Sanders y Cruz arrasaron en las últimas votaciones en las primarias estadounidenses opacando, al menos por un rato, el éxito que venían cosechando Clinton y Trump desde el inicio de la campaña, hace casi un año. Sanders, que venció en las últimas cinco primarias del 22 y 26 de marzo, sumó el martes en Wisconsin su sexta victoria, con 56,5% de los votos frente a 43,1% de Clinton.

Aunque esta seguidilla de triunfos no lo convierte, matemáticamente, en una amenaza directa para su rival, el senador de Vermont logró sacudir una interna que Clinton creía segura. “El momentum es empezar esta campaña entre 60 y 70 puntos por detrás de Clinton y que en las últimas semanas las encuestas digan que estamos un punto por debajo o por encima”, dijo Sanders esa noche ante sus seguidores. “El verdadero cambio siempre ocurre desde las bases”, agregó.

El candidato demócrata todavía tiene trabajo que hacer, ya que cuenta con 263 delegados menos que su oponente y, para ganarle, necesita arrasar en las votaciones que quedan. El sábado los demócratas celebrarán caucus [asambleas populares] en Wyoming, un territorio que si bien es propicio para Sanders -ya que ganó de forma abrumadora en todos sus estados vecinos- no reparte muchos delegados para la convención que elige al candidato del partido para competir por la presidencia. Donde sí hay en juego un gran número de delegados, tanto para demócratas como para republicanos, es en Nueva York, un estado que vota el martes 19. Sin embargo, allí tiene ventaja Clinton, ya que se trata del estado que alguna vez representó en el Senado.

Ante este escenario más adverso de lo previsto, Clinton parece haber endurecido su discurso contra Sanders. Ayer, en el programa Morning Joe, de la cadena MSNBC, la candidata aseguró que el senador “no puede ayudar a la gente” si no sabe “cómo hacer las cosas que dice que quiere hacer”. Clinton agregó: “Creo que no ha hecho sus deberes y lleva más de un año hablando de hacer cosas que no ha estudiado ni comprende realmente”.

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Para los republicanos, Wisconsin reafirmó a un Cruz que resiste y que confía en que puede vencer a Trump. Tras conocer los resultados, Cruz dijo que esta votación marcó “un antes y un después”. “Ahora tenemos una opción real”, agregó. El senador de Texas consiguió 48,3% de los votos frente al 35,9% de Trump y el 14,1% del gobernador de Ohio, John Kasich.

Desde marzo, Cruz venció en Alaska, Oklahoma, Texas, Kansas, Maine, Idaho, Utah y ahora en Wisconsin. En su opinión, esto lo convierte en la única alternativa posible a Trump, y en la mejor opción para “vencer a Hillary Clinton en noviembre”. Sin embargo, los números no están a su favor, ya que cuenta con 463 diputados frente a los 738 que obtuvo el empresario en lo que va de las primarias.

El martes, por primera vez desde que empezó este proceso electoral, Trump no ofreció un discurso. En su lugar, el equipo de campaña publicó un comunicado en el que acusa a Cruz de ser “peor que una marioneta”. Según el equipo que respalda al empresario, Cruz ganó en Wisconsin porque recibió el apoyo político y económico de los líderes del Partido Republicano, lo que lo convierte en “un caballo de Troya que están utilizando los jefes del partido para robar la nominación a Trump”.

Más allá de la ventaja que lleva, el panorama para Trump está cambiando. Una encuesta de Ipsos publicada esta semana por la agencia Reuters demostró que el apoyo al empresario cayó mientras el de sus adversarios creció. Y no sólo eso: según el sondeo, Cruz y Trump están empatados de cara a la nominación.

La derrota del empresario en Wisconsin tiene dos lecturas. Pudo deberse a las características de la población de este estado en particular -de alto nivel educativo, mayoritariamente religiosa y de tradición protestante-, más proclive a votar por un candidato como Cruz. Pero también pudo ser la consecuencia directa de todos los exabruptos que acumuló en los últimos días: pidió “algún tipo de castigo” para las mujeres que decidan abortar -aunque después se arrepintió-; publicó en Twitter una foto para burlarse de la esposa de Cruz; y defendió a su director de campaña, acusado de agredir a una periodista hace unas semanas. En cualquiera de los casos, tiene hasta el martes 19, fecha en que los republicanos votan en Nueva York, para decidir si cambiar o no de estrategia.