Cada vez más personas en el mundo saben de la existencia de Netflix, pero definir qué es la empresa a esta altura tiene sus complicaciones. Cuando fue fundada, hace casi 20 años, se trataba básicamente de un videoclub estadounidense en gran escala que ofrecía, mediante suscripciones, préstamos de películas en DVD enviadas por correo, sin límite de cantidad. Hoy es un gigante internacional cuyos suscriptores pueden ver online films, series de televisión y una creciente gama de otros contenidos (que por ahora sólo excluyen, básicamente, los relacionados con hechos del día, como espectáculos deportivos y programas de noticias), y no sólo actúa como intermediario, sino también como productor directo.

En todo caso, y como es lógico, esa creciente expansión enfrenta resistencias, porque los frentes de conflicto abiertos son tantos como los sectores de la industria del entretenimiento en los que va penetrando este formidable competidor. El episodio más reciente de estos forcejeos fue desencadenado por el anuncio de la programación de la 70ª edición del festival de cine de Cannes, que incluirá, en la competencia por la Palma de Oro, dos producciones propias de Netflix: Okja, un film de acción y aventuras dirigido por el surcoreano Bong Joon-ho; y The Meyerowitz Stories, una mezcla de comedia y drama dirigida por Noah Baumbach que cuenta con un elenco estelar (Adam Sandler, Ben Stiller, Emma hompson y Dustin Hofman).

La Federación de Cines Franceses (FCF) expresó su enérgico rechazo a esa decisión de los organizadores del festival, alegando que Netlix actúa como un enemigo de los intereses de las salas de proyección, ya que al prescindir de la exhibición en ellas elude el pago de impuestos al estatal Centro Nacional de Cine, que a su vez emplea esos recursos para apoyar a la industria cinematográfica del país. De acuerdo con las leyes francesas, deben pasar 36 meses del estreno de una película en cines antes de que las plataformas que ofrecen contenidos audiovisuales a demanda mediante streaming puedan ponerla a disposición de sus usuarios, y las producciones propias de Netflix, que ni siquiera tiene ya una oficina formal en Francia, no cumplen obviamente ese recorrido. Por tal motivo, la FCF conminó a la empresa estadounidense a confirmar si Okja y The Meyerowitz Stories serán exhibidas en cines franceses, y si lo serán durante el plazo previo que las normas exigen para la distribución mediante streaming, adelantando que si las respuestas son negativas, a su entender “pondrán en cuestión la naturaleza de trabajo cinematográfico” de esas producciones, y por ende la legitimidad de que compitan en Cannes.