La Intendencia de Montevideo y la empresa constructora Stiler han encarado el cambio de pavimento de las veredas de la Ciudad Vieja. La iniciativa y el proyecto son buenos, ya que el tradicional pavimento de nueve panes trae varias complicaciones; entre ellas, tiende a desprenderse y a ocasionar diversos trastornos al peatón, como tropezones, salpicaduras los días de lluvia, etcétera.

El tema es -una vez más- la forma en que se realiza el trabajo, con referencia a la calidad de ejecución y a sus tiempos. Los trabajos comenzaron hace meses, de modo indiscriminado y abarcando toda la zona sin haber pensado en planificar etapas de elaboración de manera de evitar un verdadero caos.

Por otra parte, haciendo un relevamiento de las obras, sorprende ver cómo, al analizar cuadra a cuadra, se observa que ninguna quedó igual a la otra, ni en su textura, ni en su color. Las juntas entre paños no son prolijas, los tiempos de llenado del hormigón no fueron cuidados con respecto a los tiempos de tránsito de los peatones, y aparecen pisadas y otras marcas.

Llama la atención no sólo que no se haya aprovechado la ocasión para alinear las tapas de los distintos servicios públicos, sino que además haya tapas de estos que quedaron trancadas por la obra. En algunos sectores, los cordones no están al mismo nivel que las veredas.

A esto debe agregarse que resulta indignante la falta absoluta de consideración que se ha tenido con el peatón en el proceso de ejecución. Hace más de un mes que se está trabajando en la calle Reconquista sin que se haya tomado ningún tipo de medida de seguridad, para que quienes viven y deben transitar por las “veredas” puedan hacerlo con un mínimo de seguridad. Si bien ha habido días de lluvia y se cuenta con una feria vecinal dos veces a la semana (aclaro que ocupa una cuadra comprendida entre las calles Zabala y Alzáibar), eso no justifica el mal manejo de los tiempos y de su ejecución. Las veredas fueron levantadas en su totalidad (excluyendo el fondo del NH Columbia y del Templo Inglés) desde la calle Juan Carlos Gómez hasta Pérez Castellano. Agota ver gente tropezar e incluso lastimarse, vecinos con dificultades para poder salir de su vivienda o comercio. Y, en definitiva, en los hechos, se debe necesariamente transitar por la calle, con los peligros obvios que esta situación conlleva en calles de gran circulación vehicular.

Cabe preguntarse si existe realmente un control de la ejecución de los trabajos y un control y coordinación de los tiempos. Todo indica que no.