Miles de personas despidieron el sábado en Uzbekistán al presidente Islam Karimov, que murió el viernes, después de gobernar durante 27 años. En 1989, cuando su país era todavía una república soviética, asumió como primer secretario del Partido Comunista de Uzbekistán, el máximo cargo político de entonces, y una vez que declaró la independencia, en 1991, fue electo presidente. Siguió en el cargo con un plebiscito que prorrogó su mandato, y obtuvo más de 90% de los votos en las tres elecciones que hubo desde entonces. Según recordó la agencia de noticias Efe, en las últimas elecciones, en marzo, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) denunció que las autoridades “no dejaron espacio para la oposición”.

Karimov también ha sido acusado de actuar de manera autoritaria y de aplicar políticas represivas, en particular para perseguir al islamismo radical, presente en la región, sobre todo en Afganistán. En mayo de 2005, la represión contra protestas civiles en la ciudad de Andiyán dejó más de 800 muertos, de acuerdo con organizaciones militantes por los derechos humanos, y 187 según el gobierno, que según recordó la BBC, vinculó aquel episodio con el extremismo islámico.

El líder uzbeko fue internado el martes por un derrame cerebral y comenzaron a correr los rumores sobre su muerte, que ocurrió el viernes, según anunció el gobierno. Si bien se abren interrogantes acerca del destino político de Uzbekistán, asumirá como presidente el titular del Senado, Nigmatilla Yuldahev, mientras que el primer ministro, Shavkat Mirziyoyev, se perfila como un posible sucesor de Karimov. Entre los muchos saludos que recibió el fin de semana Uzbekistán, se cuentan las declaraciones de países como Estados Unidos y Rusia, que manifestaron su voluntad de mantener los actuales vínculos con ese país.