En su página web, el Frente Amplio manifiesta que su principal desafío es “conformar un movimiento político y social amplio que permita hacer converger, en su diversidad, todos los esfuerzos y las voluntades” con el objetivo de “cambiar democráticamente las estructuras desiguales de poder en Chile”. Se define como “una fuerza política con opción real de gobernar y de legislar en beneficio de las mayorías”.

Esta coalición de 13 partidos y movimientos políticos se puede dividir en tres grandes sectores. El que dio comienzo al Frente Amplio es el que sus integrantes denominan “el Polo”, la alianza entre seis partidos de izquierda, la mayoría de los cuales surgió tras el movimiento de protesta estudiantil de 2011. “La movilización estudiantil fue muy masiva e instaló por primera vez en el sistema político la necesidad de reformar estructuralmente el sistema educacional en Chile”, dijo a la diaria Romina von Borries, la encargada de comunicaciones del partido. “Yo soy de esa generación. En 2011 estábamos en la lucha estudiantil porque éramos universitarios, pero salimos de la universidad y quisimos seguir haciendo política, y esa lucha estudiantil se tradujo en partidos con aspiraciones de disputa institucional por el poder”, agregó. La líder más visible de ese movimiento fuera de las fronteras de Chile fue la diputada Camila Vallejo, que milita desde su adolescencia en el Partido Comunista (integrante de la coalición gobernante Nueva Mayoría).

Los partidos que conforman el Polo del Frente Amplio se identifican con la izquierda y tienen entre sus dirigentes a líderes que acaban de salir del movimiento estudiantil. Contar con referentes tan jóvenes es poco frecuente en los partidos tradicionales de Chile.

El partido más antiguo del Polo es Izquierda Autónoma, que se conformó en 2008 y tiene una trayectoria y una presencia muy fuerte en las federaciones de estudiantes de varias universidades chilenas. En principio limitó su acción al ámbito universitario, pero después de las movilizaciones estudiantiles de 2011 optó por participar, con tres candidatos independientes, en las elecciones parlamentarias de 2013. Uno de esos tres candidatos era Gabriel Boric, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, que accedió a su banca como independiente aunque respaldado por Izquierda Autónoma.

Mientras Izquierda Autónoma evaluaba, en 2012, si presentar candidatos a las elecciones parlamentarias, otros dirigentes estudiantiles pensaban en conformar otro movimiento para participar en esa instancia. La organización política Revolución Democrática surgió liderada por Giorgio Jackson, otro de los líderes más visibles del movimiento estudiantil de 2011 por su papel de vocero de la Confederación de Estudiantes de Chile y de presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile.

Jackson se convirtió en otro de los dirigentes estudiantiles en llegar a la primera división de la política chilena en 2013, cuando fue electo diputado por uno de los distritos electorales de Santiago. El dirigente estudiantil se presentó como independiente con el respaldo de su partido, pero también contó con el apoyo no declarado de la coalición de gobierno, Nueva Mayoría, que optó por no presentar candidatos a diputados en ese distrito.

La llegada de varios de sus dirigentes al Parlamento chileno marcó un quiebre para el movimiento estudiantil. Implicó que las ideas que habían surgido desde los estudiantes —no sólo vinculadas a la educación sino también a otros aspectos de Chile— tuvieran una plataforma distinta, que les permite transformar sus ideales en políticas. En una entrevista brindada a comienzos de abril a la revista chilena Qué Pasa, Vallejo explicó que cuando era militante “los mayores” le decían que tenía que madurar, abandonar sus ideales y ser más pragmática. Sin embargo, dijo, su trayectoria política le permitió consolidar sus ideas y no abandonarlas como si fueran parte de un “idealismo juvenil”. En esa misma instancia, Boric dijo que el movimiento estudiantil permitió que “mucha gente que había visto cómo la política no era parte de sus vidas” se sintiera integrada para “incidir en lo que es el rumbo del país”.

Nuevas miradas

La incorporación de Jackson y Boric al Parlamento les dio otra perspectiva a otros partidos más pequeños que también habían surgido del movimiento estudiantil, que empezaron a articularse con Izquierda Autónoma y Revolución Democrática, con la ambición de crecer, “salir de la lucha estudiantil y constituirse como organizaciones políticas que hicieran una apuesta para disputar la institucionalidad en Chile”, explica Von Borries. Los partidos y movimientos que se fueron incorporando son Convergencia de Izquierdas, Nueva Democracia e Izquierda Libertaria. A ellos se sumaron el Movimiento Autonomista, un sector liderado por Boric que se escindió de Izquierda Autónoma, y el Partido Humanista, una formación creada en 1984 que siempre estuvo muy vinculada a los movimientos estudiantiles.

