Los errores se pagan caros y eso pesa en cualquier partido. Cuando la suerte está de tu lado y las cosas funcionan bien, tenés todo a tu favor para sacarlo adelante; excepto que tomes malas decisiones. Algo de eso le pasó a Fénix el sábado de tarde en Jardines del Hipódromo. Le ganaba 2-0 a Peñarol, pero no supo manejar el partido, y el empate cerca del final fue un consuelo para los aurinegros, que la remaron de atrás y pudieron rescatar un punto. Queda el casi casi.

Es cierto que la semana carbonera no fue la mejor. La goleada sufrida en Cochabamba encendió ciegamente las alarmas en todo sentido, y el partido con Fénix fue una prueba de fuego. Se notó el nerviosismo mirasol y la presión que el equipo sentía a su alrededor.

Pero quizá esa lógica pudo ser determinante en el primer tiempo del partido disputado en la cancha danubiana. El equipo de Leonardo Ramos marcó una interesante presión, generando jugadas de peligro que, de no ser por la gran tarde del arquero albivioleta Darío Denis, hubieran terminado en la red. El carbonero se paró con un 4-3-1-2 que fue efectivo al principio, y tuvo a Gastón Rodríguez en la diagonal hacia adentro, con centros que complicaron a la defensa capurrense.

Peñarol pudo ponerse arriba por un precioso cabezazo de Nahitan Nández, o con otro de Lucas Cavallini, pero el arquero albivioleta respondió en ambas ocasiones en forma excelente. A Fénix le costaba salir del fondo y la pasó mal durante la primera media hora del partido.

El equipo de Gustavo Ferrín se paró con un clásico 4-4-2, esperando aprovechar su momento para dar el zarpazo. Las contras fueron un arma letal que el equipo no aprovechó, hasta que un quite de Ignacio Pallas en la salida peñarolense fue clave. El zaguero la pellizcó y tocó rápido con Fabián Estoyanoff por la izquierda. El Lolo, con una defensa mirasol descolocada, mandó un precioso centro con comba, que encontró una gran definición de Angelo Gabrieli para marcar el primero a los 30 minutos. El festejo no pudo ser para el Tano, ya que al definir chocó con Gastón Guruceaga, tuvo un fuerte golpe en la rodilla y debió ser suplantado por Roberto Fernández.

Y si la presión fue complicada para Peñarol, lo peor vino con el gol tempranero del segundo tiempo de Estoyanoff. El ex carbonero recibió un pase largo en profundidad y enfiló hacia el arco con bastante tiempo, espacio y sin marcas. El Lolo entró al área y desde una posición sesgada sacó flor de derechazo que fue incontrolable para Guruceaga y convirtió el 2-0, tanto que no celebró.

El peso de la lógica obligó a Peñarol a irse al todo por el todo, pero el saco de nervios fue complicado de sobrellevar, y las pelotas perdidas abundaron. Fénix, con la ventaja, echó la máquina atrás y le dejó todo el terreno a su rival, que tuvo campo fértil para empezar a sembrar.

Ya con un 3-4-3 definido luego de los ingresos de Nicolás Dibble, Diego Rossi y Mauricio Affonso, los aurinegros presionaron a Fénix y el partido empezó a jugarse casi exclusivamente en los últimos 30 metros del campo del equipo de Ferrín. El descuento no vino con la fórmula mágica, pero vino. Cristian Rodríguez ya no daba más, pero se animó con un zapatazo de afuera y puso el descuento que dio esperanzas a falta de 15.

Aun así a Peñarol le costó mucho y el orden fue lo que faltó, en un momento en el que pendía de un hilo su supervivencia en la cancha. Ferrín no apostó a poner a un delantero fresco que pudiera inquietar a la retaguardia de Peñarol, y en cambio optó por acumular gente atrás. Decididamente tirados arriba, los de Leonardo Ramos siguieron merodeando el arco de Fénix, y en el minuto 87 llegó el merecido empate.

Luego de una serie de rebotes, el volante Nández la cazó de volea y la clavó contra el palo de Denis. Con algunos minutos aún por jugar, Peñarol echó el resto, pero no le dio para más. Queda en la mitad del vaso lleno la actitud del equipo para salvar al menos un punto. En la parte vacía, además de los dos puntos perdidos, sigue estando presente la sensación de que al equipo aún le falta bastante para dar una sensación parecida a la solidez.