El panorama político francés está en una rara etapa de adaptación y transformación, días después de que Emmanuel Macron se proclamara ganador de las elecciones presidenciales. El impacto de la llegada de Macron al Elíseo es tan fuerte que ya produjo sus primeras consecuencias en los grandes partidos del país, en momentos en que el presidente electo trabaja en la formación de su gabinete.

Uno de los más afectados es el todavía gobernante Partido Socialista (PS); profundamente dividido, todavía se recupera de la caída que tuvo en las elecciones. Ayer sufrió otro golpe, cuando el ex primer ministro francés Manuel Valls, uno de los pesos pesados del PS, se ofreció como candidato a diputado del renovado partido de Macron, La República en Marcha, para las elecciones legislativas de junio. “Los viejos partidos están muriendo o están muertos”, dijo Valls en una entrevista a la radio RTL, antes de anunciar que, por esa razón, quiere ser “el candidato de una mayoría amplia y coherente” que “pueda gobernar”.

El ex primer ministro aseguró que coincide con “la mayor parte” del programa electoral del futuro presidente. Sobre el PS, dijo que “no tiene sentido” que en una misma formación convivan personas que apoyan la línea del partido con otras que quieren unirse al izquierdista Jean-Luc Mélenchon o que “no saben dónde están”.

El partido de Macron respondió con cautela. Su portavoz, Christophe Castaner, dijo a la radio France Info que el hecho de que “progresistas de la importancia de Manuel Valls” quieran unirse a su partido “es una buena noticia”. Sin embargo, advirtió que Valls todavía no presentó formalmente su candidatura y que para poder ser candidato de La República en Marcha tendrá que pasar por el procedimiento de examen de la comisión nacional de investiduras, como todos los demás. Macron tendrá que tener cuidado a la hora de aceptar a ex socialistas en su movimiento, si no quiere alimentar las críticas de quienes califican a su gobierno de una continuación del impopular mandato de François Hollande.

La reacción del PS fue dura. Su secretario general, Jean-Christophe Cambadélis, advirtió que, si Valls se presenta con el partido de Macron, perderá el carné de afiliado. Otros dirigentes lo cuestionaron por no haber “respetado” su derrota en las primarias y le reprocharon la actitud “triste y patética” de abandonar el partido cuando está en dificultades.

También Los Republicanos mostraron fisuras. Según el diario Le Monde, el ex ministro Bruno Le Maire, figura importante del partido de derecha, ya se declaró “listo” para trabajar con Macron, mientras que Christian Estrosi, alcalde de Niza, expresó simpatía por el presidente electo. En tanto, el alcalde de Bordeaux, Alain Juppé, fiel a su estilo moderado, pidió que su partido no se oponga “frontalmente” a Macron en caso de que no logren mayoría absoluta en las legislativas.

Los Republicanos están intentando recuperarse de la derrota electoral de su candidato, François Fillon, que durante la campaña fue imputado por la Justicia por malversación de fondos públicos. Las disidencias de los socialistas y los conservadores refuerzan la idea de “transversalidad”que Macron le imprimió a su movimiento durante toda la campaña.

La victoria de Macron hizo reflexionar además al Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, cuya dirección se reunió ayer para definir cómo seguir de ahora en más. Consciente de la situación en los demás partidos, el vicepresidente del FN, Florian Philippot, pidió especialmente unidad. El partido eurófobo evalúa además cambiar de nombre para que no esté tan asociado a su anterior líder, Jean-Marie Le Pen, promotor de un discurso más intolerante y xenófobo.

A esto se suma que una de sus figuras más populares, la diputada Marion Maréchal Le Pen -representante del ala más conservadora del FN y sobrina de la ex candidata-, decidió apartarse de la política temporalmente por “razones personales y políticas”. Renunciará a su escaño como diputada y a su mandato como consejera regional en la región Provenza Alpes Costa Azul. La dirigente dijo que es evidente que “su mundo” es el político, pero insistió en que quiere dedicarse un tiempo a “otros mundos”, como el empresarial. “No renuncio definitivamente al combate político [...] No podría quedarme indiferente ante el sufrimiento de mis compatriotas”, dijo Maréchal Le Pen al diario Le Dauphiné Libéré, sin especificar cuánto tiempo se tomará fuera del foco público. “La época de los políticos desconectados de la realidad con decenios de mandato a sus espaldas es obsoleta. Hay que demostrar a los franceses que existen también cargos libres y desinteresados”, agregó. Entre las razones personales, también alegó que se “perdió” muchas cosas de los primeros años de su hija, que tiene menos de tres. De acuerdo con el diario Libération, Márechal Le Pen también se aleja del FN porque no está de acuerdo con la línea económica “izquierdista” impulsada por Philippot, el promotor del giro social que tomó el partido en los últimos años.

Jean-Marie Le Pen no tardó en mostrarse en contra de la decisión de su nieta. En diálogo con Le Figaro, el fundador del FN dijo que “Marion representaba una esperanza de futuro para muchos militantes y votantes del Frente Nacional” y le advirtió: “No se abandona la línea del Frente”. A su vez, criticó que su nieta haya decidido irse cuando queda apenas un mes para las elecciones legislativas.