La empresa que surgiría de la fusión sería la mayor en el negocio de las semillas y los pesticidas. La alemana Bayer ya es la empresa más fuerte en el negocio de los pesticidas, informaron la agencia de noticias Reuters y el diario español El País, y la estadounidense Monsanto lo es en cuanto a las semillas, por lo que su fusión garantiza el dominio en ambos sectores. Dentro de la estructura de Bayer, la compra implica que su división dedicada a la agricultura aumente de 22% a 40% de su caudal de negocios medido en dólares. Esto transformaría la estructura y hasta la identidad de Bayer, según los informes de varias calificadoras de riesgo, ya que se dedicaría cada vez más a los agroquímicos y menos a la industria farmacéutica.

Si la compra es aprobada por los organismos antimonopolio, Bayer ingresará en el mercado estadounidense y avanzará en el latinoamericano. A su vez, se prevé que la adquisición permita que Monsanto, cuya situación financiera era cada vez más complicada, avance en Europa, donde es muy resistido su producto insignia: las semillas transgénicas. Según los directivos de Bayer, esta empresa cuenta con una cuota de mercado de productos químicos de 18% y Monsanto con una de 26%, por lo que con la fusión, si se mantuviera toda esa actividad comercial, sumarían una cuota de mercado de 44%.

En los últimos meses se hicieron varias compras en el sector agroquímico, que de este modo está cada vez más concentrado en pocas manos. Esta semana las canadienses Potash y Agrium anunciaron que se fusionarán y antes, en febrero, ChemChina anunció la compra de la suiza Syngenta, que el año pasado rechazó una oferta de Monsanto.

Esta ola de fusiones ha generado críticas porque deja menos margen de maniobra a los productores, que contarán con menos opciones para vender sus productos y comprar sus suministros. “Esta es otra fusión devastadora para los productores, el medioambiente y los consumidores”, dijo a la BBC Wenonah Hauter, directora de Food & Water Watch, una organización civil ecologista estadounidense. La concentración en la industria agroquímica implica “que los productores reciban menos dinero por sus semillas y que se ofrezcan menos opciones para los consumidores”, dijo antes de agregar: “Ya es hora de que el Departamento de Justicia haga su trabajo y refuerce las medidas antimonopólicas para sostener la competencia saludable en la industria agroquímica”.

Además, después de la adquisición, la megaempresa de agroquímicos será un objetivo para las organizaciones ecologistas que cuestionan las semillas genéticamente modificadas de Monsanto y los efectos que los pesticidas de Bayer causan en el medioambiente. “La compañía más malvada de Europa absorbió a la más malvada de Estados Unidos. El nuevo lema corporativo de Monsanto y Bayer debería ser ‘Matando a las abejas y las mariposas por diversión y ganancias’”, dijo en Twitter el director de la organización Food Democracy Now!, Dave Murphy.

Decenas de organizaciones civiles presentaron ante las agencias antimonopolio de Estados Unidos y la Unión Europea, que deben aprobar la compra, solicitudes para que la detengan. Argumentan que esta adquisición generará daños a las personas y al medioambiente, además de ser anticompetitiva. Las agencias deben verificar que la fusión de las dos empresas no implique que el mercado que tengan al final del proceso supere los máximos establecidos por sus leyes en cada sector. Por ejemplo, la agencia Bloomberg indicó ayer que 70% de las hectáreas plantadas con algodón en Estados Unidos, el máximo permitido por la ley, es de Monsanto. Si Bayer contara con sus propias hectáreas -cosa que no sucede porque no logró penetrar en ese país-, se estaría ante una violación de las leyes antimonopolio de Estados Unidos. Frente a estas posibilidades, varios directivos de Bayer han dicho a distintos medios periodísticos que las carteras de productos y de clientes de ambas empresas son lo suficientemente complementarias como para que surjan pocas dificultades.