El espíritu en muchas partes de Colombia, ayer, podría resumirse en una expresión corta pero contundente que recorrió los medios del país y las redes sociales durante toda la jornada: “Se terminó la guerra”. Unos kilómetros más al norte, en La Habana, los representantes del gobierno colombiano, de las FARC y de los países garantes del proceso de paz lo confirmaban con la firma del cese del fuego y de hostilidades, que implica la dejación de las armas, las garantías de seguridad para los guerrilleros y la lucha contra el paramilitarismo y otras bandas criminales. El texto también da una pista más clara sobre cuál será el mecanismo de ratificación de los acuerdos que empezaron a negociarse en la capital cubana hace casi cuatro años.

El pacto estableció los procedimientos para que la guerrilla se concentre temporalmente en 22 zonas y ocho campamentos, y entregue las armas a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en un plazo de seis meses, una vez sellado el acuerdo definitivo que, según confirmó ayer Santos, se firmará en suelo colombiano. La dejación de armas por parte de las FARC, explicaron ayer las partes, se desarrollará en tres fases: 30% en un plazo de 90 días a partir del acuerdo final, otro 30% a 120 días, y el 40% restante a 180 días, completando el proceso. Ese procedimiento será monitoreado y verificado por un equipo internacional coordinado por la ONU, organismo que destinará “la totalidad del armamento de las FARC” a “la construcción de tres monumentos” cuyas características definirán el gobierno colombiano y la guerrilla. El documento también establece que la salida de los combatientes de las FARC de sus campamentos actuales se realizará “sin armas y de civil”.

En cuanto a las garantías de seguridad y lucha contra las bandas criminales, que las partes calificaron como una amenaza “inminente” para la implementación de los acuerdos, se acordó “sumar fuerzas” y trabajar en conjunto “en el surgimiento de una nueva cultura que proscriba la utilización de las armas en el ejercicio de la política”.

Otro de los aspectos del acuerdo firmado ayer es que las FARC aceptaron el referéndum que propone el gobierno de Colombia como mecanismo de validación del pacto final y que, si la Corte Constitucional lo avala, podría celebrarse en setiembre.

“Nos llegó la hora de vivir sin guerra, nos llegó la hora de ser un país en paz”, dijo Santos al iniciar su discurso en La Habana. “Defenderé su derecho a expresarse y a que [las FARC] sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo”, afirmó. “No solamente se acordó el fin de las confrontaciones, sino que también se definió un cronograma preciso para que las FARC dejen las armas para siempre. Esto significa ni más ni menos que el fin de las FARC como grupo armado”, afirmó. El presidente dijo también que los colombianos se “acostumbraron” al “horror de la guerra” y que, con la firma de este acuerdo, “dan vuelta” una “trágica y larga página” de la historia del país.

“Que este sea el último día de la guerra”, dijo Timochenko, emocionado, antes de comenzar su discurso. “Las FARC completamos el pasado 27 de mayo 52 años de resistencia guerrillera y hoy vemos que el sueño de la paz está mucho más cerca que nunca”, señaló. El líder guerrillero aseguró que a partir de ahora el Ejército colombiano y la guerrilla serán “fuerzas aliadas por el bien de Colombia”, y reclamó: “Basta ya de la violencia y de los delirios por ella”. Timochenkorecordó que más de medio siglo de conflicto armado “ha costado cientos de miles de millones de dólares” a Colombia y criticó lo que llamó “la exagerada partida de presupuesto militar” con el argumento de combatir a la guerrilla. “Un país en paz ya no requerirá tales argumentos, podrá destinar una buena parte de estos recursos a menesteres más anticorruptivos”, afirmó.

En tanto, el ex presidente Álvaro Uribe, el más visible opositor al proceso de paz, dijo que con el acuerdo alcanzado ayer “la paz está herida”, porque el gobierno aceptó “negociar con el terrorismo el modelo democrático, las libertades económicas y las políticas sociales”.