La decisión británica de abandonar la Unión Europea (UE), a 43 años de haber ingresado a su antecesora, la Comunidad Económica Europea, abrió un período de incertidumbre e inestabilidad. Si bien los analistas coinciden en que el problema no estará en la economía real, sino en los mercados financieros, su capacidad de llevarse puesta a la banca europea es real.

Es difícil imaginar que no tendrá efectos significativos en la tibia y demorona recuperación económica europea. Es probable además que tenga serias consecuencias en el libre comercio y en los diferentes procesos de integración de países. En todo caso, la decisión tomada por el pueblo británico y las negociaciones entre dirigentes políticos europeos es un juego a varias bandas cuyo resultado es difícil de pronosticar.

El mayor impacto económico inicial fue para el propio Reino Unido. En menos de una semana vio reducida su calificación crediticia, en un nivel en el caso de Fitch y en dos en el de Standard & Poor’s (S&P). “En nuestra opinión, este resultado es un evento fundamental y llevará a un marco de política británica menos predecible, estable, y efectivo”, dice el comunicado de S&P que resalta el riesgo real de que Escocia se separe de Reino Unido. A su vez, Fitch aseveró que mantendrá la perspectiva negativa del país y afirmó que “la incertidumbre posterior al referendo inducirá una abrupta desaceleración en el crecimiento del Producto Interno Bruto [PIB] a corto plazo”. De todas maneras, estas rebajas en la calificación crediticia sólo adelantan lo que era previsible que sucediera un poco después, dado el estancamiento de la economía británica. La pérdida de la nota AAA que mantenía Reino Unido representó, además, un duro golpe a la libra esterlina, cuyo valor se depreció frente al dólar al mínimo en 31 años.

Apenas se conocieron los resultados del referéndum, muchos analistas posaron sus miradas sobre la Bolsa de Valores de Londres y afirmaron que las primeras y más duras consecuencias se verían allí, en el epicentro de las finanzas europeas. Sin embargo, tras fuertes caídas iniciales en la cotización de las acciones de varias compañías importantes, las ventas cesaron y al día de hoy la Bolsa de Londres acumula ganancias cercanas a 6% desde el cierre de mercado, el día anterior a que se abrieran las urnas. Aparentemente, los “mercados” confían en que el Banco de Inglaterra flexibilizará su política monetaria cuando se reúna, el jueves 14. Según varios analistas, las medidas no se limitarán a mantener en cero las tasas de interés -al estilo de otros bancos centrales europeos-, sino que se reactivará un programa de compra de activos al estilo del que estuvo vigente en Estados Unidos desde 2012.

Además, los accionistas de la Bolsa de Londres aprobaron el lunes 4 un plan para llevar adelante una fusión con Deutsche Borse, sociedad gestora de la Bolsa de Frankfurt, por un valor de 27.000 millones de dólares, una decisión que creará un gigante de operación de valores. El acuerdo, que se discutía desde hacía meses, se tomó a pesar de la decisión de los británicos de dejar la UE, lo que es visto como un fuerte apoyo de las grandes empresas que cotizan en bolsa al liderazgo de la city.

¡Salven los muebles!

La baja cotización de la libra afecta también a varias empresas alemanas, italianas y francesas del sector de la construcción que vendían mucho en Reino Unido, y se acumulan noticias sobre firmas tanto inglesas como europeas que evalúan sacar su sede de Londres.

Pero el *brexit *y la lentitud en resolver la desconexión británica pueden detonar una crisis muy peligrosa para Europa, la de los bancos italianos. Aunque los problemas vienen desde muy atrás, la incertidumbre generada por el brexit profundiza la desconfianza en ciertos bancos que tienen la necesidad de recibir inyecciones de capital por 40.000 millones de euros, con 210.000 millones de euros en activos dudosos. A esto se suma que las cotizaciones de los diez principales bancos del país han caído en la bolsa, en lo que va del año, más de 60%.

Para Estados Unidos las consecuencias son delicadas y no llegan en el mejor momento. El dólar es nuevamente la alternativa preferida, lo que puede llevar a su fortalecimiento, y esto puede afectar de manera negativa las exportaciones estadounidenses y, por ende, el nivel de actividad. Si esto es lo que sucede, es probable que la Reserva Federal posponga la “normalización” de su política monetaria expansiva, que desde 2012 busca estimular el crecimiento económico.

