El presidente de Polonia, Andrzej Duda, anunció ayer, de manera inesperada, que vetaría la cuestionada reforma judicial que promueve el gobierno del partido Ley y Justicia. De acuerdo con el presidente, aunque “las reformas de la Justicia son necesarias” deben aprobarse de manera tal que no “generen el enfrentamiento de la sociedad y que supongan la división del país”. Más de 10.000 personas, según informó la agencia de noticias Reuters, participaron el fin de semana en una gran movilización en contra de esta norma.

De todos modos, la decisión de Duda devuelve la ley al Parlamento y tiene como objetivo proponer modificaciones a la reforma, no descartarla. Tampoco implica un veto total, sino que se aplica a dos leyes de las tres que componen ese proyecto. Abarca una ley que modifica la Corte Suprema y la que reforma el órgano de gobierno de los jueces, el Consejo Nacional de la Magistratura. Este proyecto pretendía un cambio radical en el procedimiento para elegir a los magistrados de ese consejo. Mientras que actualmente los 25 integrantes son elegidos por el propio presidente del organismo, la nueva ley propone destituir a quienes ocupan esos cargos y nombrar otros nuevos según criterios distintos: 15 de esos 25 miembros del Consejo serían elegidos por el Parlamento, lo que aseguraría una mayoría absoluta para Ley y Justicia también en el Poder Judicial, además de la que ya goza en el Legislativo.

En cambio, el veto presidencial no abarca una tercera norma, que permite al Ejecutivo designar a los integrantes de tribunales regionales y de apelación, informó la agencia de noticias Efe. Por este motivo, las protestas continuaban ayer en Varsovia y reclamaban a Duda que extendiera su veto a toda la reforma.

Los partidarios de la nueva normativa argumentan que esta es clave para frenar la corrupción y hacer más eficiente la Justicia, que según Jaroslaw Kaczinsky, líder de Ley y Justicia, es controlada por un “elite” judicial de “izquierdistas” que responden a “fuerzas extranjeras”. Por su parte, la oposición no se ha quedado atrás en el tono empleado para valorar el cambio de legislación y lo califica de “golpe de Estado” que camina hacia la imposición de “un gobierno dictatorial”.

Fuera del país, la reforma también causó reacciones en Estados Unidos y en la Unión Europea (UE). Desde Washington –que tiene grandes intereses en mantener a Polonia como aliado en la Europa del Este–, la portavoz del Departamento de Estado Heather Nauert se pronunció en contra de la reforma: “El gobierno polaco ha seguido impulsando leyes que parecen minar la independencia judicial y debilitar el Estado de derecho en Polonia”. La UE también adoptó una posición firme de rechazo, y por primera vez el Consejo Europeo se reunió para discutir sobre la salud democrática de un Estado miembro. Esto se suma a las desavenencias anteriores entre las dos partes, provocadas por la negativa de Varsovia a aceptar refugiados.

Tanto el presidente como la primera ministra, Beata Szydlo, y el Parlamento responden a Ley y Justicia. Hasta ahora, con tal poder institucional, no había tenido problemas para la aprobación de otras leyes polémicas; sin embargo, esta vez, Duda optó por ejercer su poder de veto, en el marco de su función de hacer prevalecer los intereses de Estado por encima de la posible división entre partidos. Esto podría suponer la enésima crisis de gobierno en Polonia de los últimos años.

La primera ministra cuestionó ayer la decisión de Duda en un discurso difundido por la televisión pública: “Todos queremos vivir en una Polonia justa, por eso se necesita la reforma de los tribunales, y el veto presidencial de hoy ha ralentizado el trabajo sobre esas reformas”. Agregó que el gobierno no puede “ceder a la presión de la calle y del extranjero”.

La polarización social y política en torno a esta ley puso en contra del gobierno a famosos líderes y héroes del fin del régimen prosoviético, como Lech Walesa y Zofia Romaszewska. Esta última lanzó un mensaje a Duda: “Señor presidente, yo viví en un Estado donde el fiscal general tenía una posición increíblemente poderosa y podía hacerlo prácticamente todo. No me gustaría volver a ese Estado”.