El lunes la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s (S&P) colocó la nota de la deuda brasileña en observación negativa, aunque mantuvo la nota de crédito de Brasil en moneda extranjera en BB, dos niveles por debajo del grado inversor, el sello de buen pagador. La decisión de S&P, que significa una alerta de corto plazo que amenaza con una posible rebaja, es consecuencia directa de la gran incertidumbre generada por las denuncias de corrupción que involucran al presidente Michel Temer.

Esa incertidumbre amenaza con detener la discusión parlamentaria de varios proyectos del Poder Ejecutivo, en particular el de reformar el sistema de seguridad social, pieza angular de la política de austeridad del gobierno. “La incertidumbre a corto plazo en torno a la viabilidad política de Temer, y un potencial proceso de transición prolongado o disruptivo, aumentan el riesgo negativo para la calificación”, informaba el comunicado de S&P.

La agencia recuerda que la gobernabilidad ya estaba comprometida cuando Temer perdió el apoyo de algunos partidos, y agrega que la votación de la reforma del sistema de seguridad social “es susceptible de ser aplazada”. De acuerdo con S&P, “un presidente debilitado, […] con una capacidad disminuida de avanzar en las reformas, probablemente atrasaría la recuperación económica. Políticas fiscales y económicas proactivas podrían conducir a un downgrade [una rebaja de la nota de la deuda]”.

Por su parte, un comunicado del Ministerio de Hacienda, emitido luego de que S&P hiciera público el suyo, busca reafirmar el compromiso con la “recuperación de la economía por medio de reformas estructurales” y destaca la centralidad del objetivo de lograr el equilibrio de las cuentas y la “sustentabilidad de la deuda pública”. El comunicado de Hacienda hace un cambio de lectura de las palabras de S&P y destaca que la calificadora informó que si el “escenario de incertidumbre política es de corta duración, y si la administración y el equipo económico tienen apoyo suficiente en el Congreso para continuar avanzando con medidas correctivas del deterioro fiscal”, la nota se mantendría.

La nota brasileña está en el mismo nivel en las tres grandes agencias de calificación. El viernes, Fitch anunció, por su parte, que mantendría la perspectiva negativa, dado el “magro crecimiento” y “los repetidos episodios de inestabilidad política” del país. Moody’s, que se había apurado a elevar la perspectiva de la deuda brasileña en marzo, de negativa a estable, emitió un comunicado en que dijo que “las imputaciones que involucran al presidente Michel Temer perjudican la perspectiva de crédito de Brasil, amenazando con paralizar o revertir el positivo momento político y económico observado recientemente”.

Sin usar la palabra “crisis”, el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, minimizó ayer la posibilidad de turbulencias para la economía del país y afirmó que “no hay incertidumbre sobre la política económica”. Sin embargo, el diario O Globo señala que la jornada de ayer fue la primera en la que Meirelles se va de una actividad sin atender a los periodistas desde que ocupa el cargo.

Más temprano, en un encuentro sobre infraestructura, al dirigirse a un público compuesto por decenas de empresarios, había afirmado que “la última cosa que precisamos ahora es comenzar a tener problemas en la economía por causa de cuestiones que están siendo debatidas en la arena política”, lo que según los medios presentes despertó el aplauso del auditorio.

En un intento de llevar calma, Meirelles aseguró que las reformas van a seguir su curso, y llamó al Congreso a “demostrar que no va a parar y va a continuar votando las cuestiones fundamentales para el país”.

El ministro contó que mantuvo conversaciones telefónicas con inversores y destacó que para estos es “evidente” que la inflación está controlada, los intereses seguirán bajando y los gastos se mantienen controlados. “En el mar hay movimientos de las olas de la superficie y de las corrientes profundas. Las que interesan son las corrientes profundas”, concluyó.

Mientras Meirelles hablaba en San Pablo, en Brasilia arrestaban al asesor especial de la Presidencia, Tadeu Filipelli.