Unos días antes de que Obama aterrizara en Hanói, la capital de Vietnam, las autoridades promocionaban su visita como “la llegada de una cálida primavera” y el comienzo de un “nuevo capítulo” en la relación entre dos países que estuvieron enfrentados en una guerra que duró casi 20 años.

El levantamiento del embargo militar muestra, además, la toma de posición de Estados Unidos en la disputa que mantiene Vietnam con China por la soberanía de las islas Paracel y Spratly, en el mar de China Meridional, al sur de este país. Ayer, en la conferencia de prensa que brindó desde el Palacio Presidencial de Hanói junto a su homólogo vietnamita, Tran Dai Quang, Obama aclaró que “la decisión de levantar la prohibición [de venta de armas] no estuvo basada en China”, sino en el “deseo de completar un largo proceso hacia la normalización con Vietnam”. Agregó: “Estados Unidos no se pone del lado de nadie, pero apoyamos que el conflicto se resuelva por la vía diplomática”. El mandatario sostuvo, por otra parte, que su visita a un “antiguo enemigo” muestra que “los corazones pueden cambiar y que la paz es posible”.

La venta de armas dependerá de los compromisos de Vietnam en materia de derechos humanos y sólo se iniciará después de analizar caso por caso, explicó Obama. Algunas organizaciones civiles cuestionaron la decisión del gobernante estadounidense. El director de Human Rights Watch en Asia, Phil Robertson, dijo en un comunicado que mientras Obama levantaba el bloqueo, las autoridades vietnamitas siguen arrestando periodistas, activistas de derechos humanos y blogueros, en la calle y en sus casas. También afirmó que Estados Unidos entregó “su única arma de presión” ante el gobierno vietnamita. Estas críticas fueron muy similares a las que recibió Obama del Partido Republicano cuando anunció la normalización de las relaciones diplomáticas con Cuba.

El presidente estadounidense no se explayó mucho sobre el tema y se limitó a decir que, aunque Estados Unidos mantiene diferencias con Vietnam en materia de derechos humanos, ese país experimentó “progresos modestos”. Además, insistió en que la cooperación económica puede forzar a Hanói a mejorar en este tema. Afirmó que esto podría ocurrir, en particular, si se aprueba el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), un tratado de libre comercio firmado por Vietnam en febrero pero aún no ratificado por el Congreso estadounidense. “El TPP puede desencadenar reformas que garanticen los derechos de los trabajadores vietnamitas”, dijo Obama.

Ayer, el presidente estadounidense se reunió con la titular de la Asamblea Nacional vietnamita, Nguyen Thi Kim Ngan, con el primer ministro, Nguyen Xuan Phuc, y con el secretario general del Partido Comunista, Nguyen Phu Trong. En el ámbito comercial y económico, se firmaron varios acuerdos, y Obama presenció la firma de un convenio con la empresa Boeing, que venderá un centenar de aviones a la aerolínea de bajo costo VietJet, por 11.300 millones de dólares.

Está previsto que Obama se reúna hoy con representantes de la sociedad civil y dé un discurso, antes de viajar a reunirse con empresarios en Ho Chi Minh. Mañana, el mandatario se trasladará a Japón para asistir a la cumbre del G7 y hacer una inédita visita a Hiroshima, donde Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica de la historia.