“Estamos en un cambio de época. Eso significa que se terminan los 70 años más importantes, yo creo, de la historia de la humanidad, en lo político, en lo social y en lo económico: en lo político, porque, en contra de lo que todos pensábamos, no hubo una tercera guerra mundial; en lo económico, porque la multiplicación por tres y cuatro de la economía es una realidad; en lo social, por los avances que han llevado a una baja de la pobreza de 40% a 10%”, dijo el economista y político uruguayo Enrique Iglesias, ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y actual presidente de la Fundación Atsur, en el I Foro de Inversión Europea en Uruguay, que se lleva a cabo ayer y hoy en el hotel Radisson de Montevideo.

En el evento, que convocó en su primera jornada a más de 500 asistentes, participan unos 40 panelistas entre especialistas, diplomáticos y ministros. Además, contó con la presencia del embajador de la Unión Europea en Uruguay, Juan Fernández Trigo. Por Uruguay estuvieron los ministros de Economía y Finanzas, Danilo Astori; de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre; de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, y de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi. De las 400 empresas europeas que invierten en Uruguay, en el foro se hicieron presentes representantes de casi 100. Del total de inversión directa, los países de Europa participan con casi 30%.

Rumbo a lo desconocido

Iglesias dijo que el mundo ha cambiado y se encamina a un destino desconocido en el que, entre otros factores, el avance espectacular de las tecnologías genera una incapacidad para prever y predecir. Este elemento se suma al surgimiento de las clases medias, lo que origina una enorme transferencia del poder político a estos sectores que, de acuerdo con Iglesias, componen 42% de la población del mundo, “y que además están enojados y se manifiestan”. “Se manifiestan votando y cambiando situaciones”, puntualizó.

Aseguró que la región está en una crisis del sistema internacional de relaciones y del mundo multilateral, algo que “es muy peligroso y genera inquietud y preocupación”. En ese escenario, destacó que Latinoamérica necesita el apoyo de los acuerdos con Europa para fortalecer las cadenas de valor más allá de los aranceles. “No podemos pensar exclusivamente en América Latina en cuanto a las materias primas. Tenemos que entrar en las cadenas de valor y, para amparar las cadenas de valor, los acuerdos con la Unión Europea son fundamentales, incluso para vigorizar nuestra propia capacidad de crear empujes más importantes para la integración”, afirmó Iglesias.

En cuanto a Uruguay, Astori subrayó que las oportunidades para invertir en el país encuentran un escenario propicio para un mejor “clima de inversión” basado en un proceso de transformación institucional, el establecimiento de regímenes y estímulos especiales y un permanente orden macroeconómico. Destacó que el país viene históricamente de una tradición de inversión de mucha mediocridad en el siglo pasado, que superó, y en los últimos años duplicó su tasa de inversión Extranjera Directa (IED) y se convirtió “en un país atractivo para la inversión del exterior”. En ese sentido, en pocos años Uruguay consiguió equiparar y superar a Chile, que es el país de Latinoamérica que recibe más IED.

La infraestructura como elemento débil

En el panel que abordó la inversión en infraestructura, el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi, subrayó dos actividades que, en ese tema, presentan cierto rezago. Por un lado señaló a la actividad portuaria, a la que calificó de central y vinculada al nacimiento del país como nación independiente; por otro, analizó la realidad del sistema carretero.

Respecto de la actividad portuaria, destacó que su desarrollo avanza a un ritmo menos acelerado que el de las posibilidades y necesidades del país para dinamizar la actividad económica. Rossi aseguró que el rezago del sistema portuario nacional tiene como contrapartida el respaldo y acompañamiento de las inversiones de determinados emprendimientos provenientes de la iniciativa privada, “y que son muy fuertes e importantes como contribución al desarrollo de esa actividad central del país”.

Sobre el sistema carretero, Rossi dijo que, comparado con otros países de la región, Uruguay no tiene déficit de extensión en kilómetros de la red carretera, pero “tiene una necesidad de mejorar el estándar de servicio y la calidad de esa infraestructura”. Aclaró, sin embargo, que el estado de las carreteras no impide la entrada o salida de un solo kilo de producción, pero admitió que hay tramos “regulares, y algunos puntos críticos que podrían ser catalogados como malos”. El ministro enfatizó que 50% de la red carretera está en estado bueno o muy bueno, y el reto está en trazar planes para rescatar los puntos críticos y convertirlos en canales para un mejor servicio.

Manifestó que actualmente hay más de 100 proyectos de infraestructura que se llevan adelante con recursos propios y que implican fundamentalmente la recuperación de las rutas. Agregó que a esos trabajos se suman proyectos privados, además de inversiones financiadas por la Corporación Vial del Uruguay, que son obra pública en cuya financiación participa la Corporación Nacional para el Desarrollo.

El gobierno, dijo Rossi, está incursionando en la asociación público-privada como una de las líneas de financiación de infraestructura. Ya se han adjudicado tres obras bajo esa modalidad –que todavía no han comenzado–, hay una concesión en proceso de adjudicación y tres nuevos proyectos para el correr de 2017.