El proceso no estuvo exento de polémicas. Una de las más marcadas tuvo lugar cuando el Ministerio de Educación convocó a varios diputados y referentes de los movimientos estudiantiles a participar en una comisión para trabajar en una reforma educativa. Se generó un debate entre estos partidos y, si bien la mayoría declinó la invitación, la Revolución Democrática de Jackson optó por aceptarla. “Ellos tienen una visión de izquierda pero están abiertos a la posibilidad de consensuar con el centro”, dijo Von Borries, y consideró que quizás este sea el partido menos radical entre los que se consideran de izquierda en el Frente Amplio. La colaboración no llegó a buen puerto y la reforma fue rechazada por todos los partidos surgidos de los movimientos estudiantiles, incluido Revolución Democrática. La participación de Jackson en esa instancia “más que fortalecer, debilitó al movimiento estudiantil y a la presión social por mejorar la educación”, opinó la dirigente.

Este fue uno de los antecedentes que llevaron a que los movimientos y partidos con orígenes estudiantiles radicalizaran su postura e incluyeran entre sus principios —después adoptados por el Frente Amplio— la total independencia de lo que llaman “el duopolio”, hoy representado por Nueva Mayoría y Chile Vamos, las coaliciones de centroizquierda y derecha, respectivamente.

Los partidos iniciaron una articulación en distintas áreas —por ejemplo, sus departamentos de género hicieron actividades en conjunto para el Día de la Mujer— y empezaron a debatir la posibilidad de presentar una coalición de izquierda para las elecciones presidenciales y parlamentarias del 19 de noviembre. Sin embargo, con el objetivo de contar con una alianza “más competitiva”, que pudiera “irrumpir con fuerza en el escenario del duopolio en Chile”, estos partidos acordaron formar una coalición “más amplia” ideológicamente, explicó Von Borries a la diaria.

Como parte de ese proceso se integraron varios movimientos; algunos se definen como de izquierda y otros como “partidos ciudadanos” y todos ellos fueron creados en este siglo a partir de inquietudes sociales. El Partido Igualdad, que se define como de “extrema izquierda”, fue creado en 2012 y surgió de varios movimientos de trabajadores y organizaciones sociales abocadas a la problemática de la vivienda. Se considera una “herramienta de los pueblos para alcanzar un gobierno de la clase trabajadora”. Otros movimientos que se sumaron al Frente Amplio fueron el Partido Pirata, el Ecologista Verde y Poder Ciudadano, que fue conformado en 2015 con la convicción de que “para construir un país mejor y más justo” los ciudadanos deben ser “los protagonistas de la política”.

La integración del Frente Amplio se completa con otras dos organizaciones. Una de ellas es el Partido Liberal, que se define como liberal y progresista. Se convirtió en partido en 2013. Antes fue un sector de Chile Primero, y se escindió de esa organización política porque se oponía al apoyo del partido al gobierno de Piñera, aunque había respaldado su candidatura en las elecciones de 2009. La otra es el Movimiento Democrático Progresista, que se separó del Partido Progresista de Chile, dirigido por Marco Enríquez Ominami, después de que se abriera una investigación judicial para determinar si su campaña recibió donaciones ilegales.

Más allá de las palabras

La coalición abandonó su denominación de izquierda en enero, cuando tuvo su fundación oficial. El presidente de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, aseguró que fue una renuncia a consciencia: “Hoy la ciudadanía no se identifica con el eje izquierda-derecha. Queremos que sea un frente para la ciudadanía, y en ese frente unos tenemos una definición de izquierda, otros partidos tienen otra, aunque no son de derecha, obviamente”. En declaraciones al Diario Universidad de Chile, el dirigente concluyó: “Necesitamos construir un bloque que le haga frente al duopolio”.

La diversidad ideológica presenta una interna de tensiones, reconoció Von Borries, y agregó que los partidos de izquierda intentan llevar la coalición, y particularmente sus propuestas, hacia esa dirección. Los partidos del Polo “habríamos estado mucho más cómodos avanzando este año electoral solos, pero sabemos que no habría sido tan potente nuestra irrupción en la disputa electoral. Necesitábamos surgir como una alternativa real de gobierno”, dijo.

