¿Ya estuvieron en la piscina de los Juegos Olímpicos?

Martín Melconian (MM): -Sí, esa fue la idea cuando decidimos ir para allá a competir. Quisimos probar la piscina, y la verdad es que está bastante buena. Ahora estuvimos en Europa y hemos visto buenas piscinas, pero la de Río está muy buena.

¿Qué características importan para que una piscina sea buena?

Inés Remersaro (IR): -Más que nada, es la sensación. Por lo general, hay una profundidad ideal en la que te sentís mejor y vas más rápido. También importan los cubos de partida. Las comodidades o lo que está fuera de la piscina no importa demasiado. Nosotros vamos, nos tiramos y no estamos mucho tiempo en las instalaciones.

MM: -Las piscinas miden 50 metros; eso siempre es igual. Lo que puede influir es el espacio que hay alrededor. Si es más cerrado, da la impresión de que es más corta o más chica; si es un espacio abierto, da la impresión de que es más grande; si es una piscina abierta que no es techada, para los que nadan espalda es más complicado porque no tienen referencias del techo ni nada. Esta es techada, y cuando la probamos tuvimos buenas sensaciones.

Ambos vivieron los últimos años fuera del país. ¿Qué cambió de su carrera cuando se fueron?

MM: -En mí no ha cambiado casi nada. Con respecto al entrenamiento, hago los mismos horarios. La piscina en la que entreno en España es también de 25 metros. Entreno en la piscina de la universidad, y la verdad es que está mejor la piscina de Biguá que la de mi universidad. Las instalaciones de gimnasio también son mejores acá que las de mi universidad en Madrid. Lo que sí me ayudó mucho a mejorar es el buen nivel de nadadores que hay en España. Si subís un segundo en 100 metros pecho, pasás a quedar 20º; esa es la diferencia con Uruguay, donde no hay tantos nadadores. Eso me ayudó a mejorar el nivel tanto en 50 como en 100 metros; allá no nadé más los 200 metros porque pasaba vergüenza.

IR: -En mi caso, estar en Estados Unidos, donde la natación es potencia, me cambió un poco la mente en las formas de entrenamiento o en poder ver a los mejores y tomarlos como un ejemplo para saber qué hacen. Aunque también entrenaba en piscinas de 25 metros y teníamos más disponibilidad horaria, las instalaciones no son mejores que las que tenemos acá en Biguá. La diferencia radica en que allá estoy rodeada de nadadores que tienen otra mentalidad; eso acá no se da tanto porque la natación es un deporte menor.

MM: -Allá tienen la mentalidad de que son profesionales, incluso muchos pueden vivir de esto. Acá, en Uruguay, eso no te lo planteás en ningún momento. Aunque hagas una marca clasificatoria A, no podés hacerlo. En otros países, por temas económicos y de patrocinio, vivir de la natación es posible. En España te caen becas del Estado, mientras que en Uruguay hacer una marca A o B no va a cambiar nada realmente. Allá hay unos parámetros que están fijados: el que obtiene la marca recibe tanto dinero; el que llega a una final, tanto más; el que alcanza una medalla, más. Acá se decidió hace poco que a los que ganaran una medalla se les iba a dar 40.000 dólares, y sólo hay dos o tres deportistas que pueden estar a ese nivel. Allá lo que se hace es no concentrarse tanto en el premio final, sino esmerarse en dar apoyo para que los deportistas puedan alcanzarlo.

¿Cómo se vive el tema del doping en el ambiente en el que están ustedes? ¿Alguna vez vieron o supieron de deportistas afectados por eso?

