Se acerca la fecha de comienzo de Río de Janeiro 2016, y la conflictiva situación interna de Brasil hace que muchos teman que estos Juegos Olímpicos sean “los peores de los últimos 3.000 años”. Un integrante del Comité Olímpico Internacional consideró que es “muy difícil” que se repita el caos de Atenas 590 a.C., cuando una epidemia de viruela causó la muerte de 97% de los atletas, pero también opinó que la situación “tampoco va a ser mucho mejor”. Desde el Comité Olímpico Uruguayo creen que esta coyuntura puede beneficiar a los deportistas uruguayos, ya que “están acostumbrados a lidiar con el caos organizativo, por lo que en ese sentido van a tener ventajas en relación con un deportista de Suecia o de Hong Kong, quien va a sentir que su mundo se derrumba cuando empiece a salir agua contaminada por la canilla de su alojamiento”.

Entre las federaciones que integran el organismo se generaliza la opinión de que hay que aprovechar la situación para que en esta ocasión la delegación uruguaya “no sólo no pase vergüenza mordiendo el polvo de la derrota en la inmensa mayoría de las competiciones, sino que además termine arropada por un manto de dignidad”. “Hay que boicotear los Juegos y no ir, bajo la excusa de la destitución de Dilma Rousseff”, aseguró un integrante de la Federación Uruguaya de Atletismo. Pero mientras no se define si habrá boicot, los deportistas uruguayos siguen participando en las pruebas clasificatorias.

Ayer el velocista Andrés Silva obtuvo un lugar para los Juegos Olímpicos. “Estoy muy contento, pero no me da el tiempo para festejar. Mañana mismo salgo para Río de Janeiro. Como voy a ir corriendo, tengo que salir con tiempo”, aseguró. Es que debido a la falta de apoyo económico el velocista no pudo costearse un pasaje a Brasil. “Voy a llegar en un estado envidiable, algo así como los keniatas, que tienen una resistencia sobrehumana porque están acostumbrados a correr decenas de kilómetros en el desierto en busca de medio litro de agua”.