Michael Flynn, consejero de Seguridad de Donald Trump, renunció el lunes a su cargo cuando se supo que en una llamada telefónica con el embajador ruso en Estados Unidos discutió el levantamiento de las sanciones impuestas por el ex presidente Barack Obama al gobierno de Vladimir Putin. “Lo más probable es que esto sea solamente un adelanto de lo que vamos a seguir viendo en los próximos cuatro años: funcionarios inteligentes rusos dejando a funcionarios estadounidenses como más idiotas de lo que ya son”, aseguró un politólogo de la Universidad de Harvard.

Pero la administración Trump no sólo está recibiendo ataques, sino que en varias áreas pasó a la ofensiva. Es el caso de la acusación de narcotráfico contra el vicepresidente de Venezuela, Tareck el Aissami. Si bien muchos especulan con que el verdadero motivo de la acusación es desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro, o que está relacionada con el origen sirio de El Aissami, declaraciones de un integrante de la diplomacia estadounidense publicadas por el periódico The New York Times sugieren otra cosa. “Tener como proveedor de drogas a un chavista es un riesgo que no podemos correr. Tenemos un mercado de millones de adictos que podría verse enfrentado a una situación de desabastecimiento. El país no está preparado para tener colas de centenares de adictos en las esquinas esperando por su dosis, que para colmo de males seguramente sea insuficiente”, aseguró el funcionario de la Casa Blanca. Es que muchos expertos en narcotráfico del gobierno estadounidense están alarmados por los efectos que las medidas antiinmigración de Trump, más concretamente la construcción del muro entre México y Estados Unidos, podría tener en el suministro de drogas. “Trump es un millonario acostumbrado a tener cocaína solamente con chasquear los dedos, pero no es consciente de todo lo que tiene que pasar para que la droga llegue a su nariz”, dijo uno de ellos.