“La pobreza monetaria en la niñez y adolescencia en Argentina” es el nombre del informe que publicó UNICEF esta semana y que revela que casi la mitad de los niños, niñas y adolescentes argentinos, 47,7%, vive en la pobreza. Esto quiere decir que esa porción de la población –de hasta 17 años– vive en hogares en donde los ingresos son insuficientes para acceder a la canasta básica de alimentos que define la línea de pobreza. Son 5,6 millones de menores de 18 años en esa situación, de los cuales 1,3 viven en la pobreza extrema y directamente sufren hambre.

El estudio, que se hizo en base a información del Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina (Indec), muestra a su vez que, dentro de la pobreza infantil, los más afectados son los adolescentes de 13 a 17 años y quienes viven en hogares donde la jefa de la familia es la madre. También son más vulnerables los niños cuyos padres están desocupados o tienen pocos años de estudio.

Para elaborar el informe, UNICEF se concentró en la pobreza monetaria, por lo que sólo tuvo en cuenta el ingreso que recibe cada familia, y no otras variables. Uno de los responsables del estudio, Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión social de UNICEF, dijo que una de las características de la pobreza monetaria es su “alta volatilidad”. El informe pone como ejemplo que si el precio de la canasta que define la pobreza se redujera 15%, la pobreza entre los niños, niñas y adolescentes medida según el ingreso bajaría diez puntos porcentuales (de 47,7% a menos de 40%). Un cambio que se registra, respecto de los años anteriores, es que el Indec registró que se encareció la canasta básica de alimentos en 35%.

Por otra parte, el documento muestra que las ayudas que las familias reciben del Estado, en particular la Asignación Universal por Hijo (AUH), reduce 30,8% la pobreza extrema y 5,6% la pobreza general. Para la representante de UNICEF en Argentina, Florence Bauer, el país debe seguir invirtiendo en este tipo de políticas y ampliar su cobertura para revertir la situación. “La AUH es un buen programa que llega a tres millones de niños, y el desafío en Argentina es que la cifra muestra que hay 1,3 millones que tendrían que estar en el programa y no están”, dijo Bauer en declaraciones a la agencia de noticias Télam. Insistió además en que, ya que hay una clara relación entre la pobreza infantil y el nivel educativo de sus padres, “es fundamental invertir en la educación para romper el ciclo”.

A su vez,Waisgrais dijo que “el gran desafío de la política pública es cómo llegar a ese millón y medio de personas que no cobran la asignación porque no tienen documentos, porque son migrantes o porque sus hijos están fuera del sistema educativo, y que suelen ser los adolescentes”.