La actividad “¿Cómo vivir de la música en Uruguay?” fue abierta y gratuita. Reunió a artistas y público, entre el que se destacaron varios jóvenes que pasaron de un papel inicial de escuchas a tener una activa discusión sobre lo que conlleva ser músico, dedicar el tiempo y las ganas para llegar a formar una banda y cómo hacer posible la profesionalización del artista en Uruguay.

La invitación se extendió a trabajadores del arte y de la música, que volcaron sus experiencias y hablaron de cómo son sus vidas y cómo creen que será, en el futuro, vivir de la música en Uruguay.

Durante más de dos horas, Mónica Navarro, cantante, actriz y conductora de radio y televisión; Gabriela Rodríguez, docente, cantante y acordeonista (con Los pájaros pintados); Daniel Aguerregoyen, mánager, músico (percusión en La Chancha) y productor, y Leonardo Carlini, líder de la banda maragata Pecho e’ Fierro, intercambiaron ideas y experiencias, mientras que Sebastián Silva, músico y comunicador, operaba como moderador de la charla entre los artistas y el auditorio.

Tienen la palabra

“Lo que nos pasa a las bandas más chicas cuando hay un dinero y hay que repartirlo no es tan grave, lo importante es cuando hay que invertir. Cada inversión que se hace permite un retorno. Tirar todos para el mismo lado es la cuestión; queremos un sonidista, ¿cómo lo pagamos? El tema de la inversión, pero no sólo en lo económico, es clave, representa un punto de quiebre para las bandas más jóvenes como nosotros: o dejamos la banda para romper los huevos o empezamos a pensar la banda con una cabeza más de laburo. Conozco un montón de bandas que dejaron de tocar cuando se toparon con un muro que se llama inversión”. Esas palabras pertenecen a Julieta, que fue a ver y escuchar la charla y terminó siendo una participante más. Un rato antes, Navarro, Rodríguez, Aguerregoyen y Carlini habían comentado sus experiencias y, como si hubieran llegado a un acuerdo previo a que comenzara la actividad, los cuatro habían desnudado las dificultades que conlleva vivir de la música, aunque destacando que estaban felices por poder hacer lo que les apasiona: “Hace muchos años que me dedico a la música, fundamentalmente desarrollé la actividad de la docencia. Lo que yo rescato es que hice lo que sentí que tenía que hacer; fui afinando mi propósito a lo largo de los años, y hoy me defino como un instrumento de música”, puntualizó Gabriela Rodríguez.

Conocieron la música en la infancia y caminaron con ella durante todas sus vidas. El maragato Leonardo Carlini empezó de pequeño. Luego, ya en Montevideo, comenzó a profesionalizarse. Dice que no le ha sido fácil vivir del arte, algo en lo que coincidieron los cuatro músicos: “De los toques, exclusivamente, no he podido vivir. Me ayuda. Los derechos de autor también, y también doy clases de guitarra en mi casa y en Santa Catalina. Hace 18 años que no hago otra cosa que tocar con la banda o dar clases”.

Mónica Navarro agregó a lo que dijo Carlini que ella siempre desarrolló, para poder sobrevivir, otras actividades emparentadas con la música, e hizo hincapié en que hay que normalizar la profesión: “Es un trabajo como cualquier otro, vivimos como los demás. Todos, en estas últimas épocas, tenemos multiempleo”.

El líder de Pecho e’ Fierro desató las risas de todos cuando contó que una vez su hijo le comentó que un vecino decía “lo que vos hacés no es trabajar”. Frente a eso, Gabriela Rodríguez fue contundente: “Es lo que uno vino a hacer al mundo; es un trabajo y requiere mucha disciplina. Se puede vivir de este trabajo. Cuando uno sueña con algo, eso es lo primero”.

Aguerregoyen agregó: “A veces estoy pensando en eso desde que me despierto hasta que me acuesto, y de alguna manera estás trabajando. A veces es desgastante, pero lo bueno, también, es que uno usa esa libertad que tiene para moverse en pro de lo creativo, que a veces es tocar y a veces es hacer que la música se escuche, o preocuparse de lo económico, etcétera. Es un mix de libertad y de lo contrario, pero yo prefiero eso. La contra es que en este rubro no hay mucha seguridad. Pero no hay nada como vivir y trabajar de lo que a uno le gusta”.

En cuanto a las sombras de la profesión, para Rodríguez las diferencias de género son importantes: “Hay aspectos culturales, y a las mujeres les cuesta mucho más. A mi generación le costó mucho más. Ser mujer, ser música en mi época, implicaba que te drogabas y que eras lesbiana. La cultura patriarcal la tenemos todos, y de alguna manera incide en ese tránsito de la vida. También nos ganó eso de que la música para niños no existe; la música es música. A lo que voy es: esas cosas que hacen a nuestra cultura, que nos atraviesan, requieren un esfuerzo de tomar conciencia para transformarlas”.

De frente

La Cooperativa de las Artes del Uruguay “surge como iniciativa de gestores y productores artísticos en el seno de Prom.Uy, la asociación de productores y mánagers musicales del Uruguay, y de un grupo importante y representativo de músicos, mayormente dirigentes y militantes de la vieja Adempu, la Asociación de la Música Popular Uruguaya, aquella combativa asociación surgida en el PIT a comienzos de la década de 1980 y que reunía a los músicos populares de nuestro país en plena dictadura militar”. Junto al Sindicato de Músicos y Anexos, trabajan por dignificar y profesionalizar la actividad de los músicos.