Unas horas antes de que el Parlamento británico votara el proyecto de ley que permitirá al gobierno activar formalmente la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), Escocia anunció que volverá a impulsar un referéndum independentista. Desde su residencia oficial en Edimburgo, Sturgeon dijo ayer que la semana que viene solicitará autorización al Parlamento de Escocia para pedir a Londres la llamada “Orden 30”, que, una vez concedida, permitiría la celebración de la consulta.

La líder escocesa explicó que este referéndum debería celebrarse antes de que Reino Unido abandone la UE, un proceso que, según se estima, terminará a mediados de 2019. “En mi opinión, es importante que Escocia pueda ejercer el derecho a elegir nuestro propio futuro cuando las opciones estén más claras que ahora, pero antes de que sea demasiado tarde para decidir nuestro propio camino”, afirmó. Si Escocia no se pronuncia “sobre la relación que quiere” antes de que Reino Unido salga del bloque europeo, se enfrentará a “un largo período fuera no sólo de la Unión Europea, sino también del mercado único”, consideró.

Este último punto fue, justamente, el que apuró los planes independentistas de Escocia. Sturgeon explicó que no logró llegar a un acuerdo con el gobierno británico porque May no escuchó las ofertas para que Escocia pueda seguir integrada al mercado único europeo, luego de la salida de Reino Unido de la UE. “Trabajamos duro para intentar alcanzar un acuerdo y dimos a la primera ministra varias oportunidades para llegar a un compromiso. Pero chocamos con el muro de la intransigencia”, dijo Sturgeon. Y recordó que en la consulta sobre el brexit, en junio del año pasado, 62% de los escoceses optaron por permanecer en la UE. El Partido Nacional Escocés (SNP) de Sturgeon considera que tiene “un mandato democrático de acero” para convocar un nuevo referéndum de independencia, porque en su manifiesto electoral de 2016 prometió que se plantearía esa opción si “se saca a Escocia de la UE contra su voluntad”.

Unas horas después del anuncio de Sturgeon, el gobierno de May dijo en un comunicado que “otro referéndum sería divisorio y causaría una enorme incertidumbre económica en el peor momento”. Agregó: “En vez de jugar con el futuro de nuestro país, el gobierno de Escocia debería dedicarse a dar buenos servicios públicos a los escoceses”.

La tensión entre Londres y Edimburgo empezó cuando May se decidió por la opción del llamado brexit “duro”, que promueve la desvinculación total entre Reino Unido y la UE, incluido el mercado único. Esa tensión, además, aumentó hace dos semanas cuando la primera ministra acusó al SNP de “descuidar” las necesidades primarias de la región para priorizar su objetivo secesionista. En esa ocasión, la líder conservadora advirtió al gobierno escocés de que “la política no es un juego”, y lo acusó de estar “obsesionado” con promover la independencia de la región.

Sturgeon dejó claro ayer que la posibilidad de llegar a un nuevo acuerdo con May es remota: “El lenguaje del diálogo entre ‘socios’ con Londres ha desaparecido por completo. Si Escocia puede ser ignorada en un asunto tan importante como la pertenencia a la UE, está claro que nuestra voz puede ser ignorada todo el tiempo”.

El brexit también generó reacciones en Irlanda del Norte. Allí, el partido nacionalista irlandés Sinn Féin pidió ayer la celebración “cuanto antes” de un referéndum sobre la reunificación de Irlanda para hacer frente al impacto de la futura salida de Reino Unido de la UE. “Siguen sin querer atender a la posición de la mayoría. El brexit va a ser un desastre para la economía y para la gente de Irlanda”, dijo la líder del Sinn Féin, Michelle O’Neill, respecto del gobierno británico. Esta región también votó a favor de permanecer en el bloque en el referéndum sobre el brexit.