Cinco años después del inicio de las conversaciones de paz, y a siete meses de haberse firmado el acuerdo final, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) comenzaron ayer la última fase de desarme. Está previsto que este proceso finalice el martes, día en que está previsto un acto oficial para celebrar este hecho histórico. A partir de ese momento, los ex combatientes inician su transición a la vida civil.

“A veces a los colombianos se nos olvida lo que está pasando. Cuando termine este tercer tramo de la dejación de armas, se acaban las FARC, dejan de existir las FARC. Imagínense lo que eso significa”, dijo el sábado, emocionado, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos. Unas horas después, anunciaba que la guerrilla había iniciado el camino para abandonar definitivamente los fusiles el martes. En esta última etapa, que comenzó ayer, los ex guerrilleros deberán entregar 40% de sus armas a la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) responsable de este procedimiento. El otro 60% fue entregado en el correr de las dos últimas semanas.

Una vez que los ex guerrilleros dejan las armas, la ONU les entrega certificados que garantizan que ya pueden iniciar su tránsito a la legalidad y al movimiento político que planean conformar, cuyas bases serán definidas durante un congreso previsto para agosto. Después, cada miembro de las FARC “firma un acta de compromiso ante la oficina del Comisionado de Paz de no volver a empuñar las armas so pena de perder los beneficios”, recordó Santos. Según el mandatario, 5.800 ex combatientes, incluidos los que están privados de libertad, ya entregaron sus armas e “iniciaron su proceso de reincorporación a la vida civil”.

Parte de esta última fase será acompañada por el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Políticos, Jeffrey Feltman, que ayer se trasladó a una de las zonas veredales “para ver el trabajo de la ONU en campo, verlos en acción y ver cómo funciona el mecanismo tripartito” de monitoreo y verificación del cese bilateral del fuego, según explicó a la prensa.

Santos anunció que el acto de cierre del proceso de dejación de armas tendrá lugar en el municipio de Mesetas, en el departamento de Meta. Se trata de uno de los puntos en los que está concentrado actualmente el Bloque Oriental, históricamente el más numeroso y el de mayor poder militar de las FARC, informó el diario colombiano El Tiempo. El periódico agregó que la ceremonia será encabezada por Santos y el máximo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko.

“Ya estamos cerrando para siempre este nefasto capítulo que significó para los colombianos esta guerra entre hermanos. ¡Se vislumbra la paz!”, escribió el lunes en Twitter el comandante guerrillero y negociador de paz Jorge Torres, alias Pablo Catatumbo. En la misma red social, Timochenko dijo que “la dejación de armas es un acto de voluntad, valentía y esperanza”, y aseguró que las FARC están “cumpliendo lo pactado”.

El texto del acuerdo establecía que el fin del desarme tendría lugar a finales de mayo, pero las partes anunciaron una prórroga por problemas logísticos. Después de la etapa que termina el martes, la ONU seguirá avanzando en la extracción de las armas que están en las llamadas “caletas”, los depósitos escondidos de la guerrilla. Se espera que este procedimiento termine el 1º de setiembre.

La otra cara

Se suele hablar a menudo de las millones de personas que murieron durante los 53 años de conflicto armado en Colombia. Sin embargo, hay una parte importante de la sociedad colombiana que sufrió violencia sexual, que sobrevivió y que, a veces, se anima a contarlo. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) trabajó durante tres años sobre este tema y ayer concluyó que el conflicto colombiano dejó 20.000 víctimas de violencia sexual entre 1985 y 2017.

En un comunicado, el jefe de la delegación del CICR en Colombia, Christoph Harnisch, precisó que la cifra es probablemente superior pero se encuentra condicionada por “el miedo de las víctimas a hablar, la falta de acceso a servicios y el desconocimiento de las rutas de atención”. También explicó que el hecho de que haya pocos datos sobre víctimas masculinas no implica que la violencia sexual contra los hombres no exista, sino que en sus casos “la invisibilidad del fenómeno es aun mayor”.

Otra de las conclusiones de la institución es que las víctimas suelen ser hijas, madres o nietas de mujeres que también sufrieron estos ataques. “Se trata de un fenómeno recurrente y transgeneracional por la persistencia del conflicto armado en el país y por el hecho de que esta práctica también tiene lugar fuera de contextos de violencia armada”, afirmó la asesora del CICR para la temática de Mujer y Guerra, Anne Sylvie Linder. La funcionaria dijo a la agencia de noticias Efe, que uno de los principales problemas que afronta Colombia para reparar a las víctimas del conflicto armado es la persistencia de la violencia en el país, donde todavía quedan grupos armados activos.

Garantías cuestionadas

Con el hashtag #PazSonGarantías, el máximo líder de las FARC, Timochenko, denunció ayer el asesinato del ex guerrillero Rigoberto Quezada en una zona rural del departamento de Caquetá. Según el jefe guerrillero, Quezada, de 27 años, había sido amnistiado una semana antes y estaba visitando a su familia. En un comunicado posterior, las FARC afirmaron que el joven fue asesinado de varios “impactos de pistola”. De acuerdo con la agencia de noticias Efe, se trata del segundo guerrillero amnistiado que es asesinado desde que se firmó el acuerdo de paz en noviembre. En abril, las FARC denunciaron el asesinato de otro de sus combatientes en el municipio de Tumaco, en el departamento de Nariño.