Según dijo a la diaria el coordinador del grupo de Estudios Económicos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), José Bervejillo, la caída de la producción ovina se vincula al problema del abigeato y a la acción de predadores, además de a la vulnerabilidad ante los eventos climáticos -que afectan a los animales y a las pasturas con las que estos se alimentan-, pero además hay resistencia de los productores a incorporar nuevas tecnologías de producción.

El problema, dijo Bervejillo, tiene que ver con la percepción de que el negocio tiene muchos riesgos. Los más importantes son el abigeato y los depredadores no controlados. A título personal, opinó que el proyecto de ley para aumentar las penas a ese delito -con media sanción en Diputados- “va en la dirección correcta”, pero “además [...]habría que tener otros mecanismos de prevención”. Por ejemplo, sugirió “que se cuente con información sobre el origen de la carne disponible para consumo final”. Consultado sobre la posibilidad de implementar un programa de trazabilidad, como se hizo con los bovinos, sostuvo que “hay dudas de si los beneficios compensarían los costos” de llevarlo a cabo.

También hay resistencia a incorporar nuevas tecnologías, lo que intensifica la baja rentabilidad. “Las tecnologías están tanto en el INIA [Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria] como en el SUL [Secretariado Uruguayo de la Lana], y tienen que ver con la calidad de la mano de obra, en particular con saber manejar las majadas y las pasturas”, explicó. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca considera la posibilidad de “transferir las tecnologías que están disponibles”.