La escuela Canadá (número 174) es una de las que participaron en la Semana de las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC) en el barrio Pueblo Victoria. Durante toda la semana se realizan muestras, talleres y clases abiertas para familiares y vecinos, que tratan sobre la integración de las tecnologías en la educación. Fueron 25 escuelas del Oeste de Montevideo, en total, las que participaron en esta semana tecnológica. La 174, en particular, recibe a alrededor de 175 niños en la mañana y 210 en la tarde. En la mañana del viernes se respiraban aires festivos en la calle Pedro Celestino Bauzá, donde está emplazada la escuela; padres, abuelos y vecinos del barrio se arrimaron al local para ver el audiovisual preparado por los alumnos y disfrutar de los videojuegos que diseñaron con sus ceibalitas o tablets. “Creamos los juegos con unos comandos (el Scratch 2, programa para crear tus propias interacciones en comunidad, historias, videojuegos y animaciones), que es lo que usamos para que se mueva; una plataforma con la que golpeamos la pelota para que rebote. Nos lleva cinco minutos hacerlo”, le cuentan Santino y Facundo a la diaria. Los dos, alumnos de sexto año, coinciden en que la creación de ese juego, consistente en hacer rebotar una pelota con una pequeña base, fue “fácil”. Según contaron, también le dedican tiempo en sus casas a la creación de videojuegos, y les gustaría, algún día, incursionar en esa industria, que constituye un nicho de mercado importante en Uruguay. Marisa, docente de la escuela, contó cómo trabajan los chiquilines y las propuestas que tenían para elegir y mostrar a sus familiares y vecinos: “Tenés dos opciones: podés solamente buscar información, o trabajar los distintos programas que te baja Ceibal y quedan cargados en la tablet: Buscaespecies; Fototoon, que es una historieta; Sopa de Letras, etcétera. Para la semana de la tecnología, cada grupo trabajó diferentes propuestas”.

Pros y contras

La inclusión del Plan Ceibal en la educación arrancó en 2007, “con el fin de realizar estudios, evaluaciones y acciones, necesarios para proporcionar una computadora portátil a cada niño en edad escolar y a cada maestro de la escuela pública, así como también capacitar a los docentes en el uso de dicha herramienta y promover la elaboración de propuestas educativas acordes con las mismas”. El plan, inspirado en el proyecto One Laptop per Child, de Nicholas Negroponte, tiene, como toda iniciativa, aspectos positivos -los docentes coinciden en que son la mayoría- y algunos no tanto. “El material tecnológico es muy bueno desde el punto de vista del aprendizaje, la didáctica, la estrategia, se trabaja muy bien en eso; los niños absorben todo. Pero tenemos malos equipos, entonces los padres se quejan, las mandan al Correo y Ceibal no las devuelve. Además, cuando vienen a las escuelas a hacer las reparaciones, nos dicen que no tienen repuestos. Si tenés una clase con 20 niños, tenés seis computadoras; cuando querés trabajar tenés que hacer grupos, y no es lo mismo. Estamos tratando de que todos puedan aprender de la misma forma con las pocas tablets que tenemos. La plataforma es bárbara, pero cada niño tiene que tener su tablet”, dijo una docente de la escuela Canadá, que prefirió no revelar su nombre.