“Está prohibido gastar”, dijo el nuevo alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, que asumió ayer el cargo para el cual fue electo el último día de octubre. “Empieza una etapa vibrante”, aseguró João Dória, que encabezará la alcaldía de San Pablo. El espíritu de las dos frases fue repetido en la mayoría de los municipios brasileños, en los que ayer asumieron nuevas autoridades. El inicio de los mandatos llegó en un contexto marcado por los problemas económicos que atraviesa todo Brasil, en particular varios estados que tienen grandes deudas con el gobierno central, como Río de Janeiro.

Pero las asunciones de ayer también son el punto de partida de algo que se expresó en los resultados de las elecciones municipales: la búsqueda de nueva política, o al menos nuevos políticos. Varios de los nombres que ganaron en las elecciones son desconocidos, mientras que muchas de las personas que ocuparon cargos de gobierno -nacionales o locales- en los últimos años perdieron en las urnas. Fueron los comicios en los que hubo menor número de reelecciones en los municipios brasileños, informó la cadena O Globo, y el caso más claro es el de San Pablo, donde fue derrotado el primer alcalde de izquierda desde el regreso a la democracia, Fernando Haddad.

Lo nuevo y lo austero fueron las marcas de los discursos de Crivella y Dória, muy distintos entre sí. Pero las palabras del carioca se diferenciaron por sus muchas menciones religiosas. “La familia es importante [...] Dios es padre, hijo y espíritu santo, pero sobre todo Dios es familia”, dijo, antes de pedir la “bendición de Dios” para su mandato y después de agradecer por el “amor a Dios” que le dio fuerza en su campaña.

El nuevo alcalde de Río, un obispo evangélico que pidió licencia para dedicarse a la política, también agradeció el apoyo de evangélicos y cristianos a su candidatura. Dijo que asume el cargo con fe y que Dios les dio a los cariocas “una ciudad maravillosa”.

El discurso de Crivella también incluyó algunos anuncios concretos: por ejemplo, que se reducirá el número de ministerios de la alcaldía de 23 a 12. Otras medidas que adelantó su equipo indican que hará un relevamiento en todos los contratos firmados por el gobierno de su antecesor, Eduardo Paes, para controlar su ejecución y rescindir algunos. Además buscará terminar con los gastos superfluos y achicar el tamaño del gobierno municipal, incluso en cuanto al número de funcionarios. Uno de sus asesores dijo a la cadena O Globo: “Va a ser un año de ajuste, corte de gastos, de mejorar la recaudación, de cortar beneficios fiscales y terminar con algunos desvíos”.

Anuncios similares se escucharon en el discurso de Dória, que prometió revisar los gastos muncipales para hacer recortes “en todos los lugares en los que sea posible”. Evitando la soberbia que caracterizó su campaña, Dória dijo que su gestión será marcada por la “humildad”, que estará siempre “abierta al diálogo” y que sabrá “retroceder” si se cometen errores. Reiteró que no se presentará a la reelección en 2020 y que el foco de su gestión estará puesto en los “más pobres” de San Pablo. Habló de la “ética en la gestión pública” y prometió “transparencia”, “eficiencia” e “innovación”.

Crivella y Dória son dos nombres que se estrenan en la primera línea de la política brasileña. Crivella fue senador y candidato a gobernador y alcalde de Río en varias oportunidades, en las que se ocupó de defender principios religiosos, así como el rechazo al matrimonio homosexual o al aborto. Pertenece al Partido Republicano Brasileño, que está directamente vinculado con la Iglesia Universal del Reino de Dios. Por su parte, Dória, del Partido de la Social Democracia Brasileña, es un empresario que durante la campaña repitió hasta el hartazgo la frase “Soy un administrador, no soy un político”, a la vez que hacía hincapié en la pérdida de confianza de los brasileños en sus políticos. Dória lidera un grupo empresarial que lleva su nombre, y es el presidente de la asociación de empresarios Líderes Empresariales.