Las reformas de las normas laborales y de la seguridad social, la Ley de Tercerizaciones, la privatización de la gestión de aeropuertos y puertos, el congelamiento del gasto público y el recorte de recursos para programas destinados a los sectores más marginados, como los indígenas. Esas fueron algunas de las iniciativas del gobierno que ayer fueron rechazadas por cientos de miles de personas que no fueron a trabajar y se movilizaron en las calles de decenas de ciudades de Brasil. También ayer se actualizó la cifra del desempleo: 13,7% de la población brasileña -más de 14 millones de personas- busca trabajo sin encontrarlo, 3% más que en el mismo período de 2016.

El gobierno nacional y varios estados trataron de minimizar el impacto del paro general que, según varios medios brasileños, hizo que se sintiera un “clima de feriado” en las principales ciudades del país, debido al cierre de comercios y la falta de trabajadores en las calles. El alcalde de San Pablo, João Doria, dijo que los trabajadores que adhirieron a la medida son “perezosos” y “se levantan tarde”. Lo cierto es que en esa ciudad, centro de la actividad económica brasileña, paró todo el transporte público, hubo bloqueos en las rutas y marchas multitudinarias. Desde el gobierno de Michel Temer se promovió la idea de que los trabajadores buscaban “sumar un feriado” al fin de semana largo por el 1º de mayo. “Es un paro que no existe”, aseguró el ministro de Justicia, Osmar Serraglio, quien acusó a los sindicatos de estar movilizándose porque el gobierno propone, en la reforma laboral, que se elimine el aporte obligatorio que cobran una vez por año. Además, desde el gobierno hubo quejas por el corte de rutas y la paralización de los servicios de transporte, así como por el cierre de algunas escuelas.

Hasta último momento, el Ejecutivo de Temer había intentado frustrar el paro, primero advirtiendo a los funcionarios que se les descontaría el día si no iban a trabajar -algo que no es usual en todos los ámbitos- y después recurriendo a la Justicia para exigir que algunos sectores siguieran operando, como el del correo.