La Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó el viernes que la coalición árabe que bombardea Yemen en respaldo al gobierno de ese país causó la muerte de 510 niños y dejó a otros 667 heridos. Según los datos de la ONU, en 2015 hubo 101 ataques contra escuelas y hospitales en territorio yemení (el doble que en 2014), de los cuales 40% fueron cometidos por la coalición árabe que es liderada por Arabia Saudita y 29% por los hutíes. Según la organización civil yemení Centro para los Derechos Humanos, la coalición dirigida por Arabia Saudita destruyó además mezquitas y monumentos históricos. La ONU también acusó a los rebeldes hutíes, que se levantaron en armas contra el gobierno yemení, de cometer violaciones a los derechos humanos, reclutar niños y ser responsables de la muerte de 142 de ellos.

Arabia Saudita y los hutíes fueron incluidos por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una “lista negra” en la que figuran grupos responsables de ataques contra niños. En respuesta, las autoridades sauditas negaron esas acusaciones y aseguraron que el país no tiene responsabilidad en la muerte de niños.

Pocos días después, el lunes, la ONU retiró a Arabia Saudita de la lista. Esta decisión generó múltiples críticas de organizaciones sociales. Human Rights Watch advirtió en Twitter: “En la medida en que la lista de la vergüenza de la ONU esté abierta a la manipulación política, pierde su credibilidad”. Amnistía Internacional también manifestó que estas decisiones restan “credibilidad” a la organización, y Oxfam calificó esta marcha atrás como un “fracaso moral”.

Por su parte, Arabia Saudita celebró su exclusión de la lista y consideró “exagerados” los reclamos de las organizaciones sociales y la postura inicial de la ONU. El embajador saudita ante ese organismo internacional, Abdallah al Mouallimi, dijo que la decisión de retirar a su país de la lista es “irreversible e incondicional”.

Ayer Ban reconoció que Arabia Saudita ejerció “una presión indebida” contra esa organización para que se la retirara de la lista y consideró “inaceptable” que eso sucediera. Dio a entender que el país árabe amenazó con desfinanciar a la organización que él encabeza. “Tuve que considerar la perspectiva muy real de que millones de otros niños sufrirían gravemente si, como me fue sugerido, los países cortaban fondos de muchos programas de la ONU”, dijo, sin especificar a qué países se refería. “Cuando los informes de la ONU son criticados por plantear temas difíciles o por documentar violaciones a la ley o los derechos humanos, los Estados miembros deben defender los mecanismos y mandatos que ellos mismos han establecido”, reclamó Ban.

El embajador de Arabia Saudita ante la ONU aseguró que su país no recurrió a “amenazas”, y agregó: “No es nuestro estilo, no está en nuestros genes ni en nuestra cultura usar las amenazas y la intimidación”.