Un pelotazo de Fabián Carini fue el punto de inflexión del primer tiempo. El envío violento y frontal del arquero aéreo fue peinado por un jugador pedrense, se quedaron los zagueros y el delantero Vargas se llevó la pelota formidablemente ante el zaguero brasileño Bressan, controlando con el empeine a la carrera, y luego definió cruzado ante la salida del arquero. El gol siempre cambia todo. Aunque en ese primer cuarto de hora poco había sucedido. Después de eso -aunque en el inicio hubo una gran desatención de Bressan, que salvó Gastón Guruceaga sacándola al córner-, la ansiedad dominó a Peñarol durante todo el primer tiempo.

Pese a esa incomodidad para formalizar el planteamiento táctico, el aurinegro fue más, en muchas ocasiones con más fuerza de voluntad que orden táctico. Pero así y todo se paró de mitad de cancha en adelante arrinconando a un Juventud sin ideas. Nicolás Dibble fue el delantero más activo de Peñarol. El punta coloniense atacó por los dos sectores, buscó juntarse con Junior Arias y el colombiano Miguel Murillo, pero todas las triangulaciones murieron al borde del área o afuera de la cancha. Por ansiedad o nerviosismo, mientras no parecía que el equipo pedrense pudiera crearle peligro a Peñarol, fueron los mismos defensores aurinegros y el arquero Guruceaga los que con sus fallos casi le dan al rival la posibilidad de agrandar el marcador. La más clara del carbonero fue a los 35 minutos: un cabezazo de Guzmán Pereira que pegó en el travesaño.

En la segunda mitad la tónica fue similar: Peñarol intentando jugar y Juventud replegado atrás, buscando salir de contragolpe. Tomás Costa fue el primer constructor del juego carbonero. Hizo su función, darla redonda y por abajo, tratando de abrir la cancha. Y con pelota dominada, Peñarol hizo méritos para empatar el trámite: a los 62 Carlos Valdez conectó con un cabezazo un tiro libre de Costa, pero el tiro se fue pegado al primer palo. Diez minutos más tarde, una tijereta de Gastón Rodríguez -quien recién había entrado- en el corazón del área provocó un atajadón de Carini. Pero atajadón mismo: adelantado su cuerpo, voló hacia atrás, y con su mano derecha sacó en la línea un tiro bastante fuerte y bien colocado. Y a los 83 se dio la más clara para Peñarol. Una linda jugada colectiva entre Hernán Novick y el argentino Costa; el primero se escapó de dos en velocidad, se apoyó con pase en Costa, este se la filtró perfectamente al área y Novick, siempre asistidor, dio un centro de la muerte para la entrada de tres compañeros. Nahitan Nández, en inmejorable posición para definir, ante el arco libre, no pudo darle desde el suelo y la pelota terminó saliendo afuera.

Poco más pasó. Alguna contra de Juventud con Peñarol todo al ataque, más de los intentos fallidos del carbonero y un par de contenciones de Carini. El partido se cerró con los tres puntos para los pedrenses, quienes calladamente se prenden en la lucha por el campeonato.