Las medidas adoptadas el miércoles por los trabajadores franceses -la mayoría de ellos liderados por la Confederación General del Trabajo (CGT) -una de las principales centrales sindicales del país- provocaron escasez de combustible y una caída en la producción de energía. Ayer, la CGT anunció que los trabajadores de las 19 centrales nucleares del país -que generan más de 75% de la electricidad del país- se declaraban en huelga, lo que eventualmente puede causar apagones. Además, los sindicatos bloquearon el acceso a seis de las ocho refinerías de petróleo que tiene el país, y a 11 depósitos de combustible de los 92 existentes, según explicó la Unión Francesa de Industrias Petroleras. En varias regiones, las autoridades tuvieron que limitar a 20 litros la venta de nafta por habitante y prohibieron rellenar bidones o botellas en las estaciones de servicio. El gobierno informó que tuvo que movilizar sus reservas estratégicas de petróleo y combustible para mantener las estaciones de servicio en funcionamiento, aunque aclaró que hay suficientes refuerzos como para tres meses más de consumo.

Los piquetes de los trabajadores también bloquearon puentes y rutas y generaron la paralización de la circulación de trenes, así como la cancelación de varios vuelos. Una portavoz de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles dijo a la agencia de noticias Efe que la huelga provocó la cancelación de 40% de las salidas de trenes habituales, tanto ayer como el miércoles. Además se suprimió 15% de los vuelos en el aeropuerto de Orly -el segundo aeropuerto de la capital, después del de Charles de Gaulle- y se registraron retrasos en los de Nantes y Rennes por la huelga de los controladores aéreos franceses, que ya convocaron a un nuevo paro para el viernes, sábado y domingo de la semana que viene. Los diarios franceses tampoco circularon ayer en su versión impresa.

Las movilizaciones callejeras de ayer empezaron cerca del mediodía y reunieron, en total, 153.000 personas, según datos del Ministerio del Interior francés, aunque para los sindicatos fueron 300.000. El líder de la CGT, Philippe Martinez, encabezó la protesta que organizó en París, donde marcharon 18.000 personas, según la Policía, y 100.000, según los organizadores. En la capital, una hora después de que se iniciara el recorrido, varios manifestantes encapuchados rompieron vitrinas y autos y lanzaron botellas a los policías, que respondieron con gases lacrimógenos. El diario francés Le Monde informó que 77 personas fueron detenidas en todo el país y 15 policías resultaron heridos.

Anoche, la CGT aseguró que estaba dispuesta a “bloquear Francia”, si era necesario, para forzar al gobierno a que retire el proyecto de ley, cuyo contenido “no se negocia”. Martinez dijo que la movilización “continuará” mientras la reforma siga en pie y pidió “que la política del gobierno sea coherente con lo que prometió el presidente de la República cuando era candidato”.

Pero el gobierno no quiere ceder. En el Senado, el primer ministro, Manuel Valls, reiteró ayer que “no se retirará” el proyecto de ley de reforma laboral porque “es una reforma necesaria” que ofrece “un avance de los derechos sociales” para las empresas, para los trabajadores e “incluso para los sindicatos”, aunque no descartó la posibilidad de introducir algún cambio, sin modificar “la filosofía general del texto”. Más temprano, en una entrevista con el canal BFM TV, Valls había asegurado que la reforma laboral se va a aprobar y no descartó volver a hacerlo por decreto, como hizo hace dos semanas para evitar que se votara en la Asamblea Nacional, en la que no tenía mayoría debido a la fractura que esto generó en su propio Partido Socialista.

Valls consideró “inaceptable” que los trabajadores bloqueen “las cadenas de producción” y les “compliquen la vida diaria de los franceses” en una actitud que, afirmó, “ataca los intereses económicos de Francia”. Finalmente, dijo que el gobierno “respetará siempre” el derecho a la huelga y a manifestarse, pero no a organizar bloqueos que impidan ir a trabajar o circular libremente. La Policía va a seguir “desbloqueando”, aseguró.

Según un sondeo divulgado por la cadena RTL, 62% de los franceses considera que el movimiento contra la reforma laboral del gobierno está “justificado”. La semana pasada, antes de los piquetes, ese porcentaje era de 65%. Por el momento, el presidente Hollande permanece en silencio.