En una revisión anual de la economía de la zona euro, el Fondo Monetario Internacional (FMI) comunicó el viernes 8 que la salida de Reino Unido de la UE afectará “de forma moderada pero visible” el crecimiento de la región. Consideró además que esto redundará en una baja en las previsiones de crecimiento para este año y los dos siguientes. “Se espera que el crecimiento esperado del Producto Interno Bruto [PIB] de la zona euro se desacelere del 1,6% de este año a 1,4% en 2017, principalmente debido a un impacto negativo del resultado del referéndum en Reino Unido”, destaca el informe del organismo, que agrega que esta rebaja se debe a “una probable mayor debilidad de la confianza de los inversores debido a una más elevada incertidumbre, mayor volatilidad financiera y una menor demanda de importaciones británicas”.

La agencia de noticias Efe informó que para Mahmood Pradhan, director adjunto del Departamento Europeo del FMI, “si esta aversión al riesgo se prolonga, creemos que el impacto en el crecimiento podría ser mayor, pero en este momento es muy difícil decir cuánto va a durar este período”.

El informe señala que la inflación en la eurozona será aun más baja que la prevista para los próximos dos años. A mediano plazo, el FMI prevé un escenario de crecimiento “mediocre” para la zona euro, ya que persisten profundas cicatrices de la crisis, altos niveles de endeudamiento, elevadas tasas de desempleo, especialmente entre la población más joven, y problemas no resueltos en los sistemas bancarios de varios países.

Niebla en el canal, el continente aislado

Asimismo, el impacto del brexit desde una perspectiva geopolítica probablemente tenga efectos en el comercio o en los mercados, ya que representa una especie de reversión de la regionalización que experimentan las economías en los últimos 40 años. El riesgo de que otros países presionen para salir de la UE existe, y con él puede resurgir el nacionalismo económico de otros integrantes del bloque en proceso de negociación con la UE. El *brexit *pone en riesgo las negociaciones con la comunidad económica de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, así como el Acuerdo Transpacífico.

En cuanto a la integración financiera, en caso de diluirse el atractivo de Londres como centro financiero global debido a la salida de Reino Unido de la UE, China podría tener que revisar su estrategia de usar la ciudad como plataforma de lanzamiento para la internacionalización de su moneda. En ese caso, y dada la postura aprehensiva de Estados Unidos respecto del yuan, será un reto para China encontrar un nuevo centro financiero para internacionalizar su moneda. Reino Unido daba a China acceso estratégico a Europa; además, fue su apoyo en las negociaciones de libre comercio con el bloque, y el soporte para que ganara “estatus de economía de mercado”, lo que la eximiría de pagar tarifas comerciales de la UE.

Por sobre todas las cosas, las consecuencias económicas negativas dependerán del tiempo que dure la incertidumbre y de cuál vaya a ser el vínculo entre Reino Unido y la UE. En este sentido, la negociación sólo se puede iniciar cuando el gobierno británico solicite poner en marcha el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que regula el retiro voluntario de un Estado miembro. Aunque no hay precedentes, no es probable que un primer ministro ponga en marcha el artículo 50 sin tener el respaldo de una mayoría de la Cámara de los Comunes, y en ese ámbito los votos están divididos.

Quienes lideraron el brexit, exigen que el país mantenga el acceso al mercado único -que implica el libre movimiento de bienes, capital, servicios-, pero reservándose la regulación del movimiento de personas. A diferencia de lo que sucedió con Reino Unido desde que integra el bloque, esta vez los demás países de la UE no concederán un trato especial. Noruega, Islandia y Lichtenstein tienen acceso al mercado único, pero aceptan la libertad de movimiento de las personas, aplican la legislación comunitaria y realizan aportes al presupuesto de la UE. Si estas son las condiciones, difícilmente los partidarios del *brexit * acepten. Se estima que si la negociación es larga y finalmente Reino Unido se queda fuera del mercado libre, la disminución de su PIB puede ser de 5%. Y la inestabilidad a nivel global será mayor.