Durante un consejo de ministros transmitido en vivo por radio y televisión, Maduro anunció que Rodríguez dejaría el cargo que ejercía desde diciembre de 2014 para postularse como una de las candidatas del oficialismo a integrar la Constituyente, la propuesta que el chavismo defiende como la única vía para restablecer la paz política en el país. La dirigente, de 48 años, fue reemplazada por quien ocupaba el cargo de embajador de Venezuela ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Samuel Moncada.

Maduro elogió el trabajo de Rodríguez al frente de la cancillería y dijo que “verdaderamente merece el reconocimiento de todo el país, porque ha defendido como una tigra la soberanía, la paz y la independencia de Venezuela”. En los últimos meses, la ahora ex canciller enfrentó en varios organismos internacionales las críticas y los intentos de sancionar al gobierno venezolano por la crisis política, social y económica que atraviesa el país. En más de una ocasión, la diplomática cruzó acusaciones con cancilleres y representantes de otros países, e incluso llegaron a cerrarle la puerta en la cara en una reunión del Mercosur que tuvo lugar en diciembre en Argentina.

Abogada especializada en derecho laboral, Rodríguez tuvo su primer cargo en el gobierno cuando todavía vivía el ex presidente Hugo Chávez. Fue coordinadora general de la vicepresidencia de Venezuela y directora de Asuntos Internacionales del Ministerio de Energía y Minas. Dos años más tarde fue designada viceministra de relaciones para Europa, otro cargo que le serviría como antecedente para acceder a la cancillería unos años después. Ya con Maduro en la presidencia, Rodríguez fue nombrada en 2013 ministra del Poder Popular para la Comunicación e Información de Venezuela, cargo que ocupó hasta que fue designada canciller.

Junto a Rodríguez, Maduro también cambió al ministro para la Presidencia, que de ahora en más será el general Carlos Osorio, y al titular de Trabajo, que será Néstor Ovalles. Los antecesores, Carmen Meléndez y Francisco Torrealba, respectivamente, también se postularon a la Constituyente.

Mientras tanto, la oposición – reunida en la Mesa de la Unidad Democrática – llamó a un “proceso de rebelión democrática masivo e irreversible, permanente y simultáneo” para evitar un proceso electoral que califica de “fraude”.