El triunfo 2-1 de los albiverdes no puede quedar en la invisibilidad del “todos estábamos esperando que se cayera”. Nosotros no estábamos esperando que se cayera. Plaza es el merecido campeón por lo que ha hecho en este torneo, pero además por todo lo que ha acumulado dentro de la cancha durante el último año y medio. El equipo albiverde de la capital coloniense pasó del ostracismo, de estar último en la B, a ascender a Primera División para buscar, como todos, la permanencia en la A. De a poco, los jugadores dirigidos sabiamente por Eduardo Espinel se la empezaron a creer, y, con un tremendo campañón, se metieron en la Copa Sudamericana y la vara estaba alta. Y lo que fueron a buscar llegó: dar la vuelta y meterse en la historia más gloriosa del club, del fútbol del interior y del Campeonato Uruguayo.

Como lo hizo Rocha en 2005, Plaza Colonia imprimió ayer una página imborrable en los 99 años de historia del club. Pase lo que pase en la definición y en las finales, ayer, para muchos, Plaza Colonia fue campeón uruguayo. Digan lo que quieran y traten de buscarles la vuelta a los defectos de Peñarol; hoy la alegría está en Colonia, y se ha construido a base de merecimientos y buen juego. Porque a la larga es un juego, y todos esos chiquilines lo hicieron de la mejor manera. Y fueron los mejores.

“Este campeonato no se nos puede escapar”, dijo el técnico aurinegro Jorge da Silva en la conferencia de prensa que brindó luego del partido de ayer. Pero no se le escapó a Peñarol, lo ganó justificadamente el Club Plaza Colonia de Deportes. Vengan, súbanse al carro del éxito que hay lugar.

Siempre al frente

Las pocas veces que Plaza no ganó o no sumó durante el Torneo Clausura, siempre dejó la misma sensación: que jugaba bien, que estaba para más, que el convencimiento al que habían llegado -por más que se los ninguneara en los medios de comunicación- podía llegar a ser importantísimo. Los goles anotados ayer por Nicolás Milesi y el palmirense Alejandro Villoldo quedarán para siempre en el mejor recuerdo del club coloniense. El 10, Milesi, fue la manija del equipo en el Clausura, pero sería muy arriesgado destacar una única figura. Desde los chiquilines, casi todos de Colonia y localidades cercanas, hasta los grandes que llegaron -Federico Puppo y Sergio Leal- y el más experiente que volvió: Mariano Bogliacino. No sé si será el Leicester uruguayo, pero lo que consiguieron es maravilloso. El picante Nicolás Dibble, el volante Matías Caseras, todos han sido importantes. La primera mitad del año de Alejandro Villoldo fue soñada: su ciudad, Nueva Palmira, fue campeón nacional de la Organización del Fútbol del Interior -en el plantel estuvo su primo Gastón-; va a ser papá, como lo ha dicho en varias entrevistas, y convirtió ayer el gol más importante en la historia del club, de penal, para ser campeón. Primero fue Milesi el que abrió el marcador, cuando el partido apenas había comenzado: definió muy bien de zurda tras una gran jugada de Alejandro Furia -formado en Peñarol y sin chances en Primera División, como suele pasar-, que fue una figura muy importante del encuentro. El empate llegó de la mano de un latigazo que sacó el colombiano Miguel Ángel Murillo cuando promediaba la primera parte; y el gol del triunfo llegó por un penalazo que cometió Hernán Novick y Villoldo cambió por gol, con tiro potente al medio del arco. El Ale, terrible jugador que salió de Higueritas en Palmira y anduvo por varios lados sin mucha suerte, le dio el título a un departamento y todo el mundo habla de ellos.

Salute, Eduardo Espinel. Salud, Plaza Colonia.