El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca a Steve Bannon, su principal asesor y jefe de estrategia política, en el marco de una reorganización de esta entidad encargada de manejar las crisis en el exterior. Con su salida, el sector más radical de la administración Trump pierde influencia en el seno del organismo que define las grandes estrategias de defensa y discute los máximos secretos de Estado. A la vez, la decisión refuerza el poder del general Herbert Raymond McMaster, designado hace unas semanas asesor de seguridad nacional del presidente en lugar de Michael Flynn, que abandonó el puesto luego de que se conocieran sus vínculos con Rusia.

En enero, la decisión de Trump de incluir a Bannon en el consejo había generado controversia, ya que se trataba de una persona sin experiencia en materia de política exterior. Tampoco les caía muy bien a los republicanos más tradicionales que Bannon, ex director del portal de la derecha alternativa Breitbart News y conocido por sus posturas racistas y xenófobas, tuviera la palabra en un espacio de discusión sobre asuntos extranjeros. De hecho, una vez que asumió Trump, el asesor explicó que uno de sus grandes objetivos era la “desconstrucción” del actual sistema de gobierno, para lo que enarboló la bandera del “patriotismo económico” y una política extrema de seguridad tanto en inmigración como en defensa.

Luego del anuncio, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, aclaró que la partida de Bannon no significa una “degradación” y aseguró que “continuará jugando un importante papel en la elaboración de políticas”. Agregó que su retirada simplemente forma parte de una “evolución natural para asegurar que el Consejo de Seguridad está organizado de la mejor manera para ayudar al presidente a resolver situaciones difíciles”. En tanto, dos altos funcionarios de la Casa Blanca dijeron al diario The Washington Post que el asesor apenas había asistido a las reuniones desde que fue nombrado invitado permanente en el consejo.

Por su parte, Bannon explicó en un comunicado que él había sido elegido para ocupar ese lugar de manera temporal con el fin de revertir el mal manejo que tuvo el Consejo de Seguridad cuando estaba al frente Susan Rice, la consejera de seguridad nacional del ex presidente Barack Obama.

McMaster es más moderado que Bannon, y su designación causó sorpresa, en particular porque no era amigo de Trump y porque algunos de sus puntos de vista son incluso opuestos a los del ala más radical de la Casa Blanca. Por ejemplo, el nuevo asesor de seguridad nacional considera a Rusia un adversario y rechaza términos como “terrorismo radical islámico”. En su primera reunión con los demás integrantes del consejo dijo: “No acepto que se castigue a una religión entera”. Para los analistas estadounidenses, McMaster tenía en contra la enorme influencia de Bannon sobre Trump. En contrapartida, contaba con el apoyo de otros militares en el consejo, entre ellos el secretario de Defensa, James Mattis, también moderado.

La reestructuración del Consejo de Seguridad también afectó al director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, y al jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford, que vuelven a ser “participantes regulares” en ese ámbito. En un principio, asistían a las reuniones sólo cuando se debatían temas “relacionados con sus responsabilidades y su experiencia”.