Uno debería evitar caer en el gataflorismo técnico y reconocerle a quien cambia el troley por convencimiento, o hasta por razones de conveniencia estratégica, que sí, que está bien. Bien hablado, Wilmar. Claro, el florapardismo 2.0 es muy difícil de manejar -nobleza ya no obliga o nobleza en realidad nunca obligó-, y aquel eufemismo era sólo una careta para “tenés razón” o, simplemente, “ahora sí estás en lo cierto”.

Después de todas las cagadas juntas que le pasaron a Uruguay, pero haciendo foco en el partido de Phoenix, que no es albivioleta, Valdez, que de cocinero pasó imprevistamente a chef y después a espectador privilegiado de cómo nos cocinan, se calentó y se le chispoteó una declaración, después retocada en sus posibles interpretaciones, en la que él, colateral organizador de este campeonato por acción u omisión, daba a entender que el campeonato estaba digitado para que lo ganara una selección en particular.

Con un himno chileno que no sabemos cantar, cerveza por ósmosis como para que tengamos, un asistente que tomándose los genitales contesta “¡esta!” y algunos chiches más, el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol saltó como pelota. Valdez dijo: “Con mucho pesar y asumiendo un mea culpa como integrante del Comité Ejecutivo de la Conmebol [Confederación Sudamericana de Fútbol], nos equivocamos y la Conmebol se equivocó. Podrá ser una gran copa desde el punto de vista del marketing y desde el punto de vista del show, pero el fútbol sudamericano es otra cosa. La Conmebol se equivocó. Si bien nosotros no tuvimos participación en la organización, creo que la Conmebol se equivocó en venir a hacer el festejo de la copa más antigua del mundo, la del fútbol sudamericano, el gran fútbol sudamericano, con un torneo de esta naturaleza acá, en Estados Unidos. Y me quedó claro también, y esto lo digo con mucha responsabilidad, porque realmente es lo que pienso, que este campeonato está bastante armado para México. Hay una gran colonia mexicana. La cadena Univisión es mexicana”.

Lo dijo, sí, y vaya saber si eso que dijo es, como explicó, que el espectáculo del “campeonato” está hecho para México. En su mejor interpretación, esto significaría que está adaptado a la forma mexicana de consumir el show, con playeras, cervezas, rancheras, corridos, pero no a que esté dirigido a que esa selección gane el campeonato, lo que de todas maneras tendría un seguro semimafioso de que tiene que avanzar más allá de la mitad del torneo.

La otra cosa es que, como si fuese una estrofa perdida de “Zapatitos de hormigón”, de El Cuarteto de Nos, a Wilmar, cuando quiso cacarear, por el himno o la cerveza o vaya a saber qué cosa, le metieron una fría y le hicieron saber dónde estaba y de qué iba la cosa. Si mi bolazo hubiese seguido adelante, hubiese creído que la canción de Santiago Tavella, perteneciente al disco El tren bala, de 1996, en la mejor época de la formación de los hermanos Musso, Tavella y Alvin Pintos, la fantasía propuesta hubiese antecedido la estrofa que dice: “Pero la [...] me empezó a amenazar / que si rajaba mandaría hacerme algo feo / así que yo hice molde y empecé a pensar / que era hora de volverme a Montevideo”.

Bien por Wilmar. Pero, hermano, ¿cómo será que recién ahora te avispaste de eso? ¿Será por lo del himno o porque nos bañaron en cerveza? Ponele que a los otarios que veníamos con esta cantinela desde hace meses no nos conozcas, a la altura de ¿quién sos vos que la radio no te nombra?, pero en la primera charla que dio el Maestro Óscar Tabárez en mayo lo dejó claro: “Esta es una Copa América muy especial que ni me animaría a llamarla Copa América. Para mí la Copa América es otra cosa. Y además, no tiene nada que ver, a la hora de competir, esto que voy a decir, pero las dos confederaciones que organizan esta Copa América son las más castigadas por los actos de corrupción que fueron descubiertos y publicados”. Digamos entonces que estábamos avisados.

Porque no tiene goyete que si vas a hacer un evento aniversario lo hagas donde nunca se había hecho antes, donde honran otras cosas, donde no entienden -y, a esta altura, aventuro que nunca entenderán- de qué viene el fútbol. Lo digo sin persecuta, sin intrigas y eludiendo el papel de víctimas o llorones. Acá no es si me cocinan o no, acá está claro que le han vendido el alma del torneo de nosotros, los de acá, a otros de por allá, por donde el diablo perdió el poncho.

En la cancha es otra cosa. Ya van a ver. Vayan pelando las chauchas.

Abrazo, medalla y beso.