Si bien la identificación con la izquierda no fue un requisito necesario para que los partidos y movimientos se integraran al Frente Amplio, sí lo es la adhesión a sus cuatro principios: la independencia del financiamiento empresarial, para evitar la injerencia del poder económico en la política; el rechazo al neoliberalismo, que consideran necesario para garantizar los derechos sociales; y la independencia absoluta del duopolio “hoy y mañana”, dijo Von Borries. En particular, la encargada de comunicación del Frente Amplio se refirió a un escenario de una segunda vuelta en el que la coalición no participe: “No podemos apoyar el mal menor, que es lo que ha hecho la izquierda muchas veces”.

Esa radical distancia de las dos grandes coaliciones políticas ha limitado las posibles precandidaturas presidenciales dentro del Frente Amplio, porque una gran cantidad de dirigentes políticos de izquierda han estado vinculados, de una u otra forma, a la gobernante Nueva Mayoría o a su predecesora, la Concertación. Para garantizar la independencia de sus precandidatos respecto del “duopolio” y la afinidad con los otros principios de la formación, el Frente Amplio dispuso que los nombres deben ser aprobados por dos tercios de la Mesa Nacional, en la que están representados todos los partidos y movimientos que lo integran.

Por ahora, hay dos precandidatos, Beatriz Sánchez y Alberto Mayol, que se enfrentarán en unas elecciones internas que seguramente consistan en una consulta a la militancia por internet, porque no todas las formaciones que integran el Frente Amplio son partidos ante las autoridades electorales, por lo que no contarían con recursos públicos para financiar las internas.

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Los principios del Frente Amplio funcionan como el requisito básico de coherencia en todos los ámbitos de la formación, también en cuanto a la redacción del programa. Para elaborarlo, la coalición tiene Grupos de Apoyo Programáticos especializados en distintas áreas que generaron diagnósticos e insumos que serán utilizados en encuentros territoriales en los que se debatirán propuestas para solucionar los principales problemas de Chile. Después, esas propuestas serán unificadas y sometidas a un plebiscito interno, que dará lugar a un programa. ¿Cómo garantizar que las propuestas de los distintos partidos estén presentes en ese programa? “Nuestra tarea como partido es ir a los territorios y convencer para que nuestras propuestas sean las que los territorios eleven”, explica Von Borries.

En entrevista con la diaria, la dirigente planteó que entre las principales preocupaciones de los partidos que integran el Frente Amplio está la promoción de la igualdad de la sociedad chilena, aunque las organizaciones que lo integran están integradas sobre todo por personas de clases socioeconómicas altas y medias. “Nos gustaría tener un perfil militante más diverso, es a lo que aspiramos, pero seguimos siendo partidos bastante de elite en su composición; no en la lucha, que tiene que ver con las clases desfavorecidas”.

Los candidatos

Beatriz Sánchez es una sorpresa en la política chilena. Tiene una amplia trayectoria como periodista que desarrolló desde 1994 en diarios, radio y televisión. Desde 2008 se enfocó en espacios editoriales, que empezó a incluir en los distintos programas que conducía, y en los que ha defendido una visión feminista y ha criticado desde el sistema de las Administradoras de Fondos de Pensiones hasta la corrupción en la política chilena. En una primera instancia rechazó la propuesta del partido Poder Ciudadano de ser precandidata del Frente Amplio, algo que hizo público en un tuit: “No estoy pensando ni me creo capaz de ser candidata presidencial. Soy y me proyecto como periodista”. Sin embargo, cambió de opinión después de mantener varias reuniones con Revolución Democrática y el Movimiento Autonomista, que promueven su nombre en la interna de la coalición. Alberto Mayol es un sociólogo y analista político chileno cuyos trabajos académicos han estado en gran parte abocados a criticar el sistema económico de su país y denunciar la desigualdad que promueve. Ha tenido participación en medios de comunicación como panelista y columnista, sobre todo en medios alternativos como The Clinic y El Dínamo. Es hijo de Manfredo Mayol, un periodista que trabajó en el equipo de comunicación de la dictadura de Augusto Pinochet, por lo cual es considerado responsable, entre otras cosas, de censurar información periodística sobre los desaparecidos. Mayol no ha perdido ninguna oportunidad para criticar públicamente el papel que tuvo su padre durante la dictadura, y ha denunciado que no sólo censuró información sino que también promovió publicaciones para “distraer” a la población.