“Jugar en las grandes ligas” se llama el reciente estudio del Banco Mundial, que presentará hoy y que apunta a analizar -en acuerdo con el gobierno- la participación de Uruguay en las cadenas globales de valor de los lácteos y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), de dinámicas distintas, en el sentido de que el primero es un sector más bien tradicional, con una producción “básica”, mientras que el otro es nuevo y apunta a mercados más sofisticados. Uno de los autores del documento, Gonzalo Varela, uruguayo y economista senior del Banco Mundial especializado en la Práctica Global de Comercio y Competitividad, conversó con la diaria sobre las principales conclusiones del documento.

El Banco Mundial y el gobierno de Uruguay mantienen una sociedad que cada cinco años determina las prioridades sobre las cuales trabajar en conjunto. Hace unos años se estableció la necesidad de abordar políticas públicas para promover el crecimiento y la competitividad del país, lo que desembocó en un primer informe diagnóstico sobre los desafíos relacionados con la competitividad de las exportaciones locales. “Jugar en las grandes ligas” viene a ser la continuación, en la que se profundiza en el análisis de dos cadenas en particular: la del sector lechero y la de las TIC.

Si bien fue el gobierno el que se mostró “altamente interesado” en abordar estos dos sectores, Varela también consideró que “tienen características interesantes como para hacerlos como piloto”, ya que se trata, en el caso de los lácteos, de un sector altamente internacionalizado, tradicional y enfocado a productos de relativo bajo precio, mientras que las TIC conforman un sector de servicios de exportación nuevo, con vocación exportadora y productos mucho más sofisticados en lo que refiere a valor agregado y calidad. “Los desafíos son interesantes porque son bien distintos y representan dos partes de Uruguay”.

En cadenas

El estudio toma como punto de partida la intención de “apoyar a las empresas uruguayas para que formen parte de las cadenas globales de valor”, que Varela sintetiza como “la forma de comercio e inversión que se está dando a partir del avance de la comunicación y su consecuente bajada de costos”. “Hace 20 o 30 años la forma de comerciar era que uno producía un bien -de principio a fin- y lo exportaba a otro país y ese otro lo consumía, y cuando empiezan a bajar los costos de comunicarse, las firmas deciden fragmentar el proceso de producción para hacerlo más competitivo, con la integración de distintas partes del mundo en pequeños segmentos”, explicó.

Una de las grandes consecuencias de las cadenas globales son los acuerdo megarregionales, como pueden ser el Tratado de Asociación Transpacífico (TTP) o la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP). Estas nuevas formas más complejas de comercio son, para Varela, “una estrategia de internacionalización clave” para el país, en el sentido de que “profundizan” los acuerdos comerciales al incorporar más provisiones -en armonización de estándares y flexibilización de las reglas de origen- que las que se incorporaban antes, cuando la dinámica se guiaba por aranceles. Según el economista, “a mayor profundidad de los acuerdos firmados por un país, mayor integración de sus firmas a las cadenas globales de valor”, entonces, “si uno quiere incorporarse a las cadenas globales, necesariamente tiene que pensar en ese tipo de megaacuerdos”.

La dirección de la política pública

Latinoamérica no está muy integrada a estas cadenas, según Varela por la “falta de un líder”. A su vez, el Mercosur se encuentra más rezagado que la Alianza del Pacífico debido a la “llanura” de sus acuerdos. Aun así, Varela considera que “hay muchas cosas que se podrían hacer “sin el corset del Mercosur”, por ejemplo, la firma de Tratados de Libre Comercio cuando se obtiene la “carta blanca” del bloque, como pasó con México en 2003 y, recientemente, con Chile. “Esas iniciativas son bienvenidas porque Uruguay las necesita, pero también se puede avanzar con otro tipo de acuerdos, como los de doble tributación, bajando los costos comerciales con mejor conectividad y logística, facilitando los procesos de innovación y que los mercados asignen recursos de formas eficientes. La ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación] tiene una agenda en este sentido, y los representantes del sector privado a quienes entrevistamos para este estudio valoran mucho ese tipo de actividades”, aseguró.

