Un equipo conformado por veterinarios, médicos, biólogos moleculares, epidemiólogos y vaccinólogos de distintas instituciones públicas y privadas está abocado, desde hace dos años, al estudio a la bacteria Leptospira, causante de la leptospirosis, una enfermedad que afecta a vacas y humanos, con el objetivo de llegar a conformar un banco de cepas para la elaboración de vacunas propias. El coordinador del proyecto, Alejandro Buschiazzo, informó ayer en una conferencia de prensa que ya se logró aislar y tipificar 21 cepas y que hay más cultivos en curso, “o sea que esto sigue su rumbo”.

La leptospirosis es causada por una bacteria con forma de sacacorcho, muy movediza, capaz de invadir a animales y a humanos. “El problema es que viven en zonas húmedas, entonces la orina de los animales -ratas, vacas y otros animales silvestres- lleva un montón de bacterias que quedan en el agua, y de ahí infectan y empiezan a diseminarse a distintos organismos, incluyendo al ser humano”, explicó Buschiazzo.

En el caso de los bovinos, afecta en forma crónica a los adultos, que secretan muchas bacterias en la orina, por lo que, aun no estando enfermos o sin presentar los signos de la enfermedad, la diseminan. Indicó que para los humanos también es una enfermedad “severa”, que causa “morbilidad y mortalidad” en índices “realmente muy altos” y provoca abortos.

El Instituto Pasteur de Montevideo comenzó a estudiar la bacteria en 2015, en conjunto con la Plataforma de Salud Animal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y la red de laboratorios División de Laboratorios Veterinarios-Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, ante la importancia de contar en el país con cepas autóctonas aisladas para la veterinaria y la salud pública.

Dos años después, ya se cuenta con la tipificación de 21 cepas y con varios cultivos en curso. “El objetivo es crear un banco de las cepas que el país realmente tiene, tangible, protocolizado con estándares de calidad internacional, y poder hacer su seguimiento”, dijo Buschiazzo.

La investigación arrojó que entre 15% y 20% de los animales estudiados tenían la bacteria. Esto “no significa que sea un número de incidencia de la enfermedad, pero sí es un valor importante”, dijo el científico.

A futuro, los investigadores proyectan elaborar “mejores vacunas” para las cepas autóctonas y medir su eficacia, así como generar un mapa de prevalencia de las variedades a nivel nacional, que permita relevar su importancia.