En una ceremonia caracterizada por el protocolo y el lujo que rodea a la monarquía, la reina Isabel II leyó el programa que May llevará adelante en Reino Unido durante los próximos dos años. Esta legislatura durará un año más de lo habitual para que los diputados tengan tiempo de aprobar las leyes relativas a la salida de la Unión Europea (UE), que son ocho en una lista de 27.

El primer proyecto legislativo sobre el brexit que figura en el programa es la Gran Ley de Derogación, que revocará el Acta de Comunidades Europeas que en 1972 autorizó el ingreso de Reino Unido a la UE y convertirá en británicas las leyes que hoy existen para el bloque. Además, esta norma pondrá fin a la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia. Los otros proyectos relativos a este punto tienen como objetivo que Reino Unido recupere la gestión sobre ciertas áreas clave como la pesca, la agricultura, el comercio y la inmigración. También se incluye una ley de Comercio Internacional, que permitirá a los británicos cerrar acuerdos con otros países cuando salga de la UE, y una de Garantías Nucleares, para asegurar que Londres tenga el control en este sector.

Una vez que la reina terminó la lectura del programa, los legisladores se encerraron en las cámaras de los Comunes y de los Lores para iniciar un debate que puede durar hasta el jueves 29, cuando deberán someter el plan de May a votación. Los conservadores perdieron la mayoría parlamentaria absoluta en las elecciones del jueves 8 y todavía no tienen garantías de que el programa sea aprobado, ya que está en suspenso un pacto que negocian con el ultraconservador Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte.

En el debate en la Cámara de los Comunes, la primera ministra se mostró más conciliadora e intentó alejarse de la posición del brexit duro por el que abogó en los meses anteriores. Se comprometió a negociar con Bruselas un acuerdo que “funcione para todo Reino Unido” y que “cuente con el máximo consenso posible” en la población. También prometió escuchar con más atención las preocupaciones de las empresas, algo que la Confederación de la Industria Británica agradeció en un comunicado. Por el contrario, la confederación sindical Trade Union Congress lamentó que el programa de May no tuviera propuestas para los trabajadores.

Mientras los parlamentarios debatían, cientos de manifestantes protestaban en Londres pidiendo la dimisión de May y el fin de sus políticas de austeridad. La popularidad de la gobernante se vio especialmente afectada después del incendio, la semana pasada, de un edificio de viviendas sociales en el oeste de la capital, en el que murieron 79 personas. La reacción del gobierno fue tan pobre que la propia May pidió disculpas ayer por el “fracaso”en la respuesta.

Desde la oposición, el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, dijo que el gobierno que propone May no tiene “mandato ni programa” y está “dirigido por una primera ministra que intenta atar un pacto para mantener a su gobierno en pie”. A su vez, Corbyn aseguró que el Partido Laborista está preparado para formar un gobierno si el intento del Partido Conservador no prospera.