Las autoridades de la ONU aseguraron que el mundo vive la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Según los datos de la organización, hay 24 millones de refugiados y 40 millones de desplazados dentro de sus propios países. De los refugiados, más de la mitad se concentra en sólo siete países: Turquía, Pakistán, Líbano, Irán, Etiopía, Kenia y Uganda.

Sin embargo, los gobernantes de los distintos países de la ONU no lograron consensuar un acuerdo que fuera más allá de las declaraciones de buenas intenciones, y aplazaron para 2018 la aprobación de un nuevo texto. Decenas de organizaciones civiles criticaron la ausencia de un compromiso real en una declaración que señala que refugiados y migrantes gozan de derechos sin importar su estatus legal y que debe ser prioritaria la atención y educación de los niños. No fueron incluidos los compromisos que habían propuesto algunos países, como uno que establecía la redistribución anual de 10% de los refugiados y otro que prohibía detener a niños y adolescentes en las fronteras.

Human Rights Watch y Oxfam Internacional criticaron esto y opinaron que se debió al crecimiento, en Estados Unidos y en Europa, del discurso antiinmigración. En la cumbre los países buscaron imponer las normas que cada uno aplica en su territorio, al tiempo que intentaban evitar una resolución que exigiera reformas en sus legislaciones.

El director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, dijo antes del encuentro que no tenía grandes expectativas con respecto a la declaración, porque si individualmente los países no buscan mejorar la situación de los refugiados, tampoco lo harán en este tipo de instancias. Por su parte, Winnie Byanyima, portavoz de Oxfam, dijo que si bien “muchos gobiernos temen ver esta cuestión en sus agendas políticas”, es necesario que “cumplan sus obligaciones bajo la legislación internacional”. Por su parte, Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional, dijo que “los líderes mundiales deberían anunciar pasos claros y concretos para acabar con la crisis de los refugiados” y no hacer declaraciones vacías basadas en buenas intenciones.

La mayoría de los países europeos presentes en la cumbre contrapusieron la aceptación de inmigrantes con la seguridad nacional. “Tenemos que tener claro que todas las naciones tienen el derecho de controlar sus fronteras y proteger a sus ciudadanos”, dijo la primera ministra británica, Theresa May. En la misma línea, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, afirmó que el objetivo de la Unión Europea tiene que ser “restaurar el orden en sus fronteras exteriores”.

Por su parte, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, cuyo país copresidía la cumbre junto a la ONU, llamó la atención sobre la “grave” situación de los refugiados de América Central. Si bien la mayor parte de los discursos se refirió a los desplazados por los conflictos armados, también se habló sobre la migración desde América Central, específicamente desde México, a Estados Unidos. En los últimos meses el tema ha sido avivado por el discurso antiinmigración del candidato presidencial republicano Donald Trump. El presidente mexicano destacó los aportes que hacen los migrantes a sus países de destino y señaló que son necesarios “la inclusión socioeconómica de los refugiados” y el fin de las detenciones a los niños de 11 años o menos.

También el presidente estadounidense, Barack Obama, en su último discurso en la Asamblea General de la ONU se refirió a los inmigrantes de su país y a Trump, aunque sin mencionarlo. “Si las naciones se rodean de muros sólo conseguirán encarcelarse a sí mismas”, dijo, y consideró que “el mundo es demasiado pequeño como para pensar que construir un muro puede surtir efecto”. También criticó el crecimiento de “un nacionalismo agresivo, un populismo crudo, que intenta restablecer lo que consideran que es mejor, libre de contaminación externa”.

Obama lideró ayer una segunda cumbre sobre refugiados en Nueva York a la que asistieron representantes de 52 países. En ese encuentro, los países se comprometieron a dar, en total, 4.500 millones de dólares para ayuda humanitaria a los refugiados y a recibir a 360.000 refugiados en total en 2016, el doble que en 2015. Obama aseguró que “la tarea más urgente” para la comunidad internacional es resolver la crisis de refugiados, que es de “proporciones históricas”.