Ryan Lochte, nadador estadounidense ganador de una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río que finalizaron el domingo, destrozó, junto con tres compañeros, los baños de una estación de servicio. Inicialmente quiso evadir su responsabilidad mediante una excusa. “Estamos comprometidos con los movimientos sociales brasileños, y como vimos que no hubo protestas y destrozos en las calles, quisimos hacer algo para llamar la atención de los gobernantes”, aseguró Lochte. Pero cuando se demostró la falsedad de esta versión, fundamentalmente debido a los escasos vínculos de los deportistas con el Movimiento Sin Tierra, él y sus compañeros inventaron una segunda excusa: según su relato, fueron asaltados en la estación de servicio. Finalmente las autoridades descartaron también esta versión y los nadadores reconocieron que en realidad se habían emborrachado para festejar la obtención de las medallas y por eso terminaron causando los destrozos. Cuando se comprobó la verdad de lo ocurrido, la marca deportiva Speedo, que patrocinaba a Lochte, rescindió su contrato. Pero ayer el nadador recibió también críticas por parte del Comité Olímpico Internacional (COI). “El señor Ryan Lochte rompió una de las reglas más importantes de los Juegos Olímpicos de hoy en día: hay que drogarse antes de la competencia. Si alguien comete el error de drogarse después debe ser castigado”, reza un comunicado del organismo. Las falsas denuncias de los cuatro deportistas están siendo investigadas por la Justicia brasileña, pero a pesar de eso, todos ellos regresaron a Estados Unidos. “Es cierto, lo más sensato hubiera sido que se quedaran. Pero habiendo tantos estadounidenses que vienen a Brasil en busca de prostitución infantil y se vuelven a su país como si nada, sería una injusticia retener a estos pobres sujetos, cuyos únicos crímenes fueron romper un par de espejos y mentirle a la Policía”, explicó un vocero de la Policía Federal brasileña.