Es obvio que la banda británica Led Zeppelin ocupa un merecido lugar central en la historia del rock, por la calidad de su producción y porque definió un formato de sonido e imagen crucial para el desarrollo de mucho de lo que vino después. Pero también es claro que dejó bastante que desear en cuanto al reconocimiento de las -digamos- fuentes de inspiración de varias de las canciones que sus integrantes registraron como propias. Una serie de demandas por plagio, que en su mayoría lograron resolver mediante arreglos extrajudiciales para el pago de compensaciones y el reconocimiento de créditos, da cuenta de sus malas costumbres en la materia, y ahora un nuevo juicio, nada menos que por la archiconocida “Stairway to Heaven”, se suma a la lista.

Confesión de parte

En varios de los casos las composiciones originales eran de músicos estadounidenses de blues, un género en el que fue lo más común, durante décadas, que la cuestión de los derechos de autor se considerara irrelevante. Y no se trata sólo de que muchos talentosos artistas, por ingenuidad o ignorancia, hayan sido víctimas de gente inescrupulosa que registró como propias las canciones que grabaron (como pasó en innumerables ocasiones), sino también de que, en el marco de los códigos de conducta compartidos por los propios bluseros, era muy habitual que estos se atribuyeran las versiones que realizaban de composiciones ajenas. A partir de las estructuras musicales relativamente simples que definen al blues, asumían que aportar algunos cambios en la letra o variantes en la ejecución de un instrumento era suficiente para que hubiera una nueva canción (para comprender mejor el asunto, pensemos que, en el caso de la música popular rioplatense, a nadie se le ocurre que usar ciertos arpegiados típicos de la milonga, junto con determinadas secuencias no menos típicas de acordes de guitarra, constituya plagio).

Sin embargo, el escenario de la producción comercial de música popular del período 1968-1980, en el que Led Zeppelin surgió y ascendió a la cima, ya era sustancialmente distinto, entre otras cosas porque el desarrollo del mercado y de las empresas que actuaban en él había establecido reglas claras para el registro de derechos de autor y el correspondiente cobro por ellos. Otra cosa es que el cumplimiento de esas reglas haya sido, con alarmante frecuencia, esquivado en forma maliciosa por productores, empresas grabadoras y otras figuras del entorno de los creadores, mediante contratos abusivos de cesión de derechos o recayendo en la vieja práctica del registro apócrifo.

Que esas reglas eran conocidas por los integrantes de Led Zeppelin está fuera de discusión, y un par de citas ayudan a establecerlo. Decía el guitarrista Jimmy Page, en una entrevista publicada en 1993 por la revista Guitar Player: “Siempre traté de agregar algo fresco a cualquier cosa que usara. Siempre me aseguré de salir con alguna variación. De hecho, pienso que en la mayoría de los casos nunca te imaginarías cuál pudo ser la fuente original.

Quizá no en todos los casos, pero sí en la mayoría. Así que la mayor parte de las comparaciones [en las acusaciones de plagio] se basan en las letras. Se suponía que Robert [Plant, el cantante del grupo] tenía que cambiar las letras, pero no siempre lo hizo, y eso es lo que nos trajo la mayor parte de los inconvenientes. No nos podían atrapar por las partes de guitarra de la música, pero nos descubrieron por las letras. De todos modos, debo decir que nos tomamos algunas libertades...”. A su vez, Plant dijo en 1990 a la revista Musician, acerca de “Whole Lotta Love” (ver más adelante): “Un afane, por el que pagamos con gusto. [...] Sólo te atrapan si tenés éxito. Así es el juego”.

Botones de muestra

Si, como sostenía Jorge Luis Borges, “dos es una mera coincidencia; tres, una confirmación”, deberíamos aceptar que siete constituye la evidencia de un modus operandi. Son más las canciones ajenas que los cuatro integrantes de Led Zeppelin se atribuyeron de distintas formas, eludiendo la obligación legal y ética de compartir, además de la fama, grandes beneficios económicos. Pero veamos siete ejemplos, de los dos primeros discos del grupo (Led Zeppelin y Led Zeppelin II, ambos de 1969).

