que hace, o que tenga un control sobre todo.

-Hablando de eso, tanto en Diciembra como en el disco María Rosa Mística o en Alucinaciones en Familia hay una recurrencia bastante frecuente a las imágenes espirituales o hasta religiosas, algo muy raro en la música uruguaya.

PB: -Sí, posiblemente es una inquietud mía; nunca definí si creo en Dios o no, y eso se traspasa a la música. Nunca pude, en mi puta vida, decir “Dios existe” o “Dios no existe”, pero también tiene que ver con un asunto de fe, de creer que lo que estoy haciendo es lo único bueno que puedo hacer. No me concibo como ser humano sin hacer música; estoy para eso, lo otro es decoración.

-Tanto vos como Lucas -Fabrizio, precisamente, no- son tipos muy introvertidos. ¿Son conscientes de que están en una actividad que es lo contrario a ese tipo de personalidad?

LM: -Es otra forma de relacionarse con el mundo.

PB: -Pero además ya tenemos otra edad, ya pegamos con un temple diferente. Para hacer música, salimos de una situación mucho más tensa y crítica que la de hacer música, por lo menos en mi caso. Esto en realidad me permite relacionarme mejor con todo; antes podía hacer cualquiera. Ahora soy más consciente de que no estoy haciendo música sólo para mí, o de que no estoy haciendo música sólo para destruir, que era algo que antes tenía. Era “voy a hacer esta banda para demoler Montevideo”, o para ofender, o para romper las bolas. Hoy estoy visualizando más al otro escuchando mi música que a mí mismo solo en una habitación haciéndola.

-Pero incluso en una canción fundamentalmente amorosa como “Cáncer pop” introducís un estribillo que dice “demoler, demoler, demoler”...

PB: -Y es que esas dos cosas siempre van a estar ahí. Lo que pasa es que, al ir pasando los años, vos vas decidiendo cuánto de cada una de las dos querés que esté en tu vida.

FR: -Igual, del odio al amor hay varios discos... Del amor al odio hay un tema.

-Hablando de esa ambigüedad, el tema principal del disco -“Parodista!”- comienza como lo que parece un ataque al mundo del carnaval (“Ayer maté a otro parodista”), pero inmediatamente cambia a una relación casi de envidia, y eso que no te estás refiriendo a la categoría más respetada de ese mundo carnavalero.

PB: -Es que me interesaba mucho más hacer una canción sobre un asesino serial, que mata parodistas para robar coreografías y conquistar mujeres, que hacer una crítica del parodismo como forma de arte. Es una cuestión de mi entorno, me crié en los tablados. Si se hacen películas sobre asesinos seriales de modelos, ¿por qué no hacer una sobre un asesino de parodistas?

-En temas como “Trompas de Falopio” (y no es el único), me parece que hay una gran influencia del surrealismo, ¿te interesa ese mundo?

PB: -Sí, siempre me encantaron las vanguardias, el dadá... de chico me regalaban libros de pintores y flasheaba con todo eso. Siempre el surrealismo y lo abstracto estuvieron en lo que hago. Todo lo que se escapa del mundo consciente.

-Para ustedes, el sonido es algo tan importante como la instrumentación. De hecho, el rol de Fabrizio no es precisamente el de un sonidista común.

FR: -Yo ahora estoy haciendo música con el sampler, y lo que hay en el sampler es cualquier cosa... Percusiones dub que grabamos con otra banda y que acá tengo en una tecla. Ruidos, arreglos distintos que hicimos en los ensayos, finales que uso para enganchar...

-¿Cuánto tienen de improvisación en vivo, y cuánto de eso que parece improvisado no lo es?

LM: -En realidad, hay mucho ensayo atrás de todo toque en vivo, pero igual cada uno tiene sus espacios de libertad. Son como fotos, más que temas improvisados; dentro de ciertos márgenes, nos colgamos a hacer ruido.

FR: -La improvisación no se da tanto a la hora de tocar o de grabar, sino a la hora de hacer el tema.

LM: -En el disco el formato es más bien de canción, pero en lo nuevo que estamos haciendo estamos experimentando más.

-¿Para dónde van esos temas nuevos?

PB: -Estamos tratando de generar muchos temas, con la intención de poder tener en el próximo disco un criterio de selección que, para bien o mal, en este disco no tuvimos. Solamente quedaron afuera dos canciones. Demoramos mucho sintiéndonos cómodos con los temas en vivo. Ahora estamos enroscados en hacer un buen número de canciones y luego ver, de ellas, qué arista queremos resaltar más o menos. Creo que los temas nuevos están agarrando otro clima, más melancólico, más oscuro por momentos.

FR: -Más largos... En el disco no hay temas extensos y acá hay temas que son el triple de largos que el promedio del disco. Y, volviendo a lo que hablábamos antes, hay un candombe puro y crudo.

PB: -Bueno,“puro y crudo”... Se llama “Candomcure”, es una mezcla. Está todo muy en pañales, estamos improvisando muchísimo y grabando todo eso.

-Pau, este año sacaste tres discos, el de Alucinaciones, que es tu proyecto principal; el de María Rosa Mística, que era una obra muy específica y única; y el que hiciste con Lucas y Fernando Henry. ¿Ese último va a tener alguna continuidad?

PB: -Pretendemos que sí, pero hacia adentro de lo que es Alucinaciones. Quizá, en un próximo disco, hacer lo que habíamos bocetado ahí pero con la banda, algo más de laboratorio y zafando cada uno del rol de su instrumento.

LM: -Lo que tuvo de bueno ese disco fue descubrir otra forma de componer, poder dejar la guitarra y hacer otra cosa.

FR: -Lucas Meyer dice: “Ya fue la guitarra”: título de la nota.