El proyecto de ley del diputado emepepista Walter de León que creaba la figura del “usuario de Uber arrepentido” cosechó muy pocos apoyos en el sistema político, por lo que seguramente sea desechado. De León proponía que quienes hicieran uso de este sistema de transporte y luego se arrepintieran y denunciaran al conductor que los había transportado recibirían una compensación de 150 unidades reajustables. “Me siento traicionado por mis compañeros porque abandonaron uno de los principios fundacionales de la izquierda, consistente en desarrollar sistemas cuya implementación exitosa es virtualmente imposible”, aseguró el legislador. El proyecto de ley tampoco fue bien recibido en los medios de comunicación y la opinión pública. Las respuestas más frecuentes en un sondeo divulgado ayer fueron “es la estupidez más grande que escuché en lo que va del siglo” y “este delirio sólo se le podría haber ocurrido a alguien del MPP”. Una fuente del sector al que pertenece De León reconoció que esta última respuesta “no se aleja tanto de la realidad”, ya que “desde hace décadas la barra le viene dando a las drogas duras, como el ácido, la ayahuasca y los hongos”. Esto explicaría no sólo el estilo de dirigentes como José Mujica, Eleuterio Fernández Huidobro, Carlos Gamou y el propio De León, sino también varias de sus propuestas. “La idea del monumento a los tupamaros y los militares en la Torre de Presidencia, la propuesta de impartir clases de tiro en las escuelas y la hipótesis de que la nueva agenda de derechos es una conspiración de la derecha imperial surgieron una noche en la que el Pepe, el Ñato y Jorge Saravia se juntaron en la chacra de Rincón del Cerro a tomar ayahuasca. Saravia era el que la llevaba, cuando se le acabó lo echaron del sector”, explicó la fuente consultada. El veterano dirigente tupamaro Jorge Marenales relató que, la costumbre de drogarse durante las reuniones “tiene más de cinco décadas, y es la explicación de por qué decidimos derrocar al gobierno por la vía armada”.