  • “Dazed and Confused” reproduce en gran parte la canción del mismo nombre grabada en 1967 por el estadounidense Jake Holmes, que había sido interpretada en vivo por el grupo The Yardbirds cuando Page lo integraba. Cuando Led Zeppelin la incluyó en su primer disco, figuró como compuesta por Page. Holmes trató de que se reconociera su autoría en los años 80, sin éxito, y presentó una demanda en 2010. Luego la retiró, obviamente debido a un acuerdo fuera de tribunales, porque desde 2012 el crédito pasó a ser “Page, inspirado en Jake Holmes”.

  • “Black Mountain Side” es una versión de la conocida composición folclórica inglesa “Blackwaterside” o “Black Waterside”, básicamente con el arreglo grabado en 1966 por el guitarrista británico Bert Jansch. Page, declarado admirador de Jansch, la registró como propia.

  • “How Many More Times” es musicalmente una versión de “How Many More Years”, grabada en 1951 por el estadounidense Howlin' Wolf (y regrabada por él ocho años después, en otra versión llamada “No Place to Go”). La letra que canta Plant incluye partes de “The Hunter” (de Albert King y Booker T & The MGs, grabada en 1967) y de las canciones “Rosie” y “Steal Away”, conocidas por grabaciones de campo del musicólogo estadounidense Alan Lomax, de las que el británico Alexis Korner había grabado versiones en 1968. Fue acreditada en el disco de Led Zeppelin a Page, al bajista John Paul Jones y al baterista John Bonzo Bonham.

  • “Baby I'm Gonna Leave You” es una canción de la estadounidense Anne Bredon que había grabado su compatriota Joan Baez en 1962. Fue acreditada a Page y Plant, y después de que estos acordaron una compensación para la autora en los años 90, figura como compuesta por “Bredon, Page y Plant” (de modo que la compositora recibe sólo un tercio de los beneficios).

  • “Whole Lotta Love” es -antes de que empiecen los efectos de sonido- “You Need Love”, compuesta por Willie Dixon y grabada por Muddy Waters en 1962. Dixon, una figura clave no sólo en el blues de Chicago sino también en la reivindicación de derechos por parte de los músicos afroestadounidenses, presentó una demanda en 1985 y llegó a un acuerdo extrajudicial que incluyó pagos y la suma de su nombre a los créditos, que originalmente habían sido atribuidos a los cuatro integrantes de Led Zeppelin.

  • “The Lemon Song” es “Killing Floor”, nuevamente una grabación de Howlin' Wolf, de 1964. Y a tal punto lo es, que en la primera edición del disco Led Zeppelin II figuran el nombre original de la canción y su verdadero compositor. Pero luego pasó a ser acreditada a los cuatro miembros del grupo, hasta que, luego de una demanda en 1972 y otro arreglo extrajudicial, el autor pasó a figurar como coautor.

  • “Bring It On Home” es, en su primera parte acústica, la canción del mismo nombre compuesta por Dixon y grabada en 1963 por Sonny Boy Williamson II, pero eso no figuró en los créditos hasta que se resolvió la demanda de 1985 ya mencionada al hablar de “Whole Lotta Love”. Antes estaba a nombre de Page y Plant.

Hay una docena más de canciones que se parecen, algunas mucho y otras no tanto, a composiciones de autores no acreditados cuando Led Zeppelin las grabó. Uno de los casos más dudosos es el de “Stairway to Heaven” (firmada por Page y Plant), cuya introducción en guitarra es relativamente similar a un pasaje del tema instrumental “Taurus”, grabado por el grupo estadounidense Spirit en su primer disco, de 1967, y compuesto por el notable guitarrista Randy California (que falleció en 1997). Esta semejanza es discutida desde hace décadas, pero no había sido puesta a consideración de la Justicia hasta que decidió hacerlo Michael Skidmore, administrador de la herencia del compositor de “Taurus”. El viernes de la semana pasada, un juez de Los Ángeles decidió que el parecido es suficiente para que haya un juicio, cuyo comienzo está previsto para el 10 de mayo... salvo que nuevamente haya un arreglo extrajudicial.