MM: -Yo nunca vi a nadie haciéndolo, pero el tema es real. Por algo aparecen tantos análisis que dan positivo. A estos niveles no hay confusiones. En España hubo bastantes casos. Los que lo hacen no son ningunos giles; saben qué decir y tienen un discurso armado. Ese es el problema: que alguien salga positivo y se diga que no fue por lo que realmente fue. Al final, los que están abajo pueden pensar que si todos se drogan, está bien hacerlo, sea por error o no. A los demás no les interesa cómo fue: si lo contaminaron, si fue el médico, si fue el gobierno. A mí no me interesa si los obligan o no. A mí lo que me importa es que tengo uno al lado que está dopado, me está ganando y me está sacando chances. El otro día leí una nota de una rusa que decía que tenía ganas de llorar porque no le permitían competir; yo me preguntaba qué pensaría un deportista que sale cuarto cuando a un tercero lo descalifican ocho años después. El pobre que salió cuarto no tuvo chance de subirse al podio, tener su fiesta, recibir su medalla. ¿Ese qué piensa?

¿Cuál es la situación actual de la natación en Uruguay?

MM: -En Uruguay estamos siempre igual en muchos aspectos. En lo deportivo es así; si yo mañana viniera y viera que hay un centro de alto rendimiento, te diría que es seguro que se va a mejorar, pero la realidad es que no hay un centro de alto rendimiento. En este ciclo olímpico hemos tenido más apoyo, así que no nos podemos quejar, pero de todas formas falta apoyo. Uno a veces no quiere hablar de eso: pensás que te van a caer por lo que estás diciendo. Pero arriba lo saben, ellos mismos te lo dicen.

¿Cómo se explica que el país del presidente de la Federación Internacional de Natación, Julio César Maglione, no tenga ningún nadador clasificado por marca A?

IR: -Creo que Maglione como presidente tampoco puede cambiar la realidad del país. Me parece que las cosas se cambian desde adentro de la federación, y para lograr resultados a largo plazo tiene que haber una planificación, tal vez sea eso lo que está faltando. Es necesario que el apoyo se dé para ciclos, en lugar de que aparezca uno o dos años antes de los Juegos Olímpicos. De esta manera no se puede cambiar la realidad. Hay que hacer las cosas con un poco más de planificación para que los resultados aparezcan.

¿Ustedes tuvieron esa planificación para sus carreras?

MM: -En Uruguay se trata de planificar, pero al final lo terminás haciendo por tu cuenta. Yo me tuve que ir a España; ella, a Estados Unidos. Hay muchas cosas que te afectan. Si llega tarde una beca, capaz que para alguien que tiene dinero no importa, pero a vos el hecho de que llegue dos meses tarde te complica la vida. Al final, la planificación se termina llevando mes a mes, para llegar de la mejor forma. Lo mejor que nos podría pasar hoy es que cuando terminen los Juegos Olímpicos nos digan que vamos a hacer un proceso para los próximos, que esté pautado cómo se va a apoyar durante ese ciclo. Muchas veces quedan dos años medio en *stand by *y después llegan algunas becas. Lo ideal para nosotros dos sería planificar estos cuatro años. Y después, en un tiempo más lejano, ojalá se planifique para los talentosos de ocho o 12 años, para que puedan llegar en forma óptima a los Juegos Olímpicos y puedan pensar en una medalla.

¿Qué tan importante sería para la natación la reapertura de la piscina de 50 metros de Neptuno?

IR: -Sería fundamental, porque todas las competencias de primer nivel son en esa distancia. Tener el acceso a una piscina así sería bueno para poder entrenar ahí y tener la costumbre de nadar permanentemente en una piscina de esas dimensiones.

MM: -Yo seguiría repitiendo la idea del centro de alto rendimiento. Si Neptuno puede tener una piscina de 50 metros, la puede tener el Estado. Creo, no lo sé. El centro de alto rendimiento de Madrid es muy grande, pero en Montevideo se podría hacer uno. Si se puede mantener el Campus de Maldonado con su piscina, también se podría mantener una igual en Montevideo. Ojalá que algún día haya algo así. Debería ser un requisito para el deporte uruguayo que haya un centro de alto rendimiento. Creo que un lugar de esas características se podría sustentar; si no se intenta, vamos a quedar siempre en la nada y no vamos a avanzar en términos deportivos. Para nosotros sería importante contar con la piscina de Neptuno, claro. Ojalá que salga a flote y se pueda nadar ahí, pero igual debería haber un centro de alto rendimiento. Un centrito de alto rendimiento, si querés que sea algo más chico.