Un juicio global sobre el partido diría que Peñarol hizo más méritos que su rival para llevarse los tres puntos en disputa.

El volante argentino Tomás Costa, en su posición de doble 5, fue el armador de los carboneros; por él pasó todo el juego del equipo del Polilla Jorge da Silva. Bien secundado por un incansable Ángel Rodríguez, el argentino fue el que más redonda trató a la pelota. Hizo (casi) todo bien: generalizó la salida de Peñarol por las bandas, metió buenos pases profundos, en el primer tiempo se combinó muy bien con Junior Arias -que se arrimaba casi a jugar de 10- y hasta ejecutó algún tiro libre cuando Hernán Novick se lo permitió. Bien generado el fútbol, quizá los defectos de Peñarol hayan sido no haber concretado las situaciones de gol. Precisamente un pase filtrado de Costa dejó frente al arco a Arias, pero el delantero no le dio bien y la pelota se fue alta. El propio Arias tuvo la chance más clara al cierre del partido, cuando ya no quedaba casi tiempo y el arquero Guillermo de Amores le ahogó el grito de gol con una buena intervención.

Volviendo a la magra producción ofensiva del carbonero, el paraguayo Gabriel Ávalos tuvo un discreto rendimiento durante los 45 que jugó, mientras que su sustituto, el juvenil Diego Rossi, entró con ganas en el arranque del segundo tiempo, pero no pudo concretar en el arco rival. También con poco tiempo, el volante zurdo Nicolás Albarracín demostró más que el conchillense Luis Urruti -que empezó bien el partido pero con el correr de los minutos bajó sensiblemente su rendimiento-. En cualquiera de los casos, nada sirvió para que Peñarol la mandara a guardar.

Liverpool hizo su trabajo. Salió en el primer tiempo con una formación 3-5-2, que después cambió en el complemento por un 4-4-2 clásico. Más allá de la geometría, la intención fue clara: dejar jugar a Peñarol, cerrarse bien a medida que retrocedía hacia su arco, para, desde la última zona, cortar, hacerse de la pelota y salir de contragolpe. Si bien el resultado puede calificarse de efectivo, porque logró mantener el cero en su valla y consiguió el empate, vale destacar que en los primeros 45 minutos la pasó bastante peor que en el segundo tiempo, y fue como consecuencia de la buena actuación de su arquero que no recibió goles.

Dejando muy solo al Bolita Nicolás de la Cruz en la creación, Liverpool naufragó en buenas intenciones. Al igual que le pasó a Peñarol, los negriazules de Belvedere -que ayer lucieron su indumentaria de alternativa y jugaron todo de blanco- fallaron arriba en las pocas que dispusieron: ni el debutante Carlos Bueno ni Nicolás Royón, retornado a filas negriazules luego de un pasaje por Sud América, estuvieron finos. Apenas algo del ingresado Jhonatan Candia llevó peligro al arco de Gastón Guruceaga durante el segundo tiempo.

Las estadísticas finales del juego también fueron reflejo del partido: Peñarol tuvo más, casi el doble que Liverpool. Junior Arias, además del par que le tapó su ex compañero De Amores, convirtió dos goles, ambos anulados. El primero, por una falta del delantero sobre Christian Almeida; el segundo, por fuera de juego. Ambas jugadas fueron rápidas, muy finas, aunque una, la segunda, más discutible que la otra. En esta incidencia, en la que el delantero Arias desvió hacia el arco un mal remate del enmascarado Ángel Rodríguez cambiándole la trayectoria a la pelota, siendo imposible para el contrapié del arquero De Amores, la repetición televisiva demostró que Arias estaba habilitado. Iban en ese momento 67 minutos de partido.

Las situaciones claras de los negriazules fueron contadas. A los 11 minutos, luego de salvarse de la apertura aurinegra, Federico Martínez se descolgó por la banda derecha, tiró cruzado y provocó una volada salvadora del arquero Gastón Guruceaga. Luego, a los 25, el batallador volante rasta Gustavo Aprile profundizó por la izquierda, y su tiro, con más intenciones de centro buscando a Bueno que de otra cosa, se fue cerrando y terminó pegando en el travesaño. Dada la ineficacia en el ataque de su equipo, el artiguense Ruben Paz -entrenador principal de Liverpool ayer en el Campeón del Siglo, por la suspensión que debió cumplir su coterráneo Mario Saralegui- optó por mandar cambios. A la vista está que tampoco aportaron las soluciones buscadas los ingresos a la cancha de Candia y del juvenil Juan Ignacio Ramírez, una de las figuras más promisorias de la cantera negriazul.

Al final, el partido se resolvió con reparto de puntos y a otra cosa. O a la segunda fecha, mejor. En estas circunstancias, lo mejor suele ser mirar hacia adelante, porque lo hecho, hecho está. En definitiva, la tarea -y el mensaje para sí y para afuera- de ambos equipos será construir su futuro inmediato. Sobre todo, porque es el lugar donde van a pasar los próximos días.