Dio la sensación de que el resultado con un gol por equipo quedó corto para lo que se vio en la cancha. No fue sólo impresión, fue verdad: los dos jugaron ordenados, con dinámica y pelota al piso, con mucha presión y una continuidad en la búsqueda, por todos los medios, de llegar al arco rival con varios hombres. En esa dinámica de juego fueron importantes la zona de volantes –resulta hasta obvio mencionarlo, porque sin mediocampo no hay fútbol posible–, pero fundamentalmente los laterales. Tanto los tricolores Sergio Otálvaro y Alfonso Espino como los bohemios Mauricio Gómez y Martín Rivas –hasta que fue sustituido por lesión– se destacaron en el ida y vuelta.

El destaque fue compartido. En la primera parte los méritos se los llevó el salteño Palacios, aunque es necesario subrayar lo hecho por Rodrigo Rivero. Picante como de costumbre, el delantero bohemio tuvo varias chances de convertir, previas y posteriores al gol que marcó. Su repertorio sumó internadas por la izquierda, tiros de media distancia y algunas buenas combinaciones con sus compañeros. En el gol, Palacios buscó el centro del área mientras Rivero encaró por la derecha a Diego Polenta, lo dejó atrás en velocidad y levantó el centro para que el goleador del Uruguayo la mandara guardar con un buen cabezazo.

En el complemento el partido cambió y Rodrigo Aguirre fue el jugador más determinante de Nacional, bien acompañado por Tabaré Viudez en la fabricación del juego. Tanto fue por la zurda, la banda que le queda mejor para aprovechar su velocidad, como por la derecha, buscando el corte hacia el medio y su mejor perfil. Algo de esto último hizo para encontrar el empate: entró al área por la derecha, hamacó a Gastón Bueno para allá y para acá hasta dejarlo atrás, y ante la salida del arquero Martín Rodríguez abrió la zurda para tocarla con sutileza a media altura.

Por cómo había comenzado el segundo tiempo, con una presión importante en tres cuartos de cancha, parecía que los tricolores seguían de largo. La sólida defensa de Wanderers, sumada a algunas buenas intervenciones del golero Rodríguez, explica buena parte de que el resultado no cambiara. Y algo más: cuando pasó el efecto embestida de Nacional y la capacidad física de desplazamiento no era la misma que al principio, el partido quedó abierto, y ambos equipos lograron méritos para hacer otro gol e intentar ganar.

Los últimos minutos fueron de incertidumbre. En un gran contragolpe, Palacios pecó de goleador y eligió buscar el gol por cuenta propia. Su tiro se fue al córner, desviado por el arquero tricolor Esteban Conde. Pero en el medio del área tenía un compañero solo, en inmejorable posición: frente al arco vacío. Del lado de Nacional, un tiro cruzado de Brian Lozano se fue al lado del palo derecho, a la vez que Aguirre, imbancable, tuvo una oportunidad de media vuelta que notablemente conjuró el arquero bohemio.

De los últimos minutos y la incertidumbre vino el final. De ahí no se vuelve.