Una eficiente asignación de recursos implica hacerlos fluir “de las menos productivas a las más productivas”, según Varela. “Esa ‘fuerza darwiniana’ hace que la eficiencia agregada crezca”, algo que sucede en el sector de los lácteos, aunque en la industria manufacturera no: “Los recursos fluyen hacia las [actividades] menos productivas”, lo que lleva a “implicancias sobre estructuras tributarias, el funcionamiento del mercado de trabajo y de acceso al financiamiento”. En otro sentido, el sector de las TIC está a pleno empleo y en busca de más fuerza de trabajo, por lo que Varela consideró que la inauguración de la Universidad Tecnológica “es algo prometedor”, porque va a aportar un flujo de profesionales que en el mediano plazo permitiría cubrir al menos parte de la demanda. “Son dos ejemplos en los que la política pública tiene un rol, más allá de Mercosur sí o Mercosur no”, agregó.

De los commodities a lo orgánico

En el sector lácteo, el desafío para insertarse en las cadenas globales es “moverse a productos de mayor calidad”. “Si uno mira la distribución de la calidad de los exportadores lácteos del mundo, Uruguay está de la mitad para abajo, entonces la idea es escalar en este aspecto”, sostuvo Varela.

Según el estudio, Uruguay tiene por delante “oportunidades prometedoras”, particularmente en dos segmentos estratégicos de la industria. Uno es el de productos “básicos” que pueden comercializarse a nivel internacional gracias a su naturaleza no perecedera, como la leche entera en polvo, el queso cheddar, la lactosa, la mantequilla en polvo y la caseína al cuajo; en este segmento un “reposicionamiento estratégico” sería “invertir directamente en las fases ulteriores de la cadena para afianzar su lugar en los mercados finales y enfocarse en la diferenciación de productos”, indica el estudio. Por otro lado, también están los productos “premium”, como los quesos artesanales o las leches orgánicas, por los cuales los consumidores están dispuestos a pagar sobreprecios.

Para Varela sería oportuno desarrollar un apoyo “similar al que tuvo la carne por parte de Uruguay Natural” con los lácteos y, en especial, con los quesos artesanales. “No hay una marca de queso uruguayo, pero hay muchas capacidades en los establecimientos en Colonia y San José que podrían ganar en competitividad internacional si existieran esfuerzos. En cuanto a la leche orgánica,* también vemos que, dados el tamaño y la estructura productiva del sector, es algo que tiene mucha potencialidad”, afirmó.

Algunas de las recomendaciones del organismo multilateral en este aspecto refieren a la “armonización de leyes y reglamentaciones nacionales con las normas internacionales”, programas de acreditación y certificación de productos orgánicos, auditorías de las prácticas implementadas en los tambos orgánicos y programas de apoyo “temporales y no distorsivos” para los tamberos dedicados a este tipo de producción.

De boutique a neurálgico

También en el área de las TIC se identificaron dos segmentos estratégicos. El “más viable a corto plazo” sería el de suministro de productos y servicios personalizados y de gran complejidad -como el desarrollo de aplicaciones móviles, el diseño de software para videojuegos, la animación digital, los efectos visuales- de empresas relativamente pequeñas, con modelos comerciales ágiles y adaptativos y fuerza de trabajo altamente especializada.

Para afianzar el lugar de este segmento, llamado boutique, el Banco Mundial propone “reorientar el enfoque de los programas de promoción de la exportación” hacia empresas emergentes dinámicas y con perspectivas de internacionalización; reducir sus barreras al comercio y la doble imposición tributaria, y propiciar una “participación preferencial” en políticas y programas educativos de ciencias, tecnología, ingeniería y matemática “especialmente diseñados”.

Para el reposicionamiento estratégico del segmento “neurálgico”, conformado por grandes empresas internacionales de software. “lo que se requiere es tener una oferta de mano de obra permanente y también circulación de talento mientras exista una restricción de oferta”, mediante el reconocimiento mutuo de títulos y permisos de migración, dijo Varela, coautor del estudio “Jugar en las grandes ligas” junto a Alberto Criscuolo, Ifeyinwa Uchenna Onugha, Gianluca Santoni, Álvaro Lalanne y Aarre Laakso.

Otra traba es el acceso al financiamiento del sector servicios. “En general, los activos que tienen son intangibles, entonces a los bancos les cuesta más prestarles, por lo que se podría pensar estructuras de financiamiento, como capital semilla o capital de riesgo, que serían instrumentos útiles, explicó.

* Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, para que la leche califique como orgánica se necesita alimentación en pasturas por al menos cuatro meses al año, que el alimento no tenga fertilizantes químicos, pesticidas o semillas genéticamente modificadas, y que las vacas no sean tratadas con hormonas o antibióticos.