La tranquilidad para Nacional llegó con los 3 puntos. Si bien el equipo de Martín Lasarte fue muy superior a Plaza Colonia, sufrió más de la cuenta para lograr el objetivo de ganar. Es bien gráfico: con ser entusiasta no alcanza, mucho menos si se cometen errores que el rival capitaliza y transforma en goles. El punto de inflexión (y la diferencia) estuvo en los dos goles sucesivos que metió Nacional entre el minuto 59 y el 60, que sacaron una luz de distancia que Plaza no pudo igualar, más allá de que estuvo cerca de lograrlo, a fuerza de voluntad.

Lo bueno del tricolor estuvo en la elaboración. Nacional ayer fue dinámico, impuso el ritmo del partido y jugó mejor en lo individual y en lo colectivo en gran parte del partido. Contó con un primer creador en la estructura del juego que fue el ex volante liverpoolense Sebastián Rodríguez y, desde él hacia adelante, encontró varias rutas de acceso para crear situaciones de peligro en el arco defendido por Kevin Dawson. Entre Rodríguez, Tabaré Viudez, Leandro Barcia -hasta que se lesionó-, Martín Ligüera, Kevin Ramírez y Sebastián Fernández (ayer como 9 de área) llevaron a cabo las mejores combinaciones del tricolor.

Ya a los 3 minutos el arquero Dawson, con una doble atajada providencial, salvó a su arco de la primera caída. A los 18 Nacional reincidió en el ataque y convirtió el primer gol. Hubo una buena profundización de Barcia por la izquierda, que luego desbordó y lo engancharon, penal que cobró con éxito Sebastián Fernández. Pero no quedó sólo en eso: los de Lasarte siguieron ejerciendo la presión desde la salida y no dejaron jugar a los colonienses. Además, esa presión lo llevó a conseguir pelotas cerca de la zona caliente. A los 27, Fernández podría haber ampliado el marcador con su tiro, pero Dawson no estaba para premios ajenos. Ni de esas ni de otras, porque prácticamente hasta los 40 minutos Nacional mostró su mejor versión y le dio bastante trabajo al buen arquero coloniense.

Confianza; eso fue lo que tuvo Nacional para dominar el juego. Tal vez pecando de exceso, Diego Polenta se tuvo demasiada fe en una salida, la terminó perdiendo y cortó con falta. De ese tiro libre bastante lejano Alejandro Villoldo sacó petróleo cuando ya se cerraba el primer tiempo: apretó el zurdazo, la pelota se desvió en la barrera y agarró a contrapié al arquero Esteban Conde. Ni méritos ni merecimientos. Gol para Plaza, en la única jugada que tuvo en 45 minutos de juego. Lo que no podía, no porque no quisiera, sino porque Nacional no lo dejaba.

El segundo tiempo fue similar al primero. El tricolor, con su doble ritmo rompiendo hacia adelante; Plaza Colonia, replegado y con la fe puesta en un posible contragolpe. Pero la supremacía de Nacional dio sus frutos con el recurso que más réditos da: mandarla dentro del arco. Dos goles seguidos, en el minuto 59 y en el 60 -el primero de Fernández a lo pescador, luego de buena triangulación de Rodríguez, Ligüera y Ramírez, y el segundo del propio Ligüera tras centro de Viudez-, abrieron la brecha 3-1. Pareció que Nacional se llevaba puesto rival y resultado. Pero no, otra vez no.

Plaza, que en el primer tiempo tuvo dos delanteros tan aislados que parecían una metáfora de la soledad, subió un poco sus líneas en busca de más opciones para poder descontar. Y lo encontró con otro error defensivo tricolor: Gonzalo Porras despejó para el medio del área y prácticamente fue un centro para Gabriel Leyes, quien primero acolchonó con el pecho y luego, de sobrepique, puso el 3-2 a quemarropa de Conde.

En el último tramo del partido, Plaza Colonia se ilusionó mientras Nacional sufría. Y el sufrimiento, sabemos, no tiene mayores explicaciones: es parte del equilibrio. Pero de la adversidad el tricolor sacó recursos para alejar la pelota de su arco, recompuso sus líneas y logró los puntos que lo reacomodan en la tabla de sus